Como señala Paula Ruth Gilbert, los intentos del Canadá anglófono por definir y preservar su identidad como sociedad distinta a Estados Unidos, se asemejan a los intentos de Quebec por afirmar su identidad frente al Canadá anglófono. El Canadá anglocanadiense ha adoptado medidas nacionales para protegerse de Estados Unidos, mientras que Quebec se ha preocupado menos de limitar los intercambios económicos con su vecino del sur, puesto que la lengua francesa le proporciona cierta protección frente a la invasión cultural de este país (Gilbert 2006: 107). A pesar de esto, la presencia de la cultura popular de Estados Unidos en Quebec es innegable. Una encuesta realizada en 1993, sobre la venta de bestsellers en Montreal, mostró que el 40% de los títulos vendidos eran de autores quebequenses, el 30% de autores de Estados Unidos, el 25% de autores de Francia, el 2.6% de autores anglófonos (principalmente británicos) y menos del 2% de autores anglocanadienses. En el Canadá anglófono, las ventas de bestsellers de Estados Unidos ocupaban, según esta encuesta, el 70% y tan sólo el 25% eran títulos de autores canadienses (Mulcahy 2000: 191).
Estas cifras son interesantes puesto que ponen de manifiesto la influencia que la cultura de Estados Unidos puede tener tanto en la sociedad canadiense anglófona como francófona, y justifican el miedo del Canadá anglocanadiense ante la invasión cultural de un vecino que también ha difundido su cultura popular mediante las distintas producciones cinematográficas de Hollywood y la música. Sin embargo, en Quebec las ventas de escritores francófonos inclinan la balanza y permiten a este territorio proteger su lengua y su cultura en el contexto norteamericano. Si el Canadá anglófono se define frecuentemente por oposición o con respecto a Estados Unidos, Quebec destaca tanto la lengua francesa (que le permite distinguirse del mundo anglófono), como su “americanidad” (que le permite diferenciarse de Francia). Según Michel Tétu, los “quebequenses rechazan la utilización del término ‘americanos’ exclusivamente para los habitantes de Estados Unidos. Ellos son también americanos, al igual que los mexicanos” (Tétu 2002: 242).
Frente a la mayor aceptación de la cultura estadounidense, considerada distinta tanto políticamente como por la lengua, las relaciones de Quebec con el Canadá anglófono continúan siendo dificiles, puesto que a este último se le sigue considerando como un poder que domina política y económicamente al “québécois”.
Los autores quebequenses estudiados en el Canadá anglófono son limitados, y el Quebec francófono sigue mostrando una indiferencia palpable hacia la literatura canadiense escrita en inglés. A pesar de esto, los intercambios de principios del siglo XX entre “las dos soledades” se han multiplicado considerablemente en los últimos años mediante coloquios, asociaciones (como por ejemplo L’Association des littératures canadiennes et québécoise/The Association for Canadian and Québec Literatures ), colaboración entre universidades, entre escritores, etc. Las conversaciones radiofónicas de 1995 entre Margaret Atwood y Victor-Lévy Beaulieu, un escritor separatista quebequense, recogidas en la obra Deux sollicitudes (que sería traducida al inglés como Two Solicitudes ), son sólo un ejemplo del diálogo que algunos autores han intentado establecer con el fin de acabar con la distancia tradicional que existe entre las “dos soledades”. En la introducción a dicho libro, Atwood hace alusión al juego de palabras que aparece en el título, basado en la famosa expresión “two solitudes”, y recuerda el contexto original del que fueron tomadas esas palabras:
This is of course a play on Hugh MacLennan’s famous observation about Canada’s “two solitudes”, and it captures the true spirit of that remark–a remark which was originally used as an epigraph, but often taken out of context. It comes from Rilke’s Letters to a Young Poet , and reads as follows: “Love consists in this, that two solitudes protect and touch and greet each other.” In our conversations, I believe we acknowledged the solitudes. We also acknowledged the greeting. If there were more solicitude, on both sides of the great linguistic divide, we would all be a great deal better off. (Atwood 1998: xi-xii)
DOS ESCRITORAS LEÍDAS EN LAS DOS LENGUAS
El crítico estadounidense Edmund Wilson publicó en 1965 O Canada , un manual en el que describía la literatura de Canadá escrita en ambas lenguas. Según la escritora quebequense Marie-Claire Blais, Wilson se esforzaba en este libro por unir dos culturas separadas, exiliadas la una de la otra en los años 60:
[Edmund Wilson] s’efforce de rassembler nos deux cultures séparées et, pendant ces nébuleuses années soixante, en exil l’une de l’autre, par une interprétation nuancée des écrivains des deux langues. Ainsi parmi les auteurs étudiés, il y aura Morley Callaghan, Hugh MacLennan aussi bien qu’Anne Hébert, Roger Lemelin, André Langevin. (Blais 1993: 24)
Blais hace referencia aquí a la distancia tradicional que ha existido entre el Canadá anglófono y francófono. Su obra misma será mucho más permeable a la cultura estadounidense que a la literatura anglocanadiense. A pesar de esto, y sobre todo a partir de los años 80, sí que existirá una voluntad por parte de muchas escritoras, entre las cuales se incluye esta autora, de incrementar los lazos con la otra cultura del país canadiense.
Marie-Claire Blais y Margaret Atwood son dos figuras clave del panorama literario actual de Canadá. Por su prestigio constituyen dos pilares esenciales de las letras canadienses y son referencia insoslayable en la literatura contemporánea de su país. Blais es francófona y escribe sus novelas en francés. Si bien asociada a la tradición literaria francesa y francófona por la lengua materna y la cultura, a raíz de sus estancias en Estados Unidos, se ha interesado siempre por la literatura escrita en lengua inglesa. De hecho, es de las autoras quebequenses que más relación ha tenido con el mundo literario anglocanadiense. En 1978 se convirtió en miembro de la unión de escritores anglocanadienses ( The Writers’ Union of Canada ), tras ser invitada por Timothy Findley. También forma parte de la asociación de escritores quebequenses ( Union des Ecrivains Québécois ). En 1980, en la ceremonia de entrega del premio Gouverneur Général, destacó lo importante que es que los canadienses conozcan sus dos culturas, francófona y anglófona. También afirmó en una emisión en Radio-Canadá en 1981, que se sentía preocupada por el aislamiento del escritor quebequense y subrayó la necesidad de buscar siempre cierta universalidad: “Ce qui fascine l’écrivain, ce qui me fascine, moi, c’est: est-ce que nous allons continuer dans cet isolement là? Est-ce que nous allons survivre comme artistes universels?” (Blais, en Royer 1981: 25).
En 1983, por primera vez cuatro escritores quebequenses, entre ellos Blais, participaron en el International Festival of Authors , que se celebró en Toronto. En este encuentro la autora afirmó la necesidad de romper con ese aislamiento que existía entre los escritores por culpa de la lengua:
I’m here tonight because I want to show my solidarity with the other writers. This lack of communication between English and French must come to an end. It’s ridiculous for us to keep apart. Although I’ve been influenced by French writers–Nathalie Sarraute, André Malraux and Albert Camus–I’m also very close to American writers. We’re like brothers, in a way. I can recognize my conflicts in their conflicts. (Blais, en Layton 1983: i)
Si considera los escritores estadounidenses como hermanos, también admira las obras de autoras anglocanadienses como Margaret Atwood, Jane Rule, Margaret Laurence y Morley Callaghan (Blais, en Layton 1983: i). Ha participado en numerosos festivales internacionales, como el International Festival of Authors que se celebró en Toronto en octubre de 2000 y en el que fueron invitadas tanto Atwood como Blais, junto a otros autores como Susan Sontag o Carlos Fuentes. También ha participado en festivales como Métropolis Bleu , un festival internacional organizado por la Quebec Writers Federation que intenta promover la colaboración entre escritores de distintas lenguas y principalmente la colaboración entre los escritores francófonos y anglófonos. En la segunda edición de este festival, que se celebró en el año 2000, se otorgó a Marie-Claire Blais el primer premio de literatura internacional Métropolis Bleu, por la calidad de su obra literaria. Margaret Atwood también recibiría este premio en 2007.
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