En lo que respecta a la intensidad represora ejercida por el régimen parecía que todo seguía igual, pues a comienzos de año continuaban dictándose sentencias en el TOP. En efecto, el 6 de enero de 1974 comenzó el consejo de guerra, Causa Militar 106, contra Salvador Puig Antich, José Luis Pons Llovet y María Angustias Mateos Fernández, con dos penas de muerte exigidas por la fiscalía para Puig Antich y treinta años de reclusión para Pons. En su declaración, Puig Antich había confesado su pertenencia al MIL desde octubre de 1972. Después de cuatro días de juicio, Puig Antich fue condenado a la pena capital más treinta años de cárcel, Pons a treinta años y Mateos a cinco años.
Conocida la sentencia, 26 entidades sociales barcelonesas pidieron clemencia al gobierno sin resultado positivo, entre ellas los Colegios Oficiales que exigían la abolición de la pena de muerte, 53 periodistas y el Club Amigos de la UNESCO. Por el contrario, no hubo reacción gubernativa al respecto a pesar de que la presión internacional ejercida por grupos de ciudadanos contrarios a la injusticia ejercida por el régimen se hacía notar mediante manifestaciones contra los consulados españoles en Turín y Zúrich, extendiéndose posteriormente a otras capitales europeas.
La CCFPC también aportó su grano de arena difundiendo un comunicado en enero de 1974, declarando el atentado contra Carrero Blanco como un hecho de extraordinaria importancia, criticando a la vez las severas sentencias aplicadas por el TOP en los casos de militantes del M.I.L. y de CC.OO.
Sin duda este nuevo gobierno no entró con buen pie, pues no tardó mucho tiempo en recibir las primeras críticas de su gestión. En un artículo que hacía referencia a los medios de comunicación, se decía: «Vuelven los hombres de la Ley Fraga en referencia a Pío Cabanillas». El Concordato con la Iglesia fue otro punto de fricción donde el cardenal Tarancón anunciaba el 30 de enero de 1974 que era fundamental clarificar conceptos, ya que no era lógico pensar que la Santa Sede pudiera formalizar un tratado con un gobierno, sin asesoramiento de la Iglesia nacional interesada. Y por si fuera poco, el día 22 de enero, la peseta fue puesta en flotación de cara a la consecución de un cambio efectivo lo más constante posible. Esta noticia fue valorada positivamente por algunos especialistas, entre ellos Narcís Serra, economista y profesor de la UAB, quien calificó esa estrategia como una hábil maniobra.
Por otro lado, la conferencia ofrecida por Alfonso Osorio el 28 de enero en el Club Siglo XXI, con el título «Democratizar nuestra vida política sin modificar las Leyes Fundamentales», proponía un nuevo rumbo a seguir con la clara intención de preparar la próxima sucesión en la Jefatura del Estado. Los temas y propuestas eran variados, desde la monarquía hereditaria (garantizar a Felipe de Borbón como heredero), el papel del rey (no debe deponer a un jefe de gobierno), la representación política (consejeros nacionales, elección directa por mayores de edad), las asociaciones (todas dentro del Consejo Nacional del Movimiento) y la preocupación por la continuidad (franquismo sin Franco).
El 1º de febrero de 1974, Alfonso de Borbón, casado con la nieta de Franco, para salir de dudas ante algunos que pretendían la competencia con el príncipe Juan Carlos, hizo la siguiente declaración desmarcándose del camino a la corona: «El futuro está encarnado en mi primo, el príncipe de España».
El día 7, el consejo de guerra contra cuatro trabajadores detenidos por los sucesos de la Central Térmica del Besós sentenció a cuatro años de prisión a Manuel Pérez Ezquerra y un año para Leonardo Ferrero, Fernando Lozano y José Moreno. El día 13 se publicó la sentencia contra el sacerdote Lluís Mª Xirinachs por la que fue condenado a tres años de prisión, corroborando de esta manera la incansable persecución del régimen ante los contestatarios.
La reacción ante todos estos atropellos no tardó en llegar desde Cataluña y vino de la mano de trescientos intelectuales que firmaron un escrito pidiendo clemencia para Puig Antich, siendo todo esfuerzo en vano, ya que, el primero de marzo de 1974 se ejecutó la sentencia401. En un comunicado escueto, la prensa nacional informó del hecho:
«Esta mañana, ha sido ejecutado en la cárcel Modelo al garrote vil, Salvador Puig Antich. También el súbdito polaco Heinz Txez en la cárcel de Tarragona. Según el ministro de Información Pío Cabanillas, un acto de justicia es fundamentalmente un acto de justicia».
Sin duda, daba la sensación de que la suerte ya estaba echada con antelación, sobre todo si seguimos las afirmaciones efectuadas por el periodista Manuel Campo Vidal (dato no confirmado), en la que insinuaba que la ejecución de Puig Antich fue pactada con anterioridad con la policía por el ministro de la Gobernación Carlos Arias Navarro, que cumplió siendo ya presidente del gobierno.
El día 5 de marzo se desarrollaron en relación con la ejecución diversos incidentes en diferentes facultades, en las calles de Barcelona y en la plaza Cataluña, mientras que en paralelo continuaba la recogida de telegramas de adhesión a la persona de monseñor Antonio Añoveros, obispo de Bilbao. Parecía que cuanto más pasaban los meses, la tensión política y social iba in crescendo, brotando continuamente nuevos focos de protesta, aunque sorprendentemente la primera chispa seria revolucionaria de este conflictivo 1974 vendría desde Portugal.
El 14 de marzo, el articulista y escritor Manuel Vázquez Montalbán hacía referencia a un libro del general portugués Antonio de Spinola en el que este recomendaba una solución política para el problema de las colonias portuguesas en África, avanzando la hora de la verdad del cambio político en Portugal. António Sebastião Ribeiro de Spínola y Francisco da Costa Gomes fueron sustituidos por el primer ministro Marcelo Caetano402.
Mientras tanto, en Madrid, otro artículo en torno al profesor Enrique Tierno Galván, futuro alcalde de Madrid y uno de los actores principales de la Transición Española, insinuaba su posible retorno digno a la Universidad, anunciando en la prensa que «El orden político es garantía de orden público y no al revés»403.
Abril de 1974 ha pasado a la historia como el mes donde triunfó la «Revolución de los Claveles» en Portugal, aunque también sucedieron otros acontecimientos de alto realce informativo como el fallecimiento del presidente francés Georges Pompidou, víctima del cáncer, llevando su enfermedad en secreto hasta el último momento.
El 25 de abril triunfó el golpe de estado en Portugal potenciado desde dentro del propio Ejército, deteniendo a los ministros de Interior, Defensa y Marina. A partir de aquel momento, comenzó el regreso de los exiliados portugueses expulsados por la dictadura, entre ellos, Mario Soares404, líder del socialismo portugués.
En España, con el empresario Juan Vilá Reyes en libertad, el caso Matesa seguía dando que hablar debido al rechazo de cincuenta de los 195 testigos de la defensa. Sin embargo, cada vez más los comentarios políticos publicados en la prensa con cierto trasfondo reivindicativo iban copando poco a poco las hojas de actualidad, presintiendo un cambio relativamente próximo. El periodista Ramón Pi se refería así a las fuerzas presenciales en la vida política. Según él, estas se podían dividir entre los favorecidos o tolerados por el régimen y los proscritos, y su clasificación era la siguiente: Las fuerzas históricas con los falangistas que, aunque la Falange no existía, si existían los falangistas del Frente de Juventudes, Círculos Doctrinales de José Antonio, miembros del FES, del Club 401, etc.; los católicos herederos de la CEDA que publicaban con las siglas D.C. evocando la Democracia Cristiana; los seguidores de Joaquín Ruiz Jiménez alrededor de la publicación Cuadernos para el Diálogo y cercanos a la socialdemocracia de Willy Brandt405; los monárquicos, diferenciados entre los juanistas y los juancarlistas; los carlistas o tradicionalistas, que desde el decreto de unificación en 1937 acabó también con los carlistas como tales, habiendo algunos que aceptaron las tesis juanistas, otros, los juancarlistas y los que quedaron fuera del sistema que crearon el Partido Carlista; y finalmente los tecnócratas capitaneados por Laureano López Rodó, Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio. En el otro extremo se hallaban los ilegales, los marginados: eran los comunistas, divididos en carrillistas y prosoviéticos; los grupos marxistas pro y filo., FRAP, MIL (anarquistas), etc.; los carlistas de tendencia socialista; los separatistas, ETA y en Cataluña los partidos que reclamaban el retorno del Estatuto de 1932406.
Читать дальше