Más adelante veremos que, en un ámbito monástico, Eadmer de Canterbury componía a hurtadillas. Santo Tomás se aislaba para hacerlo, incluso en la corte y en una cena con presencia real. Los poemas en cuaderna vía del siglo XIII abundan en esta impresión: Apolonio, en un contexto cortesano, lee a solas ( LApol , cs. 31-32); y otros personajes (Luciana y Tarsiana, por ejemplo) también tienen posibilidad de aislarse en ambientes cortesanos o burgueses. El aislamiento no se considera algo poco habitual, huraño o antisocial de por sí. De vuelta al ámbito religioso, los santos de Berceo buscan la soledad como modo de conseguir la santidad (Santa Oria y San Millán, desde luego, pero también Santo Domingo en la primera etapa de su vida). Asimismo, como hemos visto en el capítulo anterior, San Agustín no criticaba que San Ambrosio se aislara, aun siendo un obispo con múltiples responsabilidades sociales, y la Regla de San Benito prescribía el recogimiento en diversos momentos del día y la práctica diaria de la lectura privada.
64.– No se explica tampoco muy bien esta insistencia en la radio como término de comparación con las representaciones de romans , cuando el teatro y, en menor medida, el cine o la televisión resultarían ejemplos más idóneos por su combinación de imagen y sonido.
65.– La propuesta es muy interesante y atractiva, pero no se sustenta en evidencia textual sólida. Se puede empezar por dudar que, de hecho, una forma del texto similar a la de los romans conservados sirviera de base para su representación. Dar esto por cierto y, por ende, ponerse a representarlos ahora corre el riesgo de crear la impresión de que esta ilusión de reproducción, si bien inexacta, de las condiciones de emisión y de recepción de los romans corresponde a la realidad pretérita. Y los impedimentos son múltiples, empezando por una barrera lingüística, a mi ver, insalvable.
66.– Habría de tenerse en cuenta que la lectura a solas no tenía por qué ser en silencio en la Edad Media. De esta manera, la lectura ocular no descarta la recepción acústica y el modo intermedio de recepción no requiere una vocalización necesariamente colectiva. También ha de considerarse que la recepción auditiva no niega la participación de la vista del receptor, bien porque el códice pudiera estar presente en el acto de vocalización, bien porque el oyente pudiera tener acceso visual simultáneo, anterior o posterior a la obra. De este modo, si bien Green no ve como excluyentes sus categorías en una sucesión temporal (es decir, recepción auditiva primero y luego visual, o viceversa), no parece que contemple la posibilidad de una recepción doble, más que intermedia, visual y acústica, (casi) simultánea, ya sea a través de una lectura solitaria pero vocalizando las palabras, u oyendo leer a otra persona pero, al mismo tiempo, teniendo contacto visual con el texto. Por tanto, junto al modo intermedio de recepción que propone Green, sería conveniente considerar también un modo doble de acceso a las obras. Véanse en este sentido, respecto de textos procedentes de la cancillería real y el LAlex , los interesantes comentarios de Amaia Arizaleta (2010: 106-07, 258-59 y 275). Sobre todo esto habremos de volver más tarde.
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