Claramente se trata de una forma de escritura. Freud expresa “leer” y “según su referencia signante”. Más adelante especificará sobre dicha escritura: “[M]e empeño en reemplazar cada figura por una sílaba o una palabra […] el sueño es un rebus de esa índole”. 3Luego introduce el siguiente párrafo que transcribo íntegramente:
Supongamos [por mi parte destaco el término “supongamos”] que me presentan un acertijo en figuras: una casa sobre cuyo tejado puede verse un bote, después una letra aislada, después una silueta humana corriendo cuya cabeza le ha sido cortada, etc. Frente a ello podría pronunciar este veredicto: tal composición y sus ingredientes no tienen sentido. No hay botes sobre los tejados de las casas, y una persona sin cabeza no puede correr; además la persona es más grande que la casa y, si el todo pretende figurar un paisaje, nada tienen que hacer allí las letras sueltas, que por cierto no se encuentran repartidas en la naturaleza. 4
Es un párrafo curioso que considero necesario desbrozar. Freud dice: “supongamos” (podría ser también “imaginemos”); luego describe dicha figuración de tal modo que podríamos dibujarla señalando lo disparatado, un paisaje con este y este otro elemento, incluyendo “una letra aislada”. Y dice que debe leerse como una escritura jeroglífica o un rebus. En este párrafo nos encontramos con lo imaginario, el dibujo que podemos representar, y lo simbólico, nuestra suposición del modo en que lo leemos, y ¿lo real? Una letra suelta en un paisaje. Digo “lo real” ya que una letra introducida en ese lugar de ese modo que agujerea el paisaje sería imposible. Bien podría ser, esa letra, una letra a .
Intento ahora aproximarme al escrito lacaniano “Lituraterre” que me interesa introducir especialmente, teniendo como referencia el pasaje de Freud . Es un escrito que tiene sus peculiaridades. En primer lugar, su título está construido con una palabra que no pertenece a la lengua francesa, un neologismo que intenta justificar, como ya lo veremos. De este texto hay una versión oral, su presentación en el seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante –que desde ya es un título raro– del 12 de mayo de 1971, y además una versión escrita o más de una. Es cercano en el tiempo a otro escrito, muy complejo, “L’étourdit”, también un neologismo, que es de julio de 1972.
Como se sabe, Lacan publicó sus Escritos en 1966 y su ordenamiento, aparte de las intercalaciones de notas y textos del momento de la publicación, no es azaroso. Escritos 1 comienza con un trabajo que no sigue el mismo orden cronológico, ni, aparentemente, ningún orden explicitado, como el resto de los textos. Ese escrito ubicado en primer lugar, “El seminario sobre la carta robada”, también tiene una versión oral y otra escrita. Se refiere a la carta, lettre , que en francés es tanto “carta” como “letra”; robada, volée en francés, se refiere a un cuento de Poe. Ese ordenamiento fue una decisión de Lacan y este escrito gira en torno a la letra y el significante.
Introduzco una aclaración importante para la traducción a la lengua que nos es común: la palabra “letra”, por la que se traduce al español la francesa lettre , según un diccionario de la Universidad de Deusto “deriva del latín littera . En la acepción «letra de cambio», 1547, es imitado del italiano lettera (fin del siglo XIV) de donde deviene «carta misiva», del latín missus , una conjugación del verbo mittere (enviar). Misiva es la carta o el papel que se envía a alguien”. 5Sus derivados pueden ser letrado, iletrado, letrilla, deletrear, deletreo, y los cultismos literal, literario, literato, literatura, aliteración, obliterar, del latín obliterare , “borrar”, obliteración.
Es decir que en castellano como en francés “letra” puede ser “letra” o bien “carta” a través de su derivación “carta misiva”. Y deriva hacia borrar y olvidar.
Cuando se publican los Otros escritos ( Autres écrits , en francés), Lacan ya ha muerto y Jacques-Alain Miller, el yerno –un familiar–, al publicarlo, pertinentemente los ordena de tal modo que el “otro” escrito que se publica en primer lugar es “Lituraterre”, que también gira en torno de la letra y el significante. Posiblemente todos los textos de Lacan tienen que ver con la letra y el significante, pero estos dos tienen una vinculación específica con ambos términos. Miller escribe en el prólogo, según la traducción al castellano de la editorial Paidós: “Finalmente, por muchas razones, «lituratierra» nos pareció predestinado a ocupar el lugar asignado en los Escritos 1 a «El seminario sobre la carta robada», febrero de 2001”. 6
Es decir que hubo previamente una discusión; vienen a ocupar el mismo lugar de precedencia. Lo mismo encontramos en la edición de Escritos 2 : el texto que lo abre es “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. 7
Como dice “muchas razones” pero no cuáles, nos autoriza o nos invita a inventarlas. Lacan, cuando produce la vuelta a Freud, al leerlo, lo hace desde la letra y el significante.
Volvamos también a Freud. Una de las cuestiones más complicadas de sus textos, donde hay muchas oscuridades, la constituye la existencia de dos tipos de pulsiones: las pulsiones de vida y las de muerte. ¿No podemos pensar, acaso, que el significante tiene que ver con la chispa de la vida? “El espíritu vivifica” repite Lacan como una letanía. Sí, el chiste, el retruécano, el acto fallido, los sueños, los síntomas, van de la mano de la vida, de la risa y la sonrisa, del placer. Pero en ese juego mismo existe algo que repite, insiste, impide lo nuevo, frena el movimiento, enclava, fija, y Lacan también repite “la letra mata”. En esa red intrincada, se juega lo uno y lo otro, la disección es imposible. Recordemos palabras de Lacan que en “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista” escribe: “[M]alaventura del deseo en los setos del goce”. 8
Puede haber muchas otras razones. Cada uno puede especular al respecto. Al desplegar “Lituraterre” 9trataré de construirlas. Interesa especialmente por todo lo que tiene que ver con la escritura.
Insisto: es un texto que tiene más de una versión y más de una traducción. No es que haya una verdadera y otras falsas. Arman un rompecabezas.
Comienzo por el título: “Lituraterre”, cuya traducción al castellano en la edición de Otros escritos de Paidós es “Lituratierra”, pero con una salvedad: podría ser “Tachaduratierra”.
¿Por qué? Litura es tachar, tachadura. Como es un término latino, bien le cabe al castellano. La traducción es cuestionable, lo es toda traducción, pero lo es especialmente porque se trata de traducir un neologismo. No está en el diccionario para que nos diga su significado o su sentido.
El texto establece la necesidad de legitimar el neologismo y el escrito. Y lo hace, nos lo dice así, en el de Alfred Ernout y Antoine Meillet, el diccionario cuyo título en francés es Diccionaire Etymologique de la langue latine: histoire des mots. Ambos autores fueron profesores del Collége de France. Ernout se encargó del desarrollo del vocabulario latino desde los antiguos monumentos hasta el comienzo de la época romana. Por su parte, Meillet, de la prehistoria, desde el indoeuropeo hasta los primeros testimonios históricos. Destacan la influencia de los etruscos que, a su vez, recibieron la influencia de los griegos, y, fundamentalmente, el origen campesino del latín, aunque luego extendido a Roma. Recordemos que Virgilio es un escritor de textos sobre los campesinos, Églogas o Bucólicas y Geórgicas , además de la Eneida .
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