Lo cierto es que la dinámica binaria de opuestos de género dentro del movimiento las volvió a emplazar en papeles silenciados, y que “los papeles que llevaban a cabo—de esposa, madre, amante o musa—las oscurecía como artistas” (Johnson, R. 2004(a): 23). 55Pero fueron estos roles, entendidos desde una feminidad Beat, los que generaron espacios creativos de female Beatness en sus obras, contrarrestando ese silencio con fuertes voces que desvinculaban lo doméstico de lo tradicional y ponían la poesía al servicio de una visión transgresora dentro de las relaciones de pareja, familiares, y la maternidad:
En los muchos experimentos literarios que las escritoras Beat han llevado a cabo, lo doméstido o lo cotidiano se encuentra como material y contexto de inmersión en lo “beat” y su transformación […]. Las mujeres Beat muestran que se metieron en los papeles mandatorios de madre, esposa, amante, pero junto a la libertad sexual bohemia y a través de la perspectiva de las preocupaciones existenciales hípster, y que volcaron esta redefinición de papeles en su escritura Beat. En el arte como en la vida, las Beats liberaron los roles domésticos del enclaustramiento patriarcal y los trasladaron a la apertura y flexibilidad de la bohemia. (Johnson, R. 2004(a): 23, 26) 56
Un ejemplo de la transformación de estos papeles tradicionales (esposa o compañera silenciada) y del deseo de revisar patrones y dinámicas heterosexuales se encuentra en el hecho de que las memorias y poesía de escritoras Beat, en gran medida, meditan y expresan inquietudes y aspectos de sus relaciones con sus compañeros, desafiando el predominante rule of Cool impuesto por una ética Beat masculinista. El código marcado por “la regla de la Impasibilidad” (impertubabilidad e inmutabilidad a estímulos externos) de los Beat instauraba un rechazo hacia la expresividad y los juicios emocionales, un laconismo, sobre todo en las relaciones interpersonales e íntimas; norma con la que las escritoras Beat debían jugar para pertenecer al grupo contracultural, pero que claramente diseccionaban, socavaban y criticaban en sus escritos. El rule of Cool, que implicaba una represión de las expresiones emotivas y sentimentales, se originaba en el nihilismo y desencanto de los exhaustos y desarraigados hípsters de mediados de los cuarenta que Kerouac y el núcleo de hombres Beat tomaron como modelos (Johnson y Grace 7). Sin embargo, la posibilidad de expresarse de forma auténtica, sin máscaras, en sitios públicos y colectivos (charlar en cafés, fiestas), era uno de los aspectos que las mujeres Beat del momento más valoraban, según el estudio sociológico de Wini Breines (1994).
La posición histórica de las mujeres Beat las desvincula de esta escena de desencanto existencial y nihilismo inexpresivo muy relacionado con la masculinidad y su reacción a la Segunda Guerra Mundial. Aunque arduo, las mujeres tenían ante sí un camino de libertad por recorrer nuevo y emocionante, el cual habían saboreado gracias a la reestructuración del espacio público en la guerra. La esperanza en torno a la realización personal y a la expresión subjetiva en el ámbito social y cultural (con su búsqueda de vínculo y comunicación con el “otro”) se encontraba en el impulso de sus expresiones literarias.
La feminidad Beat también incluye, como punto importante en sus transgresiones y nuevas formas de vida, la liberación sexual, entendida como la exploración de la sexualidad desde parámetros del deseo del sujeto femenino. Mientras que para los hombres Beat la promiscuidad sexual, tanto heterosexual como homosexual, como ya hemos visto, podría estar relacionada con la aversión al compromiso de la monogamia heterosexual, las mujeres Beat que abrazaban el amor libre reivindicaban desde una posición política y poética (en sus creaciones artísticas) el control de su cuerpo y deseo.
Desde el plano social y creativo, la toma de conciencia de su libertad sexual fue elemento clave para la reinvención de una individualidad, subjetividad e identidad femeninas: “Como los trabajos de estas mujeres atestiguan, la libertad sexual—la capacidad de tener cuando quisieran amantes tanto masculinos como femeninos— está en el corazón de la subjetividad femenina Beat, y también de su escritura, aunque no fue tan central como en la siguiente era de la revolución sexual” (Johnson, R. 2004(a): 14). 57Por supuesto, este espacio de reivindicación quedaba lejos de ser entendido a lo largo de los cincuenta como gesto político y como parte de los objetivos Beat femeninos (y feministas) de individualismo ante la alienación y el conformismo.
Un aspecto importante del amor libre en las obras y vidas de las mujeres Beat consiste en que, en vez de realzar la oposición entre hombres y mujeres (como ocurría a menudo en la literatura Beat masculina), se utilizaba como herramienta poética y creativa para debatir sobre las realidades de la intimidad heterosexual (Diane di Prima, Brenda Frazer), o para proponer una armonía más allá del género en la unión espiritual entre los sexos (Lenore Kandel, Anne Waldman). En ambos casos, la heterosexualidad en el imaginario Beat femenino buscaba revisiones o cancelaciones de las dinámicas de género imperantes de separación y oposición.
Desde el discurso cultural mediático y literario masculinos, la experimentación de libertad sexual de las rebeldes Beat con vidas bohemias, de las Beat chicks o de las seguidoras beatnik de fin de semana, fue utilizado para sobre-sexualizar a la mujer en detrimento de su capacidad de decisión y reivindicación política. La revalorización de las beatniks como agentes de cambio social y como precursoras de la segunda ola feminista y su revolución sexual, como argumenta la socióloga Wini Breines, es fundamental para contrarrestar el silencio y la objetivización a los que se sometió a las mujeres blancas de clase media en los años cincuenta.
Además, el gran número y la predominante presencia de mujeres Beat y beatniks (es decir, no sólo artistas, sino mujeres que seguían el estilo de vida bohemio) hizo que estas portadoras de la revolución sexual como “chicas malas” fueran figuras mayoritarias (en absoluto minoría) de transgresión social dentro la contracultura de la época, y por lo tanto protagonistas directas de la expansión del fenómeno Beat y su importancia a esferas sociológicas y extraliterarias. Como apunta Clinton Starr: “Los icónicos Ginsberg y Kerouac eran sólo dos miembros […] de un fenómeno social y cultural mucho más amplio. [Hay que] enfatizar un componente clave de la Generación Beat que ha sido ignorado. El hecho es que a finales de los 50 el grupo que seguía a los beatniks y ejercía la bohemia de fin de semana constituían la aplastante mayoría de la Generación Beat” (45), y gran parte de esa mayoría eran mujeres. 58
Las consecuencias de la promiscuidad femenina en forma de embarazos no deseados no eran tan destacadas en los medios de comunicación como la violencia y el crimen con relación a los hombres Beat (Breines 1994: 384). Así, las dificultades a las que se enfrentaban las bohemias en su revolución sexual por la falta de medidas contraceptivas (legalizadas en 1972 en los Estados Unidos), la práctica regular de abortos e histerectomías clandestinos, además de las experiencias como madres solteras y/o con hijos interraciales, eran silenciadas en el discurso cultural, reduciendo así su relevancia social.
Aunque la bisexualidad formaba parte de la práctica de liberación sexual, la heterosexualidad, y la maternidad como resultado, figuran como temáticas literarias recurrentes en las obras de escritoras Beat. Si bien la maternidad no restaría fuerza a su deseo de llevar estilos de vida alternativos y artísticos, sus testimonios prueban la dificultad de vivir esta experiencia como creadoras y artistas. Sin modelos en los que apoyarse, estas mujeres se reinventaron como madres bohemias con la imaginación y sentido práctico necesarios para sobrellevar el conflicto en torno al impulso creativo y la ausencia de apoyo por parte de sus compañeros en esta labor.
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