Luego, el trabajo de Sidnei J. Munhoz, “Da Guerra Fria aos conflitos assimétricos: crise de hegemonia estadunidense ou um longo processo de reacomodação das potências globais?”, plantea una interesante discusión alrededor de los problemas que surgen como consecuencia de las asimetrías políticoeconómicas mundiales en el siglo XXI. A su entender, debe ubicarse el contexto histórico de dicho proceso (que ha dado en llamarse la “post guerra fría”), para comprender la emergencia de los conflictos asimétricos actuales, que no son un fenómeno que se circunscriba especificamente al siglo pasado, ya que tal vez las guerras convencionales resulten recurrentes mientras la hegemonía estadounidense continúa su declive. Considera que la larga crisis de decadencia hegemónica de Estados Unidos producirá un largo período de reacomodamiento internacional, ya que los intereses de los nuevos actores más poderosos en relación con ésta confrontarán con las necesidades norteamericanas, sin perjuicio de la posibilidad de negociaciones internacionales, aunque en un marco de tensión creciente.
Le sigue el trabajo de Alexandre Busko Valim y Celso Fernando Claro de Oliveira, “Fahrenheit, Celsius e outros modos de se medir a temperatura política: o cinema estadunidense no pós-11 de setembro de 2001”. Los autores estudian la producción fílmica de Estados Unidos luego de los ataques terroristas al World Trade Center , en particular destacando el hecho de que aparecieron producciones que tomaron distancia de las tradicionales perspectivas dominantes emanadas de los intereses de la clase dominante norteamericana, sin perjuicio de destacar la dura y agria discusión que se desarrolló entre liberales y conservadores en el análisis del hecho. Es claro, para los autores, que luego de los ataques terroristas o cuando un país se encuentra en crisis, los discursos se ultrasimplifican, para garantizar un enemigo claramente malvado, y la bondad indubitable de la propia causa, con el objetivo de unir a la nación en pos del objetivo deseado. Sin embargo, aclaran que no están de acuerdo con la visión simplificadora de una sociedad dividida entre dominadores y dominados donde los primeros imponen sus objetivos sin inconvenientes, sino que ambos luchan por los valores simbólicos, en un enfrentamiento constante. Dentro de esos valores, las producciones cinematográficas no están exentas. De esta forma los fílmes estadounidenses han mostrado esta tensión en los años posteriores al 9 de septiembre de 2001.
Fabio Nigra, por su parte, en “Los problemas de la idea de la Historia en versión de las Majors de Hollywood”, busca presentar sintéticamente la dirección y puntos alcanzado en algunas ideas de sus investigaciones. Plantea que el texto no hace una elaboración lineal y cerrada, sino que busca poner en claro el desarrollo alcanzado hasta el momento, como los temas desarrollados por los principales referentes del espacio hasta la actualidad, los problemas que se advierten en la cuestión de la representación del pasado (en particular a través de un film), el punto promedio que se advierte en la construcción narrativa fílmica de esa representación por parte de los Grandes Estudios de Hollywood, o las cuestiones específicas que surgen en ese traslado (o trasposición), tomando en cuenta en particular las tensiones discursivas y narrativas emergentes como consecuencia de intentar lograr una muestra del pasado histórico de forma verosímil, con algún ejemplo concreto.
Finalmente, Pablo Pozzi, con “¿Del absolutismo capitalista al fascismo?: ¿cuál es la naturaleza del sistema político norteamericano actual?”, efectúa un muy provocador y sugerente estudio acerca de la lenta pero constante tendencia de la clase dominante de Estados Unidos hacia un sistema político con carecterísticas fascistas. En sus palabras, no resulta central pensar en la cuestión de si es o no es fascista Estados Unidos, sino que a su entender el término en sí mismo no es importante, a excepción de su simbolismo político e ideológico. Irónicamente cita a Max Weber, cuando sostuvo que la concentración del poder económico genera la concentración del poder político. ¿Tenía razón Terry Eagleton cuando decía hace más de diez años que nos encontramos en un mundo repleto de gobiernos autoritarios?
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Como se sostuvo al principio, ninguna de las líneas que se presentan aquí cierra caminos o problemas. Más bien, expresan la vitalidad de las cuestiones analizadas, desafiando a todos los que participamos del texto a seguir trabajando. Esperamos que resulten del agrado del lector, en el entendimiento de que continuaremos profundizando nuestros esfuerzos por comprender el mundo en el que vivimos y, tal vez, hacia el que vamos.
The Office of the Coordinator of Inter-American Affairs : Santa Catarina, Brasil, 1942-1945
Adriano Luiz Duarte 1
André Mello 2
La tentativa de persuadir [a los latinoamericanos] no por los hechos, sino por las obras, no por la propaganda, sino por la presentación de documentos–el libro, la poesía, la música y la pintura– no es ni hipócrita ni egoísta. Es, al contrario, un esfuerzo extremamente franco y directo. Es también una empresa tan difícil como peligrosa. 3
En 1940, con la guerra esparciéndose por Europa y la clara percepción de que acabaría por involucrar el continente americano, el gobierno estadounidense creó la Office for Coordination of Commercial and Cultural Relations Between the Americas con el objetivo de coordinar las relaciones comerciales, políticas e culturales entre los EUA y las veinte repúblicas latinoamericanas, a partir de ese momento, comienza a crecer el interés de los Estados Unidos por los temas y problemas existentes al sur del Rio Grande. 4 La creación de la agencia respondía a la estrategia del presidente Roosevelt consistente en centralizar todas las actividades esenciales para los esfuerzos de guerra en el continente americano y operar en asociación con órganos públicos y privados. 5 Es consenso entre los investigadores que los tres países más importantes para la política de defensa continental pensada por los EUA eran México, Brasil y Argentina; por su proximidad, por sus dimensiones geográficas y poblacionales, por su potencial como proveedores de materias primas para el necesario esfuerzo de guerra.
En relación al Brasil, los objetivos de la nueva agencia suponían estrechar las relaciones con el país, con sus intelectuales y con su clase dirigente; divulgando el american way of life y, al mismo tiempo, presentar la cultura brasilera a los estadounidenses, de manera que fuera posible justificar la inversiones necesarias en el fortalecimiento de esa relación. Así, las acciones de la agencia deben ser pensadas en dos frentes simultáneos: conquistar las “otras naciones americanas” para el esfuerzo de guerra de los Estados Unidos, pero también convencer al público interno de que había una unidad americana que justificara esas aproximaciones y los costos materiales y simbólicos que de ella derivarían. En Brasil el trabajo del Office tenía objetivos políticos muy claros: ganar los corazones y las mentes de los líderes políticos y militares brasileros, cuya cooperación se consideraba esencial para la sustentación del esfuerzo de movilización del continente. Buscaba también, en la medida de lo posible, influir sobre la masa de la población, políticamente significativa. En ese delicado ajedrez, el concepto de panamericanismo, ligado al concepto de seguridad hemisférica, ocupo un papel central. Esa aproximación involucró diversas áreas: desde la situación económica hasta las condiciones sanitarias, desde las investigaciones académicas al mundo del trabajo. Y también estimulo intercambios frecuentes y sistemáticos de científicos, artistas, intelectuales, técnicos y empresarios.
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