Las contribuciones de la historiografía no nos proporcionan ningún trabajo de síntesis sobre el tema en el Reino de Sevilla, lo que no nos permite tener un conocimiento de conjunto sobre el fenómeno sedero ni en la capital, ni en la provincia. Este punto es particularmente grave, cuando se toma a la capital sevillana como uno de los grandes centros productores de tejidos de seda y mercado a partir del cual se exportaba el producto, no solamente sevillano, sino andaluz y nacional a las Indias y Portugal. Las noticias son, por necesidad, escasas. Los trabajos para la capital se centran en las pocas líneas que dedicaron a la seda sevillana en los siglos XVI y XVII Enrique Otte, 35 Carande, 36 Domínguez Ortiz, 37 Lorenzo Sanz 38 o Morales Padrón. 39 En general, tratan del baile de cifras sobre el número de telares y tejedores que trabajan en la ciudad, los mercaderes y el verlagssystem como modo de producción principal, la decadencia de la alcaicería 40 y el papel de la ciudad en el comercio con las Indias. Para el siglo XVIII en sus etapas finales, solo disponemos de las páginas dedicadas por Aguilar Piñal. 41
Fuera de la capital, la historiografía se ha centrado en tiempos recientes en los núcleos menores que formaban entonces parte del reino sevillano. Los trabajos más sobresalientes son los de Valiente Romero, ya sea solo o con Castillo Martos, dedicado a Écija; 42 para otras poblaciones tenemos los artículos de Parejo Barranco para Antequera, 43 de Morales Luque para Archidona 44 y de Torrejón Chaves para Cádiz a finales del siglo XVIII. 45
Para el caso cordobés, la bibliografía se presenta más completa, aunque tampoco tenemos publicada ninguna obra de síntesis, si exceptuamos el breve e intenso artículo escrito por el tándem de la Torre y Rey Díaz en 1930. Se trata de un resumen de un trabajo mecanografiado anterior y de mayor enjundia, que podemos considerar, aun con sus limitaciones metodológicas, como el trabajo inicial que otros autores han continuado. 46
Tras ellos, no fue hasta los años setenta y ochenta del siglo pasado cuando se retomó el tema de la sedería cordobesa, primero en los trabajos de Fortea Pérez, 47 Aranda Doncel, 48 en menor grado, López Ontiveros 49 y, posteriormente, por Córdoba de la Llave, en este caso, como herencia del pasado musulmán en el tránsito de la Edad Media a la Moderna. 50 Como para el caso granadino, el desconocimiento mayor se ubica en el siglo XVII y en particular en sus años centrales.
En las páginas de Fortea Pérez se ahonda en lo referido por de la Torre y Rey, tanto para el siglo XVI como para los periodos posteriores. En su magnífico y denso artículo sobre la industria textil en el tránsito entre los siglos XVII y XVIII, nos da una panorámica mucho más amplia para poder explicar qué factores llevaron a las reformas de finales del siglo XVII y las causas que provocaron finalmente su fracaso en el siglo siguiente. 51 Aranda Doncel centra sus investigaciones en la población morisca que se asentó en Córdoba y su campiña tras el levantamiento de los granadinos.
El otro centro cordobés de importancia fue Priego. Este, tomado como el centro rival del capitalino, del que se benefició en sus horas bajas, como de los otros grandes centros productores de Andalucía, ha llamado la atención de la historiografía más reciente. Así lo analizan, desde su origen hasta su decadencia en los albores del siglo XIX, los estudios de Durán Alcalá y Ruiz Barrientos, el segundo de ellos más exhaustivo y basado en la documentación del Cabildo municipal. 52 Otro trabajo que trata sobre esta localidad y su área de influencia a mediados del siglo XVIII, y basándose en el catastro de Ensenada, nos lo brinda Peñín Rodríguez. 53
Escasísima y muy parcial es la bibliografía que disponemos sobre el Reino de Jaén. Apenas un par de artículos, ninguno de ellos centrado en la industria de la seda, y datos sueltos en obras generales sobre la producción sedera en Andalucía o España nos dan una imagen muy difuminada de su desarrollo y evolución a lo largo de la Edad Moderna. No digamos sobre otros centros donde también apareció esta actividad, como Úbeda o Baeza, de las que prácticamente no tenemos más información más allá de su mera existencia como centros de producción sedera. Los artículos a los que aludimos más arriba son obra de Molina Martínez, que trata sobre los pleitos entre el conde del Villar y los mercaderes y tejedores de mediados del siglo XVI, 54 y de Rodríguez Molina, Martínez Plaza y Cuevas Mata. 55 Estos últimos nos muestran una foto fija de finales del primer tercio del siglo XVII de la actividad sedera de la capital giennense a partir de la tasa de precios de la seda en bruto y tejida, no solo de la producida en la propia Jaén, sino también de la que se vendía en ella procedente de otros lugares de Andalucía y el extranjero. Por otro lado, Molinié-Bertrand 56 y Murcia Cano 57 han aportado información sobre la actividad sedera en el área subbética del Reino de Jaén. La primera a partir de los datos censales del siglo XVI y la segunda sobre el desarrollo de esta industria en Alcalá la Real de los siglos XVI y XVII.
Por último, no podemos olvidar la bibliografía que aborda la actividad sedera andaluza y su comercio en las colonias americanas. Ya en la bibliografía anterior aparecen alusiones a esta cuestión que podemos concretar en tres apartados: transacciones entre Andalucía y las Indias, la cuestión del monopolio granadino y la introducción y prohibición de la entrada de géneros extranjeros tanto en las Indias como en España, especialmente de la seda china. La obra fundamental es el monumental trabajo de Lorenzo Sanz Comercio de España con América en la época de Felipe II , 58 que hemos mencionado más arriba para la industria sevillana. Más antiguos son los artículos de Boyd-Bowman sobre mercancías granadinas llegadas a América, 59 y de Martínez Cardós, en referencia a las disposiciones de las Cortes de Castilla sobre el comercio transatlántico y las quejas por el monopolio granadino de exportación de sedas a América. 60 Recientemente han aparecido otros trabajos de la mano de autores como Molina Martínez, 61 que examina la introducción de la sericultura y las ordenanzas por colonos granadinos en Nueva España, o como Picazo Muntaner, 62 Bonialian 63 y Romero Sánchez y Ruiz Gutiérrez, 64 centrados en el problema de la introducción de seda china.
3. LÍNEAS TEMÁTICAS Y PERSPECTIVAS DE ESTUDIO
A tenor de las carencias que se han expuesto en la descripción del aparato historiográfico, es obvio que todavía queda un largo camino que recorrer para el conocimiento profundo del fenómeno sedero en el territorio andaluz. Por consiguiente, los campos de estudio que se nos abren son enormes, tanto en lo referente a la tributación soportada por el sector como a la producción y comercialización del género.
3.1 La fiscalidad de la seda
Todas las etapas de la producción de la seda, desde la producción de hoja de los morales y moreras hasta su venta final tejida, se vieron de una manera u otra gravadas por una diversidad de derechos e imposiciones de carácter estatal, municipal, señorial y eclesiástico a lo largo del periodo. En la actualidad tenemos un conocimiento muy somero de estos impuestos en aspectos como el hecho mismo de conocer todos los gravámenes que se imponían, qué cantidades representaban y su secuenciación serial a lo largo del periodo o la repercusión de cada uno de ellos sobre los productores y el precio final del producto.
Por otro lado, constituye una obviedad recordar que, al margen de este aspecto común a toda Andalucía, la diferencia primordial que hacía destacar al Reino de Granada del resto de los reinos andaluces era el mayor peso impositivo que aquel soportaba, que por sí mismo suponía un capítulo aparte en las rentas reales de Castilla: la renta de la seda del Reino de Granada. Frente a ella, de la que hablaremos extensamente más abajo, los reinos de la Baja Andalucía pagaban alcabalas y almojarifazgos, en el primer caso difícilmente cuantificables, dado que se encontraban insertas en las cifras generales que pagaban los municipios por este concepto. Para el segundo, ya sea el Almojarifazgo Mayor de Sevilla, ya sea el de Indias, no se ha hecho aún un estudio pormenorizado de sus cuantías, aunque sí se conoce algún dato de lo que se gravaba por la seda. 65 Fuera de esto, poco conocemos de otros impuestos que gravasen la producción sedera en Sevilla, Jaén o Córdoba, aunque nos podemos permitir conjeturar que habría cargas decimales pagadas a la Iglesia por la hoja, la simiente o los capullos.
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