Fuente: Tomado de dreamstime, con traducción de Buendiario.com
Es importante que los cuatro pilares estén involucrados para que haya un equilibrio. Sin pasión ni misión, no hay realización ni plenitud, y sin profesión o vocación, no hay prosperidad ni trascendencia.
Según los japoneses, sobre todo en la isla de Okinawa —que no está de más decir que destaca por ser una comunidad muy longeva—, todos, sin distinción, poseemos un ikigai interior que hay que explorar y encontrar.
El ikigai es único, personal e irrepetible. Es el camino para poner tus dones y talentos al servicio de los demás, con el noble fin de hacer de este mundo un mejor lugar donde vivir.
«No busques fuera y lejos lo que está cerca y dentro», dijo el monje Thich Nhat Hanh.
TU PROPÓSITO Y TU TRABAJO
Mi querida amiga y experta en empoderamiento femenino Luana Mor dice: «La desconexión con nuestro propósito es una patología normalizada». Muchos están tan desconectados que ni siquiera se dan cuenta de todo lo que se están perdiendo. Creo profundamente que es posible —y además deseable— llevar diariamente en el backpack de tu vida: tu pasión, tu misión, tu vocación y tu profesión.
Tu ikigai y tu ejercicio laboral no tienen por qué ir en sentido contrario. Algunos creen que si están en «un mal trabajo», no hay forma de tener propósito. Aclaremos esto: tu propósito va más allá del empleo que tengas actualmente.
Ganes lo que ganes, hagas lo que hagas, trabajes en donde trabajes, tu propósito no es negociable.
Ahora bien, más que forzar a que tu trabajo cumpla con los cuatro ejes del ikigai, observa primero si tú realmente los estás poniendo en acción. Y si no es así, revisa qué cambios puedes hacer en tus actividades actuales.
Pepe, un gerente de recursos humanos, estaba desconectado de su ikigai, hasta que descubrió que su verdadero propósito era el de acompañar a otras personas para conseguir sus metas financieras. Eso lo pudo lograr a través de nuevos procesos de capacitación que él mismo diseñó junto con su director. Pepe no solo se alineó más a su propósito, sino que además le resultó más productivo a la compañía.
¿Cuándo llega el propósito?
A cualquier edad es preciso un propósito en la vida. Es la mejor cura contra muchos males.
Isabel Allende,
El amante japonés
Tengo la fortuna y la bendición de trabajar en lo que me apasiona desde hace más de veinte años. Y no estoy tan viejo, solo empecé un poco temprano. Descubrí mi propósito siendo muy joven. Por un lado, fue un regalazo, pero por otro, un desafío significativo. Me costó incertidumbre, dudas y temores saber si estaba en el camino correcto.
Muchos amigos y familiares dudaron sobre si sería una posibilidad concreta para dedicarme a aquella actividad y, además, si sería una fuente real generadora de recursos, y lo cuestionaron hasta cansarse. Incluso mis propios padres (aunque, claro, nunca faltan los que siempre apostaron por mí. Gracias totales a todos). Pero al toparme con mi propósito, ya no podía ser indiferente. Ya no me podía escapar, o al menos elegí no hacerlo.
Sin embargo, soy consciente de que no a todos les sucede igual. Algunos lo conocen desde muy temprana edad, mientras que otras personas se lo empiezan a cuestionar apenas al momento de jubilarse. Hay que darse el tiempo para ese trabajo interior, de exploración constante, para que se vaya revelando según avanzamos en la vida. Sin presionar ni exigir el resultado inmediato.
El propósito puede cambiar
Lo que hoy te motiva, quizás mañana deja de hacerlo. Las prioridades cambian. Considera que el propósito puede moldearse por diferentes circunstancias, ya sea por la misma edad, por experiencias vitales o simplemente por nuevos deseos e intenciones en el corazón.
No por eso vamos a dejar de buscarlo. Siendo muy honesto, el propósito que descubrí a mis 17 años, sin duda, ha tenido modificaciones, variaciones y alteraciones con el tiempo. No es exactamente el mismo que tengo ahora. Y no creo que sea igual al que tendré dentro de tres décadas.
Cambian los planes, cambia la vida, cambia tu propósito. Nuestra flexibilidad será clave en el proceso.
Hay que poner atención también a las decisiones que tomamos, en referencia a lo que nos inspira y a lo que nos detiene. Siempre que inicies un proyecto, una relación laboral (y hasta personal), una meta, un sueño o un objetivo, pregúntate si tiene corazón, si palpita, si te conmueve. Pero, sobre todo, si te está llevando al mejor lugar para manifestar tu propósito o si, por el contrario, te está alejando de él.
Recuerda lo que escribió Mark Twain:
«Hay dos días importantes en la vida. El día que naces y el día que descubres para qué has nacido».
CAPÍTULO 4
CUESTIÓN DE PERSPECTIVA
Cuando alguien encuentra su propósito, también encuentra el camino. Cuando pierde el propósito, también pierde el camino.
John C. Maxwell,
escritor estadounidense
Muchas oficinas o espacios de trabajo están llenos de quejas y de frustración. Y entiendo que esos ambientes se van creando por la misma carga en la operación, que puede ser pesada, compleja o monótona.
Aunque ya sabemos que tener un empleo no es andar entre nubes de algodón y unicornios multicolores, tampoco tiene porque ser un castigo divino. Vaya, a veces hay problemas, pero no todo es tan malo como muchas veces parece. También los lunes tienen su encanto.
En la carretera, de vez en cuando hay que parar para descansar un poco, cargar baterías e incluso disfrutar del paisaje. Lo mismo pasa con el trabajo: también es bueno hacer un alto y revisar cuáles son las cosas buenas que tenemos dentro de todo ese ajetreo y estrés constante.
De pronto nos volvemos incapaces de ver las cosas buenas porque la agenda, la rutina y el mismo ritmo de la vida nos van alejando, nos van cegando. Francesc Miralles, el mismo autor del libro Ikigai, en su cuento «El jardinero de haikus» lo dice de forma sutil pero contundente:
David reflexionó un poco y luego añadió:
—Pero hay muchos instantes en los que no sucede nada bello ni remarcable.
—¿Ah, sí? ¿Cuáles son esos instantes?
—Momentos en los que estás aburrido, agobiado o demasiado cansado para pensar en nada.
—Me estás hablando del observador, no de lo observado. Que tú estés aburrido, agobiado o cansado no significa que el mundo sea así. Solo tienes que lavarte los ojos con agua cristalina y volverás a ver la poesía en cada cosa.
¿Qué «poesía» has dejado u olvidado ver? Hay cosas que probablemente antes eran trascendentales y valiosas, y ahora simplemente pasan inadvertidas. Como quien dice: «Es que antes todo era mucho mejor…», cuando en el fondo tal vez solo es distracción o desenfoque y se pierden el goce de disfrutar muchas fotografías del presente.
Todo es cuestión de perspectiva, del aderezo que tú le pongas. Esto también incluye los cierres de mes, los pagos a proveedores y de impuestos, las juntas interminables o las peticiones «para ayer» de tu jefe o de tu socio. Si haces una lista con al menos diez cosas que puedas agradecer de tu trabajo HOY, tendrás buen material para cargar pilas.
Piensa un poco, sin duda hallarás algo: ese compañero que te contagia con su entusiasmo; cada vez que observas a ese cliente satisfecho; alguna lección recibida; la oportunidad de viajar, de conocer gente nueva; la confianza frente a algún reto; el delicioso aroma del café por la mañana.
Читать дальше