Seguir soñando historia: una nueva antología de relatos
J.R.R. Oviedo
ISBN: 978-84-19198-17-4
1ª edición, julio de 2021.
Editorial Autografía
Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona
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Índice
PREÁMBULO: PREÁMBULO: CONÓCETE A TI MISMO Aquel que no es capaz de mirarse a sí mismo no debería fijar su atención en los demás, aquel que no puede elegir su camino no debería indicar la ruta a sus semejantes. Pero incluso, siendo capaz de leer en tu interior y tener la sangre fría para elegir a menudo el sendero más adecuado, no hay ningún derecho o preeminencia sobre cualquier otro ser humano. La libertad es errar o acertar, pero deja de ser libertad cuando uno es juzgado o señalado, tampoco es libre el que juzga o señala pues está pendiente del prójimo de forma obsesiva. Jamás hubo ser humano, Dios o héroe en la tierra, que no cometiera algún error. Por tanto, ¿por qué insistimos, día tras día, en jactarnos del fallo ajeno? La moralidad, el respeto y la responsabilidad deberían ser leyes sagradas para construir el honor de una persona y, sin embargo, nos basamos en otros valores para edificar la fachada que aparentamos ser ante los demás. El día que caigan las máscaras quizás la luz alumbre un panorama parecido a lo que intenta transmitir este libro en su sentido más profundo. Para todos aquellos que buscan la luz, para los que saben que esa antorcha eterna de vida y misterio se encontrará antes en las cuevas, donde nuestros antepasados dejaron sus primeras manifestaciones artísticas, que, en la relumbrante, y a la par deslumbrante, electricidad de cualquier ciudad moderna. Sí, con toda su potencia y desarrollo, no llega al espíritu y algunos, errados en una gran paradoja, caminan hacia esa falsa luz cuando en realidad lo hacen a la oscuridad. Para mis víctimas favoritas – permítanme expresarlo así – y más honradas: el pobre ser humano que falleció por el egoísmo y la vanidad de determinadas élites que no miraban más allá de su ombligo. Nada mejor que el Titanic para ilustrar y resumir, en un barco, la existencia humana. Ellos ya están en la luz, pero sigue habiendo ciudadanos de primera y tercera clase porque así lo dicta el dinero, ese elemento que como dijo Voltaire nos convierte a todos a la misma religión cuando se menciona. Para todos en general, pues como decía al principio todos podemos errar, pero tenemos la suerte de poder volver a encontrar el camino correcto. En esto seguimos siendo libres al menos.
CONÓCETE A TI MISMO PREÁMBULO: CONÓCETE A TI MISMO Aquel que no es capaz de mirarse a sí mismo no debería fijar su atención en los demás, aquel que no puede elegir su camino no debería indicar la ruta a sus semejantes. Pero incluso, siendo capaz de leer en tu interior y tener la sangre fría para elegir a menudo el sendero más adecuado, no hay ningún derecho o preeminencia sobre cualquier otro ser humano. La libertad es errar o acertar, pero deja de ser libertad cuando uno es juzgado o señalado, tampoco es libre el que juzga o señala pues está pendiente del prójimo de forma obsesiva. Jamás hubo ser humano, Dios o héroe en la tierra, que no cometiera algún error. Por tanto, ¿por qué insistimos, día tras día, en jactarnos del fallo ajeno? La moralidad, el respeto y la responsabilidad deberían ser leyes sagradas para construir el honor de una persona y, sin embargo, nos basamos en otros valores para edificar la fachada que aparentamos ser ante los demás. El día que caigan las máscaras quizás la luz alumbre un panorama parecido a lo que intenta transmitir este libro en su sentido más profundo. Para todos aquellos que buscan la luz, para los que saben que esa antorcha eterna de vida y misterio se encontrará antes en las cuevas, donde nuestros antepasados dejaron sus primeras manifestaciones artísticas, que, en la relumbrante, y a la par deslumbrante, electricidad de cualquier ciudad moderna. Sí, con toda su potencia y desarrollo, no llega al espíritu y algunos, errados en una gran paradoja, caminan hacia esa falsa luz cuando en realidad lo hacen a la oscuridad. Para mis víctimas favoritas – permítanme expresarlo así – y más honradas: el pobre ser humano que falleció por el egoísmo y la vanidad de determinadas élites que no miraban más allá de su ombligo. Nada mejor que el Titanic para ilustrar y resumir, en un barco, la existencia humana. Ellos ya están en la luz, pero sigue habiendo ciudadanos de primera y tercera clase porque así lo dicta el dinero, ese elemento que como dijo Voltaire nos convierte a todos a la misma religión cuando se menciona. Para todos en general, pues como decía al principio todos podemos errar, pero tenemos la suerte de poder volver a encontrar el camino correcto. En esto seguimos siendo libres al menos.
ALEGORIA DE LA CUEVA
LA MONTAÑA
SUmer Y Egipto
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
EL OJO DE CASANDRA
UNA GATA Y UN MENDIGO
ODA A DRUSO GERMÁNICO, EL ÚLTIMO HÉROE DE LA ANTIGÜEDAD
EL SUEÑO
DIOSA ES TU DESTINO, CLEOPATRA
LA JORNALERA Y LA PRINCESA
TEOTIHUACAN
EL BOSQUE
LOS TRES CICLOS DEL CABALLERO TEMPLARIO
METAMORFOSIS
MEVLANA RUMI
AL FINAL, DESDE LA CELDA
STÖRTEBECKER:
EL PIRATA SOLIDARIO
EL ASNO Y EL COMERCIANTE
TRES GRANDES MUJERES DEL REINO DE CASTILLA
SU CAMINO, TU CAMINO
LA REALIDAD DUAL, DE UN MAESTRO CANTERO
MIEDO
EL PUEBLO AGNI
ASESINATO EN LA CARAVANA
EL EXTRAÑO VIAJE:
RECUERDO DE EMMANUEL D’HOOGHVORST
LA ESCUELA
TITANIC:
UNA HISTORIA DE PREMONICIONES
FAMILIA
LAS BRUJAS DE PAPUA NUEVA GUINEA
LOS CINCO SENTIDOS
EL INDIO NORTEAMERICANO DE PIEL BLANCA
LA PANDEMIA
LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD THULE
OSCURIDAD
UCHURACCAY: CUANDO EL SOL SANGRA
LA HORMIGA Y LA MOSCA
MI AMADA SIRIA: HOMENAJE
EL ÚLTIMO MENSAJE
EPILOGO: DIOSES
BIBLIOGRAFIA Y DOCUMENTACION:
PREÁMBULO:
CONÓCETE A TI MISMO
Aquel que no es capaz de mirarse a sí mismo no debería fijar su atención en los demás, aquel que no puede elegir su camino no debería indicar la ruta a sus semejantes. Pero incluso, siendo capaz de leer en tu interior y tener la sangre fría para elegir a menudo el sendero más adecuado, no hay ningún derecho o preeminencia sobre cualquier otro ser humano. La libertad es errar o acertar, pero deja de ser libertad cuando uno es juzgado o señalado, tampoco es libre el que juzga o señala pues está pendiente del prójimo de forma obsesiva. Jamás hubo ser humano, Dios o héroe en la tierra, que no cometiera algún error. Por tanto, ¿por qué insistimos, día tras día, en jactarnos del fallo ajeno?
La moralidad, el respeto y la responsabilidad deberían ser leyes sagradas para construir el honor de una persona y, sin embargo, nos basamos en otros valores para edificar la fachada que aparentamos ser ante los demás.
El día que caigan las máscaras quizás la luz alumbre un panorama parecido a lo que intenta transmitir este libro en su sentido más profundo.
Para todos aquellos que buscan la luz, para los que saben que esa antorcha eterna de vida y misterio se encontrará antes en las cuevas, donde nuestros antepasados dejaron sus primeras manifestaciones artísticas, que, en la relumbrante, y a la par deslumbrante, electricidad de cualquier ciudad moderna. Sí, con toda su potencia y desarrollo, no llega al espíritu y algunos, errados en una gran paradoja, caminan hacia esa falsa luz cuando en realidad lo hacen a la oscuridad.
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