Mario Massaccesi - Saltar al buen vivir

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Para los que vienen … que saltar les sea habitual.

Este es un libro de acción y protagonismo. Un libro para registrar quiénes somos y quiénes queremos ser.

No alcanza con darnos cuenta de lo que nos pasa o nos pesa. Necesitamos salir de las excusas, de esa costumbre de postergar la vida para más adelante, para el año que viene, para cuando seamos más grandes, para cuando nos jubilemos, para cuando crezcan los chicos o para cuando pase la pandemia.

—¿Qué deseos aparecen hoy cuando soplas otra vez las velitas de tu pastel de cumpleaños?

—¿Hacia dónde te gustaría saltar?

—¿Qué primer paso puedes y quieres dar hoy hacia tu buen vivir?

Nosotros, Mario y Patricia, somos inquietos, curiosos, nos gusta la aventura. Descubrimos que nada ocurre en nuestras vidas si no nos movemos, si no vamos por ello. Y queremos seguir moviéndonos con y para ustedes.

Este libro es una invitación a saltar a la vida que nos merecemos.

¿Te animas?

¿Quieres acompañarnos?

Estamos convencidos de que cada ser tiene dentro de sí todo lo necesario para brillar y para elegir; solo que a veces nos olvidamos de que tenemos el poder para hacerlo y se nos va apagando ese fuego sagrado. Sabemos que hay mucha, muchísima gente que ya está dando el salto, mientras que a otros se les pasan los años deseando la vida que quisieran.

En estas páginas te contaremos historias reales de personas que hemos tenido la fortuna de conocer, que salieron de las explicaciones y las excusas, y se animaron a construir su vida. Son más de las que creemos. Te las presentamos en cada capítulo, en el apartado que lleva el título: “Modelo para armar”. Las consideramos piezas inspiradoras para que puedas rediseñar el puzle de tu vida. Hacia ellas fuimos con nuestro corazón lleno de preguntas:

—¿Cómo fue ese salto?

—¿Qué sintieron al hacerlo?

—¿Cómo cambió su mundo?

Como siempre decimos, cada persona es singular y las cosas que pasan… pasan. Se nos presentan situaciones más difíciles que otras, pero más allá de lo que sucede, estamos nosotros y la particular manera de ubicarnos frente a lo que acontece.

Hay mucho horizonte hacia donde saltar.

El índice de este libro, una vez más, nos lo “soplaron” ustedes. Esperamos que, como a nosotros, estas historias los conmuevan, les resuenen en alguna parte de su ser, les permitan mirarse y verse como posibilidad, que sean el combustible para liberar ese fuego que está adentro de cada uno/a. En palabras de Eduardo Galeano, “hay fuegos que arden la vida con tantas ganas, que quien los mira, se enciende”.

Todos sabemos saltar porque nacemos saltando a la vida.

Nacemos en un acto de valentía: abandonamos el útero acuoso, cálido y cómodo porque ya nos queda chico, porque un sagaz instinto de vida nos hace presentir que afuera hay más para nosotros. Es una pulsión de vida que nos mueve, un acto de arrojo y de confianza inicial. Saltamos a la vida y le damos lugar a nuestro deseo.

—¿Dónde está tu deseo hoy?

—¿Lo puedes identificar?

—¿Está disfrazado?

—¿Disfrazado de qué?

Siempre estamos incompletos. Nos mueve el deseo. ¿Qué sería de nuestra vida sin el deseo?

Saltar al buen vivir es una invitación para que puedas animarte a dar el salto cuántico que te estaba faltando. Saltar es por definición “lanzarse desde un lugar alto para, generalmente, caer de pie” o “elevarse del suelo u otra superficie con impulso para caer en el mismo lugar o en otro”. Algunas aclaraciones convenientes que trascienden cualquier definición:

—Al saltar no siempre podemos caer de pie. ¿Te animas?

—Al saltar no siempre caemos en otro lugar. ¿Igual quieres hacerlo?

Algo sí está claro: por el solo hecho de hacerlo ya somos otros, ya somos diferentes, ya sumamos elementos nuevos para desarrollar una mirada distinta de esa obra de arte inconclusa que somos y que construimos día a día.

Saltar nos permite ver un mundo que no vemos cuando estamos presos de la fuerza de gravedad. Gravedad física y emocional.

Aunque ya te dijimos que este es un libro de acción, tan importante como accionar es revisar nuestro ser. ¿Quién estás siendo hoy? Partimos de la premisa de que no somos de determinada manera, sino que tenemos el poder de ir transformándonos.

No accionamos de la misma forma si tenemos miedo o si lo hacemos desde la confianza. No saltamos igual cuando lo hacemos desde la exigencia que al realizarlo desde el pleno disfrute. ¿Te has preguntado cuál sería la diferencia entre saltar con el peso de la culpa o sin ella? Qué distinto es un salto desde la vergüenza que hacerlo como si nadie te estuviera mirando. Saltar con resentimiento no tiene el mismo efecto ni la misma liviandad que si lo haces desde la paz.

Soltar es un entrenamiento que no nos enseñaron y por eso estamos muy agradecidos de que nuestro libro anterior haya llegado a miles de personas que encontraron una propuesta para poder hacerlo.

Saltar es una acción que alguna vez hemos experimentado físicamente en nuestras vidas: saltamos la soga, saltamos de un árbol, saltamos un charco, saltamos desde un escenario o desde una escalera, y hasta lo hemos hecho desde las alturas de un trampolín y ¡pum! a la piscina.

Pero aquí hablamos de otro salto, que sabemos que es posible, pero no siempre nos animamos a dar: el salto interior. Y no se trata de un salto al vacío –sin red– para hacernos pelota. Muy lejos de eso. No tendría sentido hacerlo si además nos hacemos daño. La idea es saltar para vivir y dejar vivir a los demás. ¿Les suena?

Lamentablemente, tampoco nos enseñaron a saltar. Venimos de una cultura en la que nos inculcaron que “más vale malo conocido que bueno por conocer” y que nos ha creado un apego tóxico a lo que hay, sin permitirnos asomarnos al mundo de posibilidades que se abre alrededor nuestro.

Un atleta necesita entrenar todos los días para poder saltar mejor y lo hace con distintas variables: salto de altura, salto de longitud, salto con pértiga, salto con obstáculos, triple salto… en cada uno de ellos desarrolla una técnica que va puliendo a medida que lo hace. Necesita un peso ideal y practicar todas sus fases: la carrera de aproximación, el despegue, el vuelo y la caída. Siempre es un espectáculo admirable para apreciar en los Juegos Olímpicos la impecabilidad de la técnica y, a la vez, la pirueta armoniosa que nos deja con la boca abierta.