Es el recurso más efectivo, no sólo para desarrollar habilidades cerebrales clave para el trabajo y la vida, sino también, y fundamentalmente, para mejorar la salud mental.
Son numerosas las investigaciones que corroboraron su eficacia. Una más que interesante es la que emprendió la doctora Karlene Ball, de la Universidad de Alabama, en Birmingham.
Esta especialista demostró que diez sesiones son suficientes para que se observen mejoras importantes, equivalentes al deterioro en las funciones mentales que se produciría de manera natural en un período de 7 a 14 años.
¿Cómo funciona? Imaginar que se están repasando operaciones matemáticas para ayudar a un hijo en la próxima evaluación escolar.
Si fuera posible realizar un escaneo del cerebro con un resonador mientras se efectúa esta tarea, se detectaría un mayor flujo sanguíneo en las áreas que el cerebro está utilizando.
Eso sucede porque el sistema nervioso demanda importantes cantidades de energía para las regiones que trabajan, lo que indica un correlato directo entre el flujo sanguíneo necesario y el metabolismo neural.
Anatómicamente, la sangre que llega al cerebro no sólo sirve como sustento y nutrición para las neuronas, sino que además modula la forma en que éstas procesan la información.
Cuanta más sangre fluye hacia una región cerebral, mayor actividad se detecta, potenciando la función de la zona que representa.
Si esto se sostiene en el tiempo, es posible lograr una modificación a largo plazo, facilitando el procesamiento de la información que una persona decidió entrenar.
Algunos ejemplos:
• Un publicista trabajará en pos del desarrollo de su inteligencia.
• Una secretaria ejecutiva intentará optimizar su capacidad para mantener online la información relevante minimizando los olvidos (a partir de mejorar su memoria de trabajo).
• Un croupier se concentrará en incrementar su velocidad de procesamiento-respuesta más una elevada capacidad atencional.
¿Los resultados? A largo plazo, la estimulación neurocognitiva impacta positivamente en las funciones mentales que cada persona necesita optimizar.
Para lograrlo, es necesario mantener el cerebro “activo” con un plan de ejercitación a medida que permita un equilibrio entre el cambio, el desafío y el aprendizaje.
Ejercicio 3 
¿Cuál es la figura que completa las series 1 y 2?
Atributos posibles
Cuando se ejecuta con constancia, el entrenamiento neurocognitivo permite:
• Resolver con mayor eficacia y creatividad los problemas que se presentan.
• Percibir la realidad desde puntos de vista diferentes o alternativos, lo que agiliza los procesos de pensamiento y contribuye al desarrollo de inteligencia.
• Anticiparse al futuro y entender las relaciones causa – efecto.
• Planificar y proyectar con mayor grado de organización.
• Discernir lo esencial de lo accesorio o secundario y descubrir relaciones que antes permanecían ocultas.
• Entender mejor cómo funciona el mundo, lo que permite diseñar estrategias más adecuadas para afrontar las circunstancias cambiantes de la vida.
El cerebro es como un músculo y, al igual que en la actividad física, el ejercicio mental debe mantenerse activo: no sólo mejora las funciones cognitivas, también produce un cambio en el cerebro mismo.
Por el contrario, si falta actividad, se debilita su funcionamiento.
Cada función neurocognitiva responde a circuitos neuronales específicos, por lo que necesitamos diferentes ejercicios para desarrollarlas.
Los gimnasios cerebrales proporcionan el ámbito ideal para fomentar a pleno las capacidades que es necesario fortalecer para desempeñarse tanto en el trabajo como en la vida social y familiar.
Un programa de entrenamiento neurocognitivo brinda una estimulación cerebral a medida, partiendo de las fortalezas y debilidades cognitivas que se detecten.
Normalmente, se trabaja sobre categorías amplias y abarcativas, que incluyen:
• Atención.
• Concentración.
• Memorias de diferentes tipos.
• Capacidad visual.
• Razonamiento y resolución de problemas.
• Monitoreo emocional.
• Desarrollo de creatividad.
• Motivación.
Luego se diseña un plan de entrenamiento que propicie situaciones novedosas y desplace al cerebro de su zona de confort mediante una multiplicidad de estímulos que representen nuevos desafíos.
Estos programas se complementan con otros dirigidos a mejorar la eficacia en la toma de decisiones en contextos que se simulan como caóticos para poner a prueba los resultados obtenidos.
Por ejemplo, el caos conspira contra la atención y sin una adecuada capacidad atencional no funciona la memoria de largo plazo.
Asimismo, la memoria de corto plazo (o de trabajo) juega un rol esencial en la resolución de los problemas que suelen presentarse como rayos.
Todo esto repercute en la armonía interior que se intenta alcanzar.
Partiendo de esta premisa, los ejercicios ayudan a desarrollar capacidad de concentración aún cuando el contexto sea hostil. Una habilidad imprescindible para evitar que la mente se disperse y, al mismo tiempo, logre diferenciar lo esencial de lo secundario.
Ejercicio 4 
Memorizar la siguiente vocal con los diferentes símbolos que la acompañan. Luego completar la cuadrilla inferior con la mayor velocidad posible y sin saltear ningún casillero.
Los sentimientos a clase
Para liderar las emociones y manejar el estrés, se trabaja sistemáticamente con un conjunto de técnicas destinadas a construir y potenciar la efectividad de varios neurocircuitos.
Entre ellos destacan los vinculados a la relajación, la empatía, la creatividad, el placer y el bienestar.
Por ejemplo, la resignificación reduce la intensidad de las experiencias negativas mientras que los pensamientos relacionados con la felicidad, el éxito y la alegría activan, refuerzan y establecen nuevos circuitos neuronales.
Quien aprende a emplazarlos en la mente en forma sistemática logra un gran punto de partida para el automonitoreo emocional.
Lo único que se necesita es voluntad para focalizarse y concentrarse en los cambios a realizar. Luego el cerebro se encargará de solidificar los resultados.
Asimismo, y dado que las emociones tienen, para bien y para mal, grandes repercusiones fisiológicas, cada sujeto puede elegir entre una batería de técnicas.
Desde ejercicios de respiración relajante y antiestrés hasta la meditación trascendental, pasando por un etcétera muy nutrido.
En líneas generales, las técnicas de autorregulación emocional no sólo contribuyen al automonitoreo del estrés y mejora del estado de ánimo y la actitud.
También modifican neurocircuitos que, a priori, parecen muy resistentes, como el malhumor o la negatividad que caracteriza a algunas personas.
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