Ahora te contaré la historia de Catalina, quien fue una de las primeras personas que acompañé cuando empecé a ofrecer sesiones personalizadas. De hecho, en esa época no me había metido tanto en el tema de las relaciones de pareja, sino que me enfocaba en el manejo de los desórdenes alimenticios. Trabajaba lo relacionado con el fondo emocional que había detrás de dichos desórdenes, es decir, de la razón por la que no estaban a gusto con su cuerpo. Lo que les generaba unas conductas que las hacían refugiarse en unos extremos, fuera estos el comer más de la cuenta o comer menos. Lo más preocupante era que en tal estado se negaban la posibilidad de darle importancia a su autoestima y autoconfianza. Y mira que el haber pasado por eso no significa para nada que la persona sea mala, sino que al encerrarse en su problema creaban una dificultad mayor.
Cuando iniciamos las consultas Catalina me dijo que la principal razón por la que buscaba ayuda era porque además de no sentirse a gusto con su cuerpo, lo que más le mortificaba era que por eso no podía conseguir novio. Te confieso que de inmediato me vi reflejado en la situación de ella. Eso me revolvió las fibras a tal punto que me vi de nuevo como ese ‘gordo’ mejor amigo, convencido de que no podía tener una relación amorosa y que no lo iban a mirar de la mejor forma. Entendí rápidamente que la clave estaba en empezar a trabajar en todas sus cualidades, en que ella identificara los puntos que tenía a su favor.
¿Suena paradójico, cierto? Pero tiene sentido, porque frecuentemente nos enfocamos en el problema y nos olvidamos de que tal vez estamos obviando todas nuestras capacidades. Así iniciamos con Catalina un muy buen proceso en el que trabajamos en su carácter, en sus cualidades. Lo que hicimos fue precisamente empezar a trabajar en todas sus cosas buenas, que eran muchas. Y por supuesto, en identificar cuál era su problema real y cómo, al identificarlo, podía ir resolviendo el rompecabezas de su vida.
Mira que cuando logramos cambiar la forma de vernos, o incluso algunos de nuestros comportamientos, todo eso influye de forma tan positiva en nuestro equilibrio emocional. La cuestión está en que, aun sabiendo nuestro problema, de vez en cuando nos viene bien una mirada externa que nos dé un poco de luz, una palabra, un pequeño empujón. Esto sucede porque una opinión de un amigo, conocido, o en este caso mía, ayuda mucho, pues es una mirada desde otro ángulo, y siempre será provechosa una palabra de aliento.
Por el contrario, la clave para que un problema se mantenga en el tiempo es sencillamente ocultarlo, dejarlo ahí, no reconocerlo, ni compartirlo. Los gordos nos comemos la tristeza, literal. Eso me pasó a mí y a más de una persona con la que he trabajado. Seguramente recuerdas que durante mucho tiempo estuviste con un problema o queriendo tomar una decisión, pero no lo hacías porque te daba miedo o porque le veías muchos riesgos. Resulta que una vez te decidiste a dar el paso notaste un gran cambio y ahí mismo te dijiste sorprendida: “¡¿Por qué me demoré tanto?!”.
Lo primordial que te recomiendo es aceptar la situación en la que te encuentras. Pero esta aceptación no es resignación, sino una mirada sensata y positiva sobre lo que eres. Esto se basa en lo que te enfocas para aceptarte. Según Tony Robbins (autor, motivador y empresario americano), los seres humanos tomamos decisiones según nuestro enfoque. Él propone estas conexiones: en lo que te enfocas sientes, cómo te sientes piensas, y, según piensas, actúas.
Entonces, si te enfocas solo en tu cuerpo y lo que te falta, te vas a sentir mal e insuficiente. Vas a pensar en todo lo que respalda a esas emociones, vas a justificarlo, y, con base en eso, decidirás que no eres suficiente. Esto te llevará a quedarte callada y resignada. Tanto así que preferirás estar en la zona de mejor amiga, por sentir que no eres suficiente para algo más.
El paso inicial con Catalina fue dedicarle tiempo a escribir su situación de ese momento y le pedí que lo hiciera con una mezcla de libertad y de cariño propio para que lograra decirse: “No me voy a sentir mal”, y que no se iba a rechazar, que no iba a dejar de quererse, que se iba a aceptar; y que ese era el primer paso, aceptarse. Y a veces nos olvidamos de lo provechoso que es escribirnos a nosotros mismos, ya sea en un diario o en una agenda. Nada mejor que plasmar con nuestro puño y letra lo que sentimos, eso nos ayuda a sacar tanta cosa que guardamos. Además, nos permite, pasado un tiempo, volver a leer esas notas con una mirada más comprensiva.
Una vez que Catalina avanzó en su proceso de aceptación hicimos algunas sesiones para que se mirara profundamente. Entonces su vida empezó a cambiar, ya se miraba con otros ojos, y reconoció que entre más se aceptara nadie la iba a mirar con inferioridad o rechazar; porque ella misma se aceptaba y no veía su condición actual como un defecto. Fue sorprendente cómo este cambio nos permitió empezar a indagar con Catalina sobre todas esas características y cualidades que poseía y que no quería ver. Así pudimos cambiar su enfoque de lo negativo a lo positivo. Incluso, identificamos que así las reconociera todavía existía en ella la creencia de que no le serían suficientes para que alguien la llegase a querer. Como lo puedes notar, identificar el problema es un primer paso, luego se requiere de mucho trabajo para lograr la aceptación y el cambio en nuestra forma de pensar.
Después dedicamos un buen tiempo a hacer una lista de posibilidades y más adelante te voy a decir cómo la harás. Pero para que te quede claro, trabajamos sobre esta lista enfatizando lo que ella era y sus cualidades. Ahora miraba con otros ojos sus cualidades de mujer inteligente, de buena amiga y su buen sentido del humor. Identificamos detalles tan curiosos como el hecho de que primero dijo que le fascinaba bailar, pero luego notamos que lo hacía mayormente como mecanismo de defensa para decirle al mundo que no le importaba que estuviera con sobrepeso.
Mira que esto fue positivo, de hecho, siempre es bueno hablar y expresarse, porque no se trata de que al momento vayan brotando todas las soluciones. No, a veces es necesario ir sacando lo que pensamos y ya luego se dirá si estábamos en lo cierto o no. Así avanzamos con Catalina hasta identificar que no necesitaba mecanismos de defensa de ese tipo, ni mucho menos que su preocupación debía centrarse en lo que pensara o no pensara el mundo. ¿Genial, cierto? Ahora bailaba para su propio gusto, realmente lo disfrutaba, y si era o no el alma de la fiesta la tenía sin cuidado. Qué bueno saber que una persona decide no estar en función de los demás, sino de su propia vida, de ser feliz.
Y es curioso, porque muchas personas, por más que no se sienten cómodas con algo de su cuerpo, encuentran hobbies con los que se sienten absolutamente plenas, como bailar, dibujar, escribir… Y así se les olvida esa supuesta condición negativa. Quiero que te des cuenta, así como con Catalina, que en el momento en que encontramos el hobby , empezamos a explotar ese gusto y fuimos creando su proceso. Cuando aceptó su condición actual, descubrió muchas actividades en las cuales ella dejaba de pensar en su ‘problema’ y se enfocaba en aprovechar sus cualidades. Comprendió que sin importar su condición física podía transmitir todo lo que deseara. Todo estaba en que se enfocara en sentir y en actuar diferente.
A Catalina le ocurría con frecuencia que, aunque a los tipos les encantaba bailar con ella y gozarse la fiesta a su lado, se cohibía y mentalmente se decía que ahí no pasaría nada. Total, a lo largo de la noche pensaba, actuaba y se relegaba a la ‘zona de amigos’. Su cabeza le repetía una y otra vez que nadie le iba a prestar atención.
Cuando nos dimos cuenta, descubrimos que ya teníamos mucho terreno ganado y que ahora era el momento de confiar y dar el siguiente paso. Si ya tenía buenos amigos, si ya se sentía cómoda de fiesta y rumbeando, y si los hombres la pasaban rico con ella bailando, esa energía era la que tocaba aprovechar para que diera ese paso y viviera una nueva experiencia. Y esto fue precisamente lo que pasó: hicimos que en vez de enfocarse en su “gordura” mientras bailaba, se enfocara en sus cualidades.
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