MARIE-CLAIRE BLAIS Y MARGARET ATWOOD
BELLAS BESTIAS,
ORÁCULOS Y APOCALIPSIS
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
http://www.uv.es/bibjcoy
Directora
Carme Manuel
MARIE-CLAIRE BLAIS Y MARGARET ATWOOD
BELLAS BESTIAS,
ORÁCULOS Y APOCALIPSIS
Eva Pich Ponce
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
Universitat de València
Marie-Claire Blais y Margaret Atwood:bellas bestias, oráculos y apocalipsis
©Eva Pich Ponce
1ª edición de 2014
Reservados todos los derechos Prohibida
su reproducción total o parcial
ISBN: 978-84-9134-155-0
Imagen de la portada: Sophia de Vera Höltz
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Publicacions de la Universitat de València
http://puv.uv.es publicacions@uv.es
A mis padres
INTRODUCCIÓN:
LA LITERATURA CANADIENSE Y LA LITERATURA QUEBEQUENSE
Dos escritoras leídas en las dos lenguas
Marie-Claire Blais y Margaret Atwood
IDENTIDAD NACIONAL Y LITERATURA
Marie-Claire Blais y Estados Unidos
Margaret Atwood y Estados Unidos
La convivencia de las dos soledades
EL UNIVERSO FEMENINO
Subvirtiendo los géneros tradicionales
La belle bête y los cuentos de hadas
The Edible Woman y la forma del romance
Entre el silencio y la escritura
Manuscrits de Pauline Archange
Lady Oracle
Cierta reconciliación: Visions d’Anna y Cat’s Eye
Vulnerabilidad y violencia
Bodily Harm
Soifs
UN FUTURO INCIERTO
Soifs y el fin del mundo
Después del fin del mundo: Oryx and Crake, The Year of the Flood, MaddAddam
Conclusiones
Bibliografía
Marie-Claire Blais
BB |
La belle bête |
MPA |
Manuscrits de Pauline Archange |
VIVRE |
Vivre! Vivre! |
JJ |
Un Joualonais sa Joualonie |
NU |
Les nuits de l’Underground |
SV |
Le Sourd dans la ville |
VA |
Visions d’Anna |
SF |
Soifs |
DFL |
Dans la foudre et la lumière |
ACD |
Augustino et le chœur de la destruction |
Margaret Atwood
EW |
The Edible Woman |
SURF |
Surfacing |
LO |
Lady Oracle |
BH |
Bodily Harm |
CE |
Cat’s Eye |
OC |
Oryx and Crake |
TYF |
The Year of the Flood |
MAD |
MaddAddam |
Quisiera agradecer sinceramente la ayuda de todas aquellas personas que me han apoyado y aconsejado a lo largo de este trabajo. En primer lugar quisiera dar las gracias a la profesora Claude Benoit Morinière, por el detenimiento con que ha leído este manuscrito y por sus observaciones, que me han sido de gran utilidad. No puedo sino recordar también aquí con cariño a Elena Real Ramos, quien fue testigo de mis primeros pasos en la investigación de la literatura quebequense.
Las conversaciones con Patrick Poirier, Élisabeth Nardout-Lafarge, Pierre Nepveu y Lori Saint-Martin han sido de inestimable ayuda, al igual que los consejos de Lola Bermúdez, Marta Segarra, Angels Santa, Rosa de Diego, y Ana Monleón. También quisiera agradecer a los miembros del Departamento de Filología Francesa i Italiana de la Universitat de València sus continuos ánimos y apoyo durante estos últimos años a pesar de la distancia. Y a los miembros del Departamento de Filología Francesa de la Universidad de Sevilla, por el apoyo que me demuestran día a día. Finalmente, quisiera dar las gracias a mi familia y amigos por su paciencia, su cariño constante.
Esta investigación ha contado con la ayuda de la Bourse Jean-Cléo-Godin del Centre de recherche interuniversitaire sur la littérature et la culture québécoises de la Université de Montréal y de la Bourse d’Excellence Gaston Miron, de la Association Internationale des Études Québécoises .
Introducción
La literatura canadiense y la literatura quebequense
La literatura canadiense anglófona y la literatura quebequense se han dado la espalda durante mucho tiempo y se han desarrollado de forma independiente, sin que haya habido apenas contacto entre ambas. Esta situación refleja las “dos soledades” de la sociedad canadiense, una expresión tomada de la novela de Hugh MacLennan, Two Solitudes , publicada en 1945, cuyo título se ha convertido en el símbolo de la falta de comunicación entre el Canadá anglófono y francófono. Escritas en lenguas diferentes, estas dos literaturas siguen tradiciones literarias distintas. La canadiense anglófona comparte muchas de las características de las literaturas inglesa y estadounidense. La quebequense, en cambio, está escrita en francés y se acerca principalmente a los modelos estéticos y culturales de la literatura francesa. Ahora bien, sí que tienen en común no sólo el espacio geográfico, sino también una historia política y social, y una herencia colonial que, como ha señalado Milan Dimic, hacen que encontremos en ellas temas y arquetipos característicos del mundo occidental (1979: 115).
En 1867, a través de la Confederación, Canadá se transformó en un dominio federal de distintas provincias. A pesar de esto, el país ha seguido vinculado a Gran Bretaña a través de la monarquía constitucional y conserva a la reina Isabel II como jefe de estado. La nación está compuesta por ocho provincias anglófonas (Alberta, Columbia Británica, Manitoba, Terranova, Nueva Escocia, Ontario, Isla del Príncipe Eduardo y Saskatchewan), una francófona (Quebec) y una bilingüe (New Brunswick). El francés y el inglés no son las únicas lenguas de estos territorios, puesto que también hay que tener en cuenta la presencia de lenguas indígenas y de otras habladas por una gran variedad de inmigrantes venidos de distintas partes del mundo, que constituyen a su vez otras comunidades culturales. Según Rosa de Diego, el “Otro en Quebec puede ser americano o europeo, o incluso procedente del sur, sobre todo haitiano, magrebí u oriental. Procede de los cinco continentes. En cualquier caso, una mirada global sobre los inmigrantes nos revelará que conforman un mosaico variado y heterogéneo de rostros y culturas” (2002: 268). Por este motivo, y como ha subrayado Faye Hammil, la dificultad de definir la identidad nacional canadiense es particularmente compleja, debido a la diversidad de su población (2007: 1-2).
Es importante destacar que Canadá también se encuentra bajo la influencia cultural y económica de Estados Unidos. Frente a esto, los canadienses han sentido la necesidad creciente de afirmar su propia identidad, algo complejo dadas las fracciones internas del país, caracterizado por la convivencia de distintas lenguas y culturas, y de un movimiento quebequés que reivindica a su vez su propia identidad francófona.
A finales del siglo XIX, el sentimiento patriótico emergente en el Canadá anglófono empezó a sugerir la necesidad de afirmar la existencia de la literatura canadiense, una literatura nacional que fuera capaz de competir con la de países como Inglaterra o Estados Unidos. Henry James Morgan publicó en 1867 su Biblioteca Canadensis or a Manual of Canadian Literature , una obra que incluye tanto a autores anglófonos como francófonos. A principios del siglo XX se empezó a hablar también en Quebec de una literatura “nacional”, francófona, distinta de la de Francia. Esta literatura tenía que representar los valores religiosos (católicos) y culturales de Quebec, y distinguirse tanto de Francia como de la dominación canadiense anglófona, protestante. Para ambas partes, el reconocimiento de su literatura era fundamental para poder afirmar su autonomía frente a la dominación cultural exterior.
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