Pero ni una cosa ni la otra son ciertas. La renovación de la historia de las relaciones internacionales durante las últimas décadas ha permitido superar los corsés que limitaban el estudio de las relaciones exteriores al estudio de la política exterior, y el estudio de la política exterior al estudio de la política de seguridad y defensa. Hoy en día se concede un papel crucial a la ideología, a la cultura y a la economía en los nuevos estudios internacionales. Desde este punto de vista, podemos interpretar las relaciones hispano-norteamericanas entre 1865 y 1898 como el periodo de nacimiento de las interacciones modernas entre ambos países 2 . Aunque el nexo entre política colonial y política exterior durante la Restauración impidiese normalizar las relaciones diplomáticas, la expansión económica de los Estados Unidos en la Península y la multiplicación de intermediarios culturales pusieron los cimientos sobre los que se fue desarrollando la relación bilateral en el siglo XX.
La presente investigación tiene como objeto de estudio las relaciones entre España y los Estados Unidos de América entre el final de la Guerra Civil norteamericana en 1865 y el estallido de la guerra hispano-norteamericana en 1898. El centro del análisis lo ocuparán las acciones y reacciones de los gobiernos de ambos Estados debido a que fueron los actores que protagonizaron las interacciones bilaterales durante el periodo de estudio. Sin embargo, también forman parte del análisis otros actores relevantes en la relación bilateral: las empresas multinacionales y los intermediarios culturales. El tema, sin embargo, debe ser acotado. No se pretende analizar aquí todos los contactos que tuvieron lugar entre España y los Estados Unidos. Muchas cuestiones bilaterales que ocuparon la atención de los agentes diplomáticos y que han dejado un registro no tienen un verdadero interés histórico. Se ha hecho una selección de los episodios relevantes para la agenda bilateral durante el periodo de estudio. Por otro lado, este trabajo tampoco pretende estudiar la historia colonial de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El factor colonial sólo ha formado parte del análisis cuando se ha detectado su influencia en las relaciones entre Madrid y Washington, pero no ha sido su objetivo principal. El conflicto colonial español no fue nunca el único asunto en la agenda bilateral durante el último tercio del ochocientos. De hecho, la cuestión de Cuba ni siquiera fue una prioridad para Washington antes de 1895.
La delimitación cronológica está justificada. El final de la Guerra Civil en los Estados Unidos inició un nuevo ciclo en las relaciones hispano-norteamericanas: la cuestión de Cuba siguió siendo la piedra de toque, pero la victoria de la Unión prolongó la amistad bilateral durante las décadas siguientes al cerrar la puerta a las tentaciones anexionistas en Washington. Sin embargo, aparecieron nuevos conflictos en el marco de la anomalía de la agenda bilateral debidos al desarrollo de los intereses políticos y económicos norteamericanos en las Antillas y en la Península. Tras el estallido de una nueva insurrección cubana en 1895, los desacuerdos intergubernamentales se acrecentaron dramáticamente hasta acabar con la amistad bilateral en la primavera de 1898. La guerra hispano-norteamericana es el límite temporal de esta investigación porque cerró ese ciclo e inició la normalización de las relaciones bilaterales.
No existe ninguna historia de las relaciones hispano-norteamericanas durante el periodo. Ni siquiera ha existido un diálogo entre los historiadores de ambos países al respecto. Ciertamente, la historiografía norteamericana no ha prestado mucha atención a lo que se ha escrito desde España 3 , pero a estas alturas todavía sigue siendo frecuente que muchos historiadores españoles hagan generalizaciones sobre la política exterior norteamericana sin tener un conocimiento aceptable de lo que se ha escrito en los Estados Unidos. Por suerte, la especulación y los clichés ya han empezado a ser arrinconados en los trabajos que han explorado la relación bilateral en el siglo XX 4 .
Algunos autores han analizado superficialmente ciertos capítulos de la agenda bilateral al final del ochocientos. Pocos años después de la Guerra de 1898 aparecieron las obras que han definido el estudio de las relaciones hispano-norteamericanas hasta la fecha. En los Estados Unidos, French E. Chadwick publicó una historia de las relaciones bilaterales desde sus orígenes hasta el estallido de la guerra basado en la documentación publicada por el gobierno norteamericano 5 . En España, Jerónimo Bécker dedicó a la relación bilateral varios capítulos de su voluminoso análisis de la política exterior española en el siglo XIX basándose en la documentación del Ministerio de Estado 6 .
La historiografía de la política exterior norteamericana no volvió a interesarse por las relaciones bilaterales anteriores a 1898 hasta la desclasificación de los archivos diplomáticos y la llegada de los historiadores revisionistas en los años sesenta 7 . Pero la escuela revisionista tampoco estuvo muy interesada en las relaciones hispano-norteamericanas: su objeto de interés fueron las raíces domésticas de la política exterior norteamericana. Walter LaFeber estudió superficialmente los intereses económicos norteamericanos en Cuba en 1895-1898 8 . James B. Chapin diseccionó la política norteamericana en Cuba durante la administración Grant 9 . Tom E. Terrill relacionó las negociaciones comerciales hispano-norteamericanas con los debates arancelarios en los Estados Unidos 10 . Tennant S. McWilliams analizó la misión de Hannis Taylor en España 11 . Richard H. Bradford dedicó una monografía a la crisis del Virginius 12 . Más recientemente, Louis A. Pérez ha aplicado la teoría de la dependencia al estudio de los intereses económicos norteamericanos en la Cuba colonial 13 .
Cerca —aunque no dentro— de la escuela revisionista por su especialización en la diplomacia económica, David M. Pletcher ha dedicado varios trabajos a las negociaciones comerciales hispano-norteamericanas 14 . Desde la historia política, Lewis L. Gould ha realizado el análisis más completo de la política de la administración McKinley durante los meses previos al estallido de la Guerra de 1898 15 . Más recientemente, algunos autores han retomado el interés por cuestiones como la iniciativa multilateral de 1875 16 . En todos los casos se ha excluido el ángulo español de la cuestión. La excepción la han constituido los trabajos de James W. Cortada y John L. Offner. Son los únicos autores norteamericanos que han utilizado fuentes de los dos países: Cortada se ciñó al estudio de la diplomacia bilateral entre 1855 y 1868 17 ; mientras que Offner ha escrito el análisis más completo de la diplomacia hispano-norteamericana entre 1895 y 1898 18 .
En los últimos años, el dinamismo que caracteriza a la historiografía norteamericana ha dado lugar a trabajos innovadores sobre las relaciones hispano-norteamericanas que no centran su atención en la política exterior de ambos gobiernos. Richard Kagan e Iván Jaksic, por ejemplo, han estudiado las percepciones culturales sobre España y los españoles entre los primeros hispanistas norteamericanos 19 . Por su parte, Ana María Varela-Lago ha analizado los problemas de integración cultural de la emigración española en los Estados Unidos entre las dos guerras civiles de ambos países 20 .
Por su parte, la historiografía española ha prolongado la metodología de las obras de Bécker y Chadwick, caracterizada por: la reducción del análisis a las coyunturas de conflicto; la primacía de la documentación publicada sobre las fuentes de archivo; y la selección exclusiva de fuentes domésticas. En 1962, José María Jover sugirió que el final de la Guerra Civil norteamericana era el comienzo de una nueva época en las relaciones hispano-norteamericanas 21 . Sin embargo, ese horizonte de investigación no fue explorado por la historiografía española. Julio Salom dedicó algunas páginas a la relación bilateral en su estudio sobre la política exterior canovista hasta 1881 22 . Joaquín Oltra realizó un estudio pionero sobre la influencia norteamericana en la redacción de la Constitución española de 1869 23 . Manuel Espadas y Luis Álvarez Gutiérrez analizaron brevemente la crisis del Virginius 24 . Pero su ejemplo no tuvo continuidad inmediata.
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