El 30 de junio, Pedro de la Torre solicita a la Junta más dinero para poder seguir trabajando, porque había gastado más de los 4.000 ducados que había recibido. La Junta decidió que Esteban de Cervera, benedictino, Francisco Bautista, de la Compañía de Jesús, más conocido como el hermano Bautista, y fray Francisco de la Cruz, trinitario descalzo, tasaran lo que había realizado el arquitecto y la madera que había comprado, y se lo comunicaran. Por la tasación, firmada por los tres religiosos y por José de Villarreal, se declara que es necesario que se le dé una cantidad considerable, pues además de los dos arcos que tenía empezados, debía comenzar los otros dos, y solamente en madera necesitaba gastar mucho dinero, por lo que, aunque había recibido la primera paga, «tambien la segunda viene a ser primera». 58 La Junta ordenó que se le diese 3.500 ducados y otros mil ducados unos días después.
En la misma fecha, Ramírez de Prado, atendiendo a una petición de Pedro de la Torre en el sentido de que necesitaba más maestros y oficiales de arquitectura y carpintería para construir los arcos, dio orden para que, «en cualquier parte donde estubieran», 59 se sacaran y embargaran a estos artesanos con sus bancos y herramientas para que trabajaran en los arcos. Eso sí, el trabajo se les pagaría al contado.
En otra petición del arquitecto a la Junta declara que tenía armados los tres primeros arcos y para el último, el de Santa María, había comprado la madera. Asimismo, de los dos primeros tenía terminados los pedestales, columnas, cornisas y pilastras de los dos primeros cuerpos, y estaba fabricando los del tercero. Los gastos en materiales 60 habían sido considerables y todos los días recibía nuevos oficiales que los aumentaban, por lo que debía más de 3.000 ducados y hasta el momento sólo había recibido 7.500 ducados. Por ello, solicita que se le entregue una cantidad suficiente para poder continuar. Finalmente, por un acuerdo de la Junta del 6 de julio, 61 sabemos que el 2 de dicho mes el arquitecto había pedido 8.000 ducados y la Junta acordó, una vez más, tasar la obra que tenía hecha y adelantarle mil ducados.
La tasación la realizaron al día siguiente los tres religiosos y Juan de Villarreal, quienes comunicaron a la Junta que de la Torre no estaba conforme con la tasación del Arco del Prado, a pesar de que lo habían tasado al alza y que había intervenido el maestro arquitecto Antonio de Vita, uno de sus compañeros de mancomunidad. De la Torre pedía el doble de la mitad del precio en que se había tasado, aprovechándose, según ellos, de que Felipe IV había ordenado que las obras de la entrada estuvieran terminadas para finales de ese mes de junio. En vista de lo antecedente, la Junta acordó que para que se pudiera terminar la obra en condiciones de dinero y tiempo convenientes, teniendo en cuenta que el arquitecto estaba trabajando también en Toledo, 62 el dinero necesario para terminar los arcos se guardara en un arca de dos llaves, que quedarían, una en poder de Pedro de Villarreal y la otra en poder de Antonio de Vita, de donde se fueran sacando el importe de los jornales. Este mismo documento nos informa de que la escultura de los arcos se había contratado también con Pedro de la Torre, quien les había comunicado que, a pesar de que pagaba a los escultores 900 reales por cada estatua, estos no querían trabajar bajo sus órdenes, por lo que la Junta, dado los incumplimientos de la Torre y lo atrasado que estaba el trabajo, acordó concertar la escultura directamente con los escultores.
El incremento de las obras de los arcos, y con ello las sucesivas peticiones de dinero por parte de los artistas que los fabricaban, determinaron que la Junta solicitara a fray Francisco de San José y a José de Villarreal un tanteo de lo que podían llegar a costar. El 2 de agosto, ambos arquitectos declaran que el arco del Prado llegaría a 8.000 ducados como máximo, porque era mayor que el de los Italianos y tenía muchos adornos y trabajo por dentro y por fuera, que no se habían ajustado el día que se hizo el avanzo o presupuesto, y después tampoco se había podido hacer porque los arquitectos que lo estaban construyendo lo había impedido. Los otros dos, 63 de acuerdo con el presupuesto que se había hecho, llegarían a 5.000 ducados cada uno y el último, a 4.000 ducados. En total, los cuatro costarían a la Junta 22.000 ducados.
Como resultado del tanteo, Pedro de la Torre, con Antonio de Vita, José de la Torre, Gabriel Vázquez, Juan de la Torre y Francisco Belvilar, compañeros con los que había formado mancomunidad, el 9 de ese mes firmaron un nuevo contrato en el que se comprometían con la Junta a construir los cuatro arcos en blanco, alzados y adornos de las dos fachadas, así como el interior, por 23.000 ducados, los despojos para ellos, terminados para el 15 de septiembre, según las trazas hechas, aprobadas por Alonso Carbonel y firmadas por Ramírez de Prado. 64 Los escultores y pintores les debían poner las estatuas y cuadros a pie de arco, y asistir a su colocación. También se les facilitarían los toldos para cubrirlos. Los 9.500 ducados que les quedaban por cobrar hasta los 23.000 ducados se les pagaría a razón de 1.500 ducados cada sábado, a contar desde la fecha del contrato hasta el 15 de septiembre.
Los problemas de Pedro de la Torre con los escultores determinaron que el 18 de mayo la Junta decidiera contratar las esculturas que aún quedaban por fabricar con Sebastián de Herrera Barrionuevo –como figura en todos los documentos de esta entrada, incluida su firma–, 65 Manuel Pereira, Bernabé de Contreras y Juan Sánchez Barba, quienes se habían comprometido a tenerlas acabadas el 8 de julio, del tamaño que se les indicase y de acuerdo con las condiciones que habían visto en la Junta, de las que sólo sabemos que debían irlas entregando a Francisco Rizi según las fueran terminando y que cobrarían un total de 12.600 ducados, de los que recibirían 2.000 para comenzar el trabajo. 66
El 21 de julio, Pereira, Contreras y Sánchez Barba dieron poder a Sebastián de Herrera para pedir, demandar, recibir y cobrar en su nombre todo lo relacionado con el trabajo de la entrada. 67 El escultor no tardó en pedir a la Junta 4.000 ducados para poder continuar el trabajo, pues los materiales y los jornales habían superado los 2.000 ducados recibidos. Únicamente recibió 1.000, la misma cantidad que le volvieron a dar después de una segunda petición de otros 3.000 ducados. Finalmente, se conserva otro escrito del escultor en el que dice que en vez de los 3.000 ducados solicitados, necesita 4.000 ducados, porque entonces no sabía que el monarca le iba a ordenar que terminase las esculturas a la mayor brevedad posible, y aunque tenían muchas acabadas, no llegaba a la tercera parte del total, por lo que «para este aprieto tan grande y de tanta reputación en que me e metido» necesitaba esa cantidad. 68
En la relación de pagos efectuados a Sebastián de Herrera y compañeros 69 no se consigna ninguno de 3.000 ni de 4.000 ducados. Únicamente podemos añadir que cuando habían cobrado 5.500 ducados se elaboró una relación de las estatuas de los arcos que faltaban por hacer, seguramente a consecuencia del último escrito del escultor, que eran las siguientes: Europa, del primer arco; Asia, Tierra, Goa, Ormuz, Ceilán y Malacas del segundo: África y Apolo, del tercero; América y Neptuno, del cuarto. 70 Habían entregado ya a Rizi las estatuas de Alemania, Italia, Castilla, León y España, así como las cuatro Virtudes de la fachada principal del primer arco, y la Religión y los cuatro Vientos, de la fachada posterior. 71
Como consecuencia de esa relación, la Junta decidió que los escultores subscribieran otro contrato, que Sebastián de Herrera y Manuel Pereira, con sus dos compañeros, firmaron el 20 de septiembre, 72 en el que constaba que tenían a su cargo las estatuas de los cuatro arcos, las del Parnaso y la Leticia de la torrecilla del Prado, y que ahora don Lorenzo Ramírez había concertado todo, menos las Musas del Parnaso, que ya no se iban a hacer, en 12.500 ducados.
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