Sea cual sea tu razón, está bien. Incluso si está asociada a una cuestión económica. Vaya, querer percibir un ingreso o tener una mejor calidad de vida para ti y para tu familia no te hace mejor o peor persona. Así funciona el sistema.
Cada quien sabrá sus propios intereses y aspiraciones. Pero, de cualquier manera, siento que esos argumentos son muy «cómodos» y que no deberían ser los únicos para levantarse por la mañana. Sobre todo, pensando que es demasiado tiempo el que pasamos trabajando. Una media de 45 años de tu vida. Incluso si formas parte del club de La semana laboral de cuatro horas, como reza el título del libro de Tim Ferriss, o vives como nómada digital. De verdad, son muchas horas invertidas en ello. Qué mejor que darle un sentido aún más trascendente, con SIGNIFICADO.
Todo tu día cambia cuando despiertas por una razón que hace palpitar tu corazón.
CONOCER TU PARA QUÉ
El ensayista y narrador Sergio Sinay, en su charla en TED «¿Para qué trabajamos?», lo expresa de forma muy clara: «El trabajo ocupa, en el más prolijo de los casos, en el más ordenado de los casos y en el más legal de los casos, la tercera parte de nuestra vida de adultos».
Trabajamos, trabajamos y trabajamos. Y el principal motivo para casi todos es el ganarse la vida, dice Sinay. Él mismo cita al poeta y filósofo alemán Novalis:
«La vida no es algo en sí mismo. En realidad, la vida es una oportunidad para algo».
Alguien en alguna parte del planeta se está beneficiando o dejando de beneficiar de lo que haces o has dejado de hacer. No importa si eres jardinero, cajero de un banco, operario en una fábrica, publicista, administras un pequeño comercio o diriges una enorme compañía.
¿Por qué sonríen tus clientes? Dale una revisada a lo que estás haciendo tú para que ellos reciban algo que antes no tenían. Eso tiene que ver con tu para qué. Tu para qué es lo que te hace dar un brinco cada mañana para iniciar la jornada. Tu para qué es lo que te invita a seguir siendo una mejor versión. Cuando en tu trabajo está involucrado tu para qué, piensas que incluso lo harías gratis.
Lewis Garrad, socio de la consultoría Mercer en Singapur, afirma que: «Las personas tienen más probabilidades de prosperar y crecer en un trabajo cuando piensan que tiene alguna razón de ser. Esta es la razón por la que las empresas con un sentido de propósito más sólido y claro tienden a tener un mejor rendimiento financiero». Es algo que revolotea en tu interior. Y que, aunque quieras, no lo puedes callar. Conocerlo es una bendición. No tener idea puede ser la antesala del hartazgo. Si le preguntas a un médico su principal motivo para levantarse de la cama (su para qué) no es el de ir a dar una consulta o a realizar una operación, es más bien poder sanar y ayudarle a otro ser humano a que viva mejor. Lo mismo con un docente, cuyo para qué no es impartir una asignatura, sino compartir ideas para generar una transformación en sus alumnos y que ellos puedan hacer lo mismo con los demás.
Tu para qué no tiene que ser necesariamente tan inspirador y romántico. En las mejores épocas de Apple era algo tan simple (pero provocador) como «desafiar el statu quo».
Blanca, por ejemplo, cuando era joven y después del divorcio de sus padres, observaba cómo su madre llegaba muy tarde a su casa. Ella batallaba económicamente para sacar a su familia adelante. Trabajaba a marchas forzadas para lograrlo. Le costó sudor y lágrimas. Este testimonio la dejó tan marcada, que se hizo una promesa: ayudar a que el mayor número de mujeres que han pasado por una separación logre mejorar sus finanzas. Eso se convirtió en su para qué.
¿Cómo encontrar tu para qué en tu propio trabajo?
Lo primero es indagar si tu empresa ya tiene uno, el cual puedes también ir adoptando como tuyo y adaptando para tu realidad. En caso de que no sea así, algo que funciona para descubrir tu propósito es pensar en la última persona que se beneficia de tu trabajo. ¿Qué problema le estás solucionando?
No importa qué eslabón eres en la cadena de la organización. Piensa en ese cliente final. Ponle cara, nombre, apellido y situación actual. No importa si la empresa en donde laboras vende servicios o productos. Si comercializan cosméticos de belleza, autos, suplementos, blocks de construcción o tuberías. Justo esto lo decía en una conferencia para un grupo inmobiliario: «No están vendiendo casas en un fraccionamiento. Están creando una comunidad».
Trabajar así es muy, muy diferente.
El para qué de estos asesores inmobiliarios podría estar enfocado en ese padre de familia que, entusiasmado e ilusionado, le lleva la noticia a su esposa de que por fin ¡tienen una casa! También ayuda crear una lista de tus posibles para qué. Esos que te conectan con lo mejor de ti, que te retan y que hacen latir tu corazón. Quédate con el que más te hace vibrar. Que sea tu motor para decir: ¡venga, vamos a levantarnos de la cama!
CAPÍTULO 3
NO ERES STEVE JOBS
Es totalmente normal y no es algo malo, el no saber qué quieres hacer con tu vida. Deja de preocuparte y empieza a construir con la esperanza de que lo acabarás averiguando. Seguro que lo encontrarás. Y una vez que lo encuentres, estarás contento de haber desarrollado habilidades y recursos, de haberte hecho amigo de personas excepcionales y de haber hecho cosas buenas.
Sebastian Marshall,
fundador de Ultraworking.com
Si todavía no tienes idea de cuál es tu para qué, no te me estreses mucho. Está bien y se vale no saberlo todavía. Tal vez este capítulo te dará un poco de claridad al respecto. Pero antes, un breve recordatorio: no eres Steve Jobs.
Creo que el mundo (sobre todo las organizaciones) necesita menos personas tratando de imitar a Steve Jobs, a Kamala Harris, a Lady Gaga o a Jeff Bezos (o al afamado personaje que me digas), y más invirtiendo en ser la mejor versión de ellos mismos. Requerimos más Sofías, Karlas, Juanes y Pedros convencidos de lo que hacen y ejecutando acciones concretas, en lugar de remedos de buenas intenciones de otros emprendedores exitosos.
Lo más probable es que ya hayas escuchado sobre el famoso concepto ikigai (te recomiendo que busques el libro de Francesc Miralles y Héctor García: IKIGAI. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz). No, no es un tipo sushi o una excentricidad oriental. Ikigai es una palabra milenaria; viene del Japón y parte de los vocablos ki (
), que significa «vida», y kai (
), que significa «la realización de lo que uno espera y desea». Una aproximación en su traducción sería «la razón de vivir» o «la razón de ser».
En términos occidentales, el ikigai se ha traducido como la composición de cuatro áreas que se conectan:
Tu pasión: lo que amas hacer.
Tu misión: lo que el mundo necesita.
Tu profesión: aquello que te hace generar dinero.
Tu vocación: en lo que eres bueno.
La intersección de los cuatros puntos es tu ikigai, una vía práctica para descubrir tu propósito.
El propósito es justo lo que sigue después de saber para qué te levantas de la cama. Es una manera de darle forma al significado y de materializar lo que sueñas y lo que quieres compartirle a los demás.
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