De este modo mis hombres se portaron dignamente, e independiente de su modo de pensar ideológico, siempre les habrá quedado en su fuero interno en el transcurrir de los años, la satisfacción de haber sido fieles a la bandera republicana a la que habían prometido fidelidad. Creo sinceramente que todos mis hombres me apreciaban y me lo demostraron en muchas ocasiones cuando surgieron incidencias como consecuencia de nuestra labor en el frente, con frecuentes tempestades de nieve que originaban muchísimas averías en nuestras líneas telefónicas. En muchas ocasiones y por la noche se tenía que movilizar mucho personal para estas reparaciones y era frecuente regresar un grupo de hombres y tener que salir inmediatamente para otras averías. En estos casos no daba órdenes y lo pedía por favor, incluso a veces yo mismo les acompañaba en contra de su voluntad. El delegado político de la Compañía, Ramón Calpe, fue un excelente combatiente y en él tuve un admirable colaborador. Desde un principio, al llegar al frente, les obligué a que me tuteasen y esta confianza en ningún momento alteró el respeto que me debían. Otro detalle significativo consistió en interesarme por la marcha pesada que tuvimos que soportar desde La Seu d’Urgell hasta puigcerdà. Yo disponía de un caballo y este siempre iba cabalgado por alguno de mis soldados y a veces dos, según el agotamiento de algunos, independiente de maletas y macutos. Me viene ahora a la memoria cómo pude tener un caballo.
En mi época de ayudante del comandante Ródenas y estando realizando una inspección de rutina en el frente de piedras de Aholo (Lleida), terreno muy rocoso de grandes precipicios, me encontré totalmente aislado, como perdido, un caballo con su correspondiente silla de montar. Era alto, de pelo negro brillante, de excelente lámina, estilo inglés. Lo tomé y nadie lo reclamó aunque por La Seu d’Urgell lo utilizaba para mis desplazamientos. Como en la Escuela popular de Ingenieros, en villarreal, las Transmisiones era cuerpo montado, había realizado un curso muy intensivo de equitación y ello me incitó a disfrutar de este ejercicio. Al destinarme a la Brigada de Guardias de Asalto me lo llevé. En las alturas pirenaicas mi caballo de raza no estaba en su elemento. Un día un campesino catalán me enseñó un caballo del terreno, de pelo canelo, bajo de patas y por tanto menos estilizado que el mío. Me lo enseñaba con la pretensión de cambiármelo por el mío, como vulgarmente se dice, pelo a pelo. Me sentí ofendido por la oferta y se lo dije.
El campesino: No se enoje por mi propuesta. En efecto, su caballo es de limpia estampa, pero como cuando usted lo monta le veo más tiempo en el suelo que sobre el lomo del caballo…
Tenía razón este payés. Teniendo casi siempre la nieve permanente, resbalaba con mucha facilidad y por ser los precipicios de profundidades impresionantes lo montaba con mucho temor. Me propuso dejarme su caballo tres o cuatro días para probarlo. Accedí y cual no fue mi sorpresa al conocer la ventaja de tener un caballo que sabía subir, bajar, se conocía todos los caminos y, aunque parezca absurdo, también sabía patinar, cuando bajando por los caminos la nieve se había convertido en hielo. Por seguridad de mi integridad física me quedé con él.
Juan Marín y José Huguet, en 1936, con 16 años, recién incorporados al Batallón de la FUE. AFM.
En Alicante con el distintivo de la FUE en el uniforme, 1936. AFM.
Cuartel de Benalúa (Alicante) 1936. De izquierda a derecha: Fernando Ferraz, José Huguet, Juan Marín, Rafael Bonet, Enrique Talón, Rafael Izquierdo, Rafael Talón, Francisco Canet y Luis Galán. AFM.
Cuartel de Benalúa, 1936. De izquierda a derecha: José Domingo, José Orozco, Ricardo Muñoz Suay, Fernando Ferraz, Rafael Talón y Luis Galán. AFM.
Rafael Izquierdo, Juan Marín y José Huguet. AFM.
Juan Marín y José Cantó. Benalúa 1936. AFM.
De izquierda a derecha: Baltasar Bonet, Juan Gómez, Enrique Talón, José Orozco, Martí Talón y Fernando Ferraz. AFM.
Junto a Ricardo Muñoz Suay, cuando actuaba como su secretario en la UFEH. Esta foto la tomó su hermano Vicente en marzo de 1937. AFM.
Nombramiento oficial Teniente de Ingenieros – Transmisiones. Noviembre de 1937.
Recién salido de la Escuela Popular de Guerra, 1937. AFM.
Frente de Tremp (Lérida), organizando la red de transmisiones con mi compañía, 1938. AFM.
En Pons (Lérida) en el frente de Cataluña, 1938. AFM.
Milly (Auxerre), trabajando como agricultor. A la izquierda el amigo Solá y su esposa, marzo de 1940. Juan Marín agachado con boina sosteniendo un niño. AFM.
En el campo de concentración de Vernet d’Ariège con Ramón Calpe después de la retirada del Ejército de la República, 1939. AFM.
En París cuando trabajo con mi amigo Pinsot, 1940. AFM.
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