1 ...6 7 8 10 11 12 ...18 El impacto de esta visión y de estas reconstrucciones fue literalmente indescriptible: desde entonces el Emperador se identificó con Aníbal y con Escipión el Africano, cuyas figuras estuvieron presentes en todas las arquitecturas efímeras levantadas para celebrar su entrada en todas y cada una de las ciudades que recorrió, desde Sicilia a Nápoles y de sur a norte de toda la península hasta pasar a Francia, cuya ocupación había de intentar. Dejando de lado el resto de sus muchos puntos de interés, me fijaré solo en uno de ellos, la muerte de Dido:
En la altura de este monte el templo de esculapio se edifico e las çenizas de helisa dido con las reliquias de sicheo en perpetua memoria fueron collocadas en rico mausoleo, aunque todo de cimiento estaua perdido quando la muger de asdrubal, presa cartago, ella y el tuvieron fin y aquel fuego que duro diez y seis dias continuos. Estonçe fue destruydo aquel epitaphio que publio ouidio nason dixo estar sobre su sepultura (si liçito es creer las sabrosas mentiras de los poetas) el qual tal era:
Prebuit Aeneas causam mortis et ensem ipsa sua dido concidit sua manu
(Sanabria, Comentarios τ guerra de tunez , f. 137 v)
Como es sabido, en Túnez estuvo también Garcilaso de la Vega (Vaquero Serrano, 2013: 497-516), junto a otros poetas como Bernardo Tasso y Diego Hurtado de Mendoza, que dejaron memoria de ello en sus versos. Garcilaso fue herido en la mano y en la boca y desde allí debió de escribir los sonetos Boscán, las armas y el furor de Marte y Mario, el ingrato amor, como testigo ; posteriores son la Epístola a Boscán y sus églogas I y III, y en todos ellos se encuentran huellas de la experiencia tunecina, pero solo voy a ocuparme de una de ellas, la menos conocida: el epitafio de Dido:
Pues este nombre perdí,
«Dido, mujer de Siqueo»,
en mi muerte esto deseo
que se escriba sobre mí:
«El peor de los troyanos
dio la causa y el espada;
Dido, a tal punto llegada,
no puso más de las manos»
(Garcilaso de la Vega; Rivers, 2001: 59)
El pasaje de Alonso de Sanabria nos certifica que en el campamento de Cartago se habló de la desgraciada Elisa Dido, y basta este detalle para considerar muy alta la probabilidad de que este poema fuera compuesto en aquella ocasión, pues también Sanabria copia los versos de Ovidio traducidos por Garcilaso. En general, tiende a pensarse que sus composiciones octosilábicas son anteriores a su paso a Nápoles en 1532 (Lapesa, 1948: 189-190), pero la elección del metro podía estar condicionada por el público: ciertamente en Túnez había también un nutridísimo ejército italiano, aunque el ambiente poético, especialmente el castellano, no podía parecerse al napolitano y es muy improbable que muchos de los nobles castellanos estuvieran en condiciones de valorar un soneto, por eso las obras en endecasílabos vinculadas a esta expedición fueron dirigidas a Boscán o a amigos y protectores napolitanos; por otra parte, la brevedad del original latino podía prestarse a la elección de la esparsa como forma estrófica adecuada, también apropiada para la sentenciosidad del contenido.
Lo pertinente de este episodio es que Garcilaso no se hace aquí eco de la grandiosa propaganda histórico-humanística y caballeresca que el emperador puso en marcha tras la campaña; sus contenidos serán el material principal con que construyó el soneto a Boscán y la oda a Ginés de Sepúlveda pero en este caso lo que atrajo a Garcilaso fue la tragedia amorosa de Dido. Lo que movió su pluma fue la cosmovisión humanística que la nobleza y la intelectualidad castellana habían hecho suyas y el resultado, en este caso, aun siendo las circunstancias políticamente motivadas, sería exclusivamente poético y estético. Nos movemos ahora por tanto en el nivel más general de una ideología, la cosmovisión, y en un ámbito que nada tiene que ver con la gestión de la res publica ; en este caso la ideología funciona como signo de identidad del grupo social dominante y, particularmente, de su sector más innovador, el que había abrazado el humanismo (y, por ende, la admiración por la Antigüedad) y la internacionalización cultural, el que valoraba ante todo el valor social de la poesía y la importancia de la educación literaria y estética. Ni siquiera Alonso de Sanabria, a pesar de su condición eclesiástica y aun prefiriendo la interpretación historiográfica de una Dido casta y viuda ejemplar, avalada por precedentes tan dignos de fe como San Jerónimo (para la contextualización historiográfica completa, véase Ruiz de Elvira, 1990: 79-80, §4), ni siquiera él pudo esquivar el atractivo de las fábulas y mentiras poéticas. No era lo que su público pedía.
El poema ofrece también interés desde otro punto de vista. Omito aquí el estudio de la poesía producida en metros italianos por Garcilaso durante la campaña, esencialmente los dos sonetos y la epístola a Boscán que aún se hace eco de ella, y no puedo ocuparme por falta de tiempo de las repercusiones que pudo tener en la creación del mito de Elisa, base de las églogas I y III. Se trata de composiciones en verso italiano, una novedad entonces en ciernes y que quizá no había salido del círculo privilegiado del propio Garcilaso, su amigo Boscán y Diego Hurtado de Mendoza, cuya cronología es menos conocida. Estos poemas tenían su lugar natural en la corte napolitana, cuyas experiencias poéticas estaba asimilando y reformulando Garcilaso 8 y por el momento no debían de tener un gran eco entre los miembros de la corte; de ahí, pienso, la elección del octosílabo y la esparsa. Entre aquellos poemas y este breve epitafio hay un abismo cultural y estético: el que en este momento separaba la sociedad española de la napolitana; son consideraciones que nos ayudarán a enfocar el problema que pienso abordar a continuación.
El tema es doblemente significativo de los aires culturales que animaban el campamento del emperador y del estímulo a la imaginación del propio Garcilaso; 9 durante la primera mitad del siglo XVI, Dido apenas fue evocada por la literatura en español (Lida de Malkiel, 1974) ni por las bellas artes europeas (De Jong, 2009). Pero, sorprendentemente, a mediados de siglo se publicó un pliego suelto con la Tragedia de Los Amores de Eneas y de La Reyna Dido , 10 y entre los años cuarenta y cincuenta (con las imprecisiones habituales cuando se trata de datar los pliegos, solo superadas para los de origen burgalés por las investigaciones de Mercedes Fernández Valladares, 2005) se publicaron, siempre en pliegos, un notable número de romances de tema «cartaginés» (sintetizo datos de Beltran, 2017).
El que podemos documentar en fecha más temprana (desde 1547) es seguramente Por los bosques de Cartago , indudable adaptación de dos pasajes de la Eneida (Menéndez Pidal, 1932 y Di Stefano, 1989) que escenifica la violación de Dido, seguido de Por la mar navega Eneas (que relata su salida de Cartago y la desesperación de Dido) y el romance erudito de Alonso de Fuentes (numerosas ediciones desde 1550) Scipion esta en cartago ; durante los diez años que siguen aparecen Africa estaua llorosa, Emilia dueña romana, Citado esta Cipion, Enojada estaua Roma y Cartago florece en armas ; aunque se trata, a excepción del primer romance, de una moda erudita, que vivió relativamente encerrada en los romanceros publicados en forma de libro, he de llamar la atención sobre un curioso pliego de hacia 1555-1565 (Rodríguez-Moñino, 1997: 734): «Aquí se contienen tres romances / ahora nueuamente impressos. El primero es de la / destruycion de Carthago. Y los / otros de Annibal». Los romances son Ganada esta ya Cartago , sobre la rendición de Asdrúbal y la viril muerte de su mujer en el incendio que arrasó la ciudad, Muy quexoso esta Annibal , sobre el mote que le echó a Escipión en un supuesto encuentro en la corte de Antíoco, y Anibal desesperado , sobre su suicidio. Dos de estos romances procedían de sendos libros anteriores, los romanceros de Lorenzo de Sepúlveda y Alonso de Fuentes, que desembocan así en los pliegos, lectura de clases letradas y no popular como a menudo se viene pensando (Beltran, 2005 a ), pero de mucha mayor divulgación por la peculiaridad de sus canales de transmisión y bajo precio.
Читать дальше