MODELO PARA ARMAR
Tres son multitud
Hace más de 20 años, Roberto Mazzoni celebró su cumpleaños en un monoambiente de Buenos Aires. Estaba recién separado y extrañaba mucho a su hijo. De los veinte invitados solo fueron tres. Hubo regalos, abrazos, deseos de buenas nuevas, pero la gran mayoría pegó el faltazo. Roberto ofreció tragos y unos aperitivos para empezar la fiesta y el timbre nunca volvió a sonar. Luego llegó el tiempo de las pizzas y las empanadas, y seguían siendo tres invitados entretenidos y a pura charla. Sin embargo, Roberto estaba exultante. A la medianoche buscó la torta y se cantó el “feliz cumpleaños”.
Germán, uno de los invitados, tenía algunas dudas que lo desvelaban. Incluso preguntó varias veces en voz baja: ¿Realmente los habrá invitado? ¿Puede alguien estar tan feliz y con tanta comida de sobra? ¿No se dará cuenta de que si no fuera por nosotros tres no hubiera venido nadie? ¿Está feliz con este fracaso?
Justo cuando el cumpleañero apoyó la torta sobre la mesa y encendió las velas, Germán no aguantó más y le preguntó:
– Roberto, discúlpame, pero de los veinte invitados solo vinimos tres… Esto es un fracaso, ¿cómo puedes estar tan feliz?
Roberto lo miró con una placidez y una alegría en sus ojos que desorientó el peso de semejante imprudencia. Y le respondió enseguida:
– Somos los que tenemos que estar. El que no vino es porque consideró que este no era su lugar y está buenísimo que así sea. La libertad de elegir, amigo.
Pidió tres deseos en silencio y apagó las velas mientras Germán se quedó recalculando sus fríos cálculos. Uno disfrutaba de la calidad de su fiesta, el otro había estado enmarañado en pensamientos de sumas y restas. Hoy Germán sigue siendo muy amigo de Roberto y jura que esa noche aprendió a no controlar cuando hay algún convite. Los cumpleaños venideros de Germán fueron de una gran libertad porque Roberto le enseñó mucho con esa frase que hizo propia: “Somos los que tenemos que estar” .
¿Qué nos llevamos de la historia de Roberto?
Si nuestro compromiso es disfrutar el momento, lo haremos, más allá de lo que suceda. El compromiso de Roberto era celebrar la vida.
Siempre podemos elegir cómo nos paramos frente a una situación.
Roberto no controlaba cuántas personas asistían, disfrutaba su cumpleaños. En el control nos perdemos el momento presente.
Al abrirnos a la incertidumbre nos flexibilizamos, aceptamos el aquí y el ahora.
Cuando acepto la incertidumbre y me muevo en ella, puedo fluir, y en ese fluir también libero a los otros.
Cuando controlo lo que creo que “debe ser” me pierdo lo que sucede. Germán estaba más pendiente del timbre y de los cálculos que de disfrutar de la velada.
La fiesta era la misma: uno controlaba, el otro vivía el momento. El estado de ánimo de los dos amigos era bien distinto. Roberto estaba feliz, enfocado en su compromiso y Germán estaba insatisfecho, enfocado en lo que él creía que debía ser. ¿Quién dijo que tres personas es poco?
Luego de escuchar la historia de Roberto, te preguntamos:
¿Cómo vives tu vida?
¿Controlas que todo sea como “debe ser”?
¿Estás aferrado/a a tus certezas?
¿O en la libertad de aceptar lo que sucede aquí y ahora?
Capítulo 2
• Saltar a la abundanciaes creer que es posible crear algo que no existe aún.
• Saltar a la abundanciaes reconocer no solo todo lo que tienes, sino también todo lo que eres y la calidad con la que estás viviendo.
• Saltar a la abundanciaes ser agradecido/a de corazón y desde el amor por cada instante vivido.
Dinos cuál es tu definición de abundancia y te diremos cuán abundante eres.
La palabra abundancia está asociada a cantidad. Pareciera ser que mientras más tienes, más abundante eres. Según la Real Academia Española abundancia proviene del latín abundantia y refiere a una gran cantidad de algo. También habla de prosperidad, riqueza o bienestar. En el mundo occidental está pendiente la deconstrucción de esta palabra que identificamos solo con lo material. Proponemos salir de esa definición limitada porque creemos que ser abundante es mucho más que eso.
A continuación, te invitamos a escribir tu propia definición de abundancia.
—¿Cómo fue la experiencia?
—¿En qué eres abundante?
—¿En qué te consideras escaso?
Los seres humanos tenemos todas las posibilidades para ser y sentirnos abundantes. Sin embargo, solemos vivir la vida desde una escasez constante poniendo el ojo en lo que nos falta, en lo que no somos, en lo que no tenemos. Pareciera que siempre estamos en déficit. No nos cierran las cuentas y, generalmente, estamos insatisfechos.
Nos relacionamos con los demás desde el reclamo y no desde la gratitud. ¿Por qué será? Aprendimos a ser dependientes del cariño de los demás (familia, amigos/as, pareja, compañeros/as de trabajo) pero se olvidaron de explicarnos que la caridad bien entendida para dar amor empieza por uno/a mismo/a. Reclamamos un buen trato, pero nos destratamos todo el tiempo haciendo lo que sabemos que no nos hace bien.
Exigimos atención de los demás, pero pasamos años sin mirarnos por dentro y por fuera. Buscamos aprobación ajena y, sin embargo, somos incapaces de generar un gesto de gratificación con nosotros/as, aunque sea una vez al día. Repartimos besos y abrazos sin regalarnos nunca un abrazo sincero.
La abundancia tiene siempre que ver con nuestra mirada desde el amor hacia nosotros/as mismos/as y hacia el mundo.
—¿Cuánto hace que no te das un abrazo a ti mismo/a?
—¿Lo haces a menudo?
—¿Lo has hecho alguna vez?
—¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?
El 95 % de las personas que asisten a nuestros talleres nunca se dieron un abrazo. ¿Y tú?
Saltar a la abundanciaes amar quienes somos más allá de las circunstancias, las personas, las cosas materiales que nos rodean. Ese reconocimiento incluye nuestros valores. Reconocer quiénes estamos siendo hoy es similar a trabajar con plastilina, porque nos vamos moldeando todo el tiempo y si no lo hacemos, el tiempo se encarga de hacerlo. Una diferencia abismal entre que la vida pase y hacer que la vida te pase. No es lo mismo ni es igual.
Josefina pasó la Navidad con su hija Greta y su mamá Teresa en Mendoza, en lo de un matrimonio amigo que abrió su hermosa casa con una vista privilegiada: la cordillera de los Andes. A la medianoche, tras el brindis de rigor, Greta llevó a su mamá hacia el parque y le dijo:
– Quiero que seamos conscientes de que somos privilegiadas y bendecidas por esta noche. Que no se nos pase por alto.
Josefina miró con admiración a su hija de 22 años y se apuró a completar la experiencia diciéndole.
– Con la misma felicidad que si estuviéramos en casa y en pijamas, con amigos en Buenos Aires, en un hospital ayudando a enfermos o en los merenderos del Chaco. Nuestra felicidad no depende de dónde estemos… somos ricas más allá del lugar donde nos encontremos.
Saltar a la abundanciaempieza por sumar y no restar.
Saltar a la abundanciaes reconocer no solo todo lo que tienes, sino también todo lo que eres y la calidad con la que estás viviendo eso que tienes y que eres.
—¿Quién estás siendo en este momento de tu vida?
—¿Cuáles son tus valores?
—¿Cuánto vives de acuerdo a tus valores?
—¿En qué hechos cotidianos se manifiestan estos valores de manera concreta?
—¿Qué te está faltando?
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