El cine tiene un conjunto de elementos que, si se intenta analizarlos en su totalidad, pueden ser subsumidos al concepto elaborado por Beatriz Sarlo de máquina cultural . 6Este concepto, si bien no ha sido desarrollado con amplitud por la autora, nos permite reflexionar sobre cómo, desde un lenguaje particular, se construye ideología. La máquina cultural será aquí entendida desde la lógica de la teoría general de los sistemas, cuando elaboraba procesos sin entrar a cuestionar aspectos internos (básicos) de su funcionamiento. La caja negra de von Bertalanffy sería aquí dicha máquina cultural, en la que por el lado del input ingresarían palabras, imágenes, sonidos y música, y por el lado del output una historia que refleja —supuestamente— la Historia, sea de algún hecho ocurrido realmente, sea en el contexto de una historia imaginaria.
De alguna forma, permitirnos trabajar con el concepto de caja negra posibilitaría interpretar un código de realidad entre la pantalla y el espectador, sin tener que precisar cada una de las instancias que lo componen. La zona de frontera que se presenta al intentar analizar un fundido desde la implicancia ideológica-discursiva puede confundirse con aquella mirada artística que la entiende como hecho estético. Este último punto no será tratado aquí, ya que corresponde a otro campo, que es el de los estudios artístico-cinematográficos. Tampoco se hará eje en la mirada de Brent Toplin, quien hace hincapié en aquellos aspectos que rodean a la película (guionista, productor, director, grandes estudios cinematográficos, etc.), aunque pueden ser usados elementos que la componen. De esta forma, el código de realidad permite transportar una idea al espectador, basada en condicionantes previos y comunes.
Entonces, queda el mensaje, es decir, lo que se dice y lo que tal vez no necesariamente se quiso decir, pero finalmente se dijo. Aquí entran los invariantes mencionados más arriba, que pueden resumirse en pocas ideas:
a) La frontera como mecanismo para la construcción de la democracia norteamericana,
b) El excepcionalismo , lugar común para justificar el hecho de sentirse diferentes,
c) El patriotismo de todo norteamericano de bien,
d) El conflicto entre el bien y el mal , donde el bien —representado por los valores cristianos— siempre triunfa,
e) El consenso sobre las bondades del sistema norteamericano,
f) El cumplimiento del “sueño americano” ( American dream ).
Cada uno de ellos merece un tratamiento en particular, a fin de aclarar sus
implicancias:
a) El tópico de la frontera resulta constitutivo en términos ideológicos. Frederick Jackson Turner, en El significado de la frontera en la historia norteamericana , 7sostuvo que la línea de frontera entre los hombres blancos y la naturaleza (contando a los indios en el segundo término, por supuesto), resultó determinante en el surgimiento de la democracia norteamericana. Si bien el proceso de expansión territorial-democratización que propuso Turner se podía adscribir bastante con el conflicto sarmientino de la lucha de la civilización contra la barbarie, en la época en que lo escribió (fines del siglo XIX), el eje estaba puesto en la importancia de la vía norteamericana hacia la democracia. Turner quería diferenciar a los Estados Unidos de la experiencia europea, en un contexto en el que el desarrollo industrial que posicionaría a su país a la cabeza de las potencias mundiales, empezaba a mostrar excipientes desagradables. La urbanización desordenada con su necesaria consecuencia de concentración económica y degradación social motivó el desarrollo de una mirada del pasado tan particular. Escribió Turner que
hasta hoy, la historia norteamericana ha sido sobre todo la de la colonización del Gran Oeste. La existencia de una zona de tierras libres… explica el desenvolvimiento de la nación… Las peculiaridades de las instituciones norteamericanas radican en el hecho de que se han visto obligadas a adaptarse a los cambios de un pueblo en expansión. 8
Con esta base ideológica —que obviamente es mucho más compleja y con puntualizaciones específicas, lo que se tratará en otro trabajo—, películas tales como La conquista del oeste o Pasaje al noroeste resultan formadoras de ideología, por cuanto le dice al espectador norteamericano qué es lo que tienen que pensar sobre su pasado, por un lado, como si fuera un manual de escuela primaria; pero, por otro, dichos filmes lanzan mensajes subterráneos, en los que, por ejemplo, un simple granjero abandonó el este pedregoso y, a través y gracias a la canalización del lago Erie, se pudo mudar al oeste a iniciar una nueva vida. El hombre común, el haber nacido en una “cabaña de madera”, expresa el ideal de simpleza con el que cualquier norteamericano se enorgullece.
Las películas indicadas, como muchas otras, construyen una visión específica del pasado, que se sostienen indudablemente en el desarrollo que pudo poner en palabras el estudio de Turner. Por eso este autor ha sido un referente clave en la construcción de un pasado que, es evidente, no se corresponde con mucho de lo que pasó, ya que este pasado resulta funcional a las necesidades de una clase dominante mucho más refinada y compleja que lo que se quiere transmitir como valores e ideales de lo norteamericano.
Cada escena en estas películas tiene un objetivo histórico y político, con un mensaje claro para cualquier espectador norteamericano. Sin embargo, también resulta importante el aparato cultural que desarrolla, porque más allá de su objetivo interno, con la capacidad económica y política de Hollywood, estas ideas son transmitidas al resto del mundo donde el mercado fílmico tiene penetración.
b) Con relación al excepcionalismo, puede verse en la mayor parte de las películas que tratan sobre aspectos históricos o socio-históricos, que los norteamericanos se creen diferentes al resto del mundo occidental, en virtud de lo aprendido en la dura lucha de la frontera. De esta forma entienden que “los Estados Unidos son y han sido diferentes, geográfica, social, política y económicamente”, gracias a que, detrás del planteamiento excepcionalista se esconde “una postura eurocentrista… junto con un profundo debate político-ideológico”. 9
La doctrina del Destino manifiesto ha de hallarse como fundamento de toda película histórica que muestre, siquiera mínimamente, las relaciones exteriores. Esta mirada del mundo supone que Dios ha determinado que los Estados Unidos de América son el pueblo elegido para la realización del ideal democrático y capitalista, por lo que las decisiones de su política exterior se han de justificar en una concepción religiosa. Ya desde los Federalist Papers 10se estableció que el mejor gobierno para el mejor país debía abarcar de la costa este a la costa oeste, y puede verse la presencia de tal concepto a lo largo de todo el siglo XIX. Los políticos y publicistas que argumentan a favor de esta doctrina, sostienen que son tres los temas en los que se fundamentan:
i) la importancia y virtud de las instituciones políticas, sociales y económicas de los Estados Unidos de América;
ii) la obligación moral, por parte de los gobernantes del país, de llevar al resto del mundo la excelencia de dichas instituciones; y,
iii) el hecho de que fuera Dios quien impusiera esa misión, esa “carga de hombre blanco”.
La herramienta clave para llevar adelante la postura excepcionalista se encuentra en la Doctrina Monroe. 11En consecuencia, con esta base y vinculado al punto a), la expansión norteamericana sobre el resto del mundo es como si la frontera pudiera ser México o El Salvador, pero también China o Japón. En todos los casos Estados Unidos representa la civilización y la democracia, contra la barbarie y el autoritarismo que expresan sus opositores. Películas tales como 55 días en Pekín o El Álamo (en cualquiera de sus versiones y por tomar solo un ejemplo) son una expresión concreta de estas ideas.
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