Aquellos que piensan que setenta años después de que se iniciase el conflicto que marcó a la generación de nuestros padres o abuelos, ya sabemos todo lo que pasó porque está todo investigado se equivocan. Para el caso de Badajoz, sólo hasta los más recientes trabajos no se ha llegado a profundizar a un nivel de detalle pormenorizado, lo que ha reabierto el debate no sobre la charlatanería y las afirmaciones inconsistentes sino sobre investigaciones realizadas de manera verdaderamente científica.
La guerra civil desata, todavía hoy, aunque afortunadamente cada vez en menos gente, acalorados debates sobre cuestiones secundarias. He intentado por ello centrarme en este trabajo en los contenidos científicamente demostrados dejando de lado las valoraciones personales y lo opinable. Además he pretendido mantener la asepsia ideológica y la equidistancia pese a que seguro seré incomprendido por aquellos que consideran que sobre esta cuestión hay que posicionarse política, ideológica o históricamente, aunque insisto en que he preferido mantener estas cuestiones al margen y limitarme a explicar cómo sucedieron las cosas y por qué, interpretándolas en la medida de lo posible, dejando los puntos de vista como una cuestión personal y por ello sólo del interés de cada uno.
Tras la presentación de mi trabajo de investigación –antigua tesina– en la que presenté los inéditos Manuscritos del coronel Puigdengolas, y la reciente publicación de algunos trabajos en los que se ha ido asentando nuestro conocimiento de lo sucedido en Badajoz, se me planteó el casi absoluto desconocimiento que teníamos del coronel Puigdengolas, responsable máximo republicano de la defensa de la ciudad frente a las tropas de Yagüe. dicha ignorancia se me manifestó en las lagunas sobre el personaje presentes en la historiografía y en los datos publicados que algunas personas planteaban en diversos medios en los que se mezclaban datos ciertos ya conocidos con otros inexactos o erróneos e interrogantes sin responder, en general respuestas que eran a veces suplidas con especulaciones y afirmaciones llenas cuanto menos de imaginación y escasas de datos y de investigación. Los ejemplos son abundantes y alguno de ello muy reciente y especialmente desencaminado como son las afirmaciones vertidas especulativamente por algún aficionado badajocense a la historia local en un trabajo publicado por él mismo pretendiendo apropiarse de una parte de mis fuentes y además, lo que es peor, malinterpretándolas para sostener su propio punto de vista. 1
El coronel Puigdengolas no era un personaje conocido por el gran público por lo que sólo algunos especialistas en la guerra civil tenían alguna referencia sobre él. Esto es debido a su temprana muerte, al principio de la guerra, y al interés de determinadas personas en desacreditarle como militar, interés gestado durante el mismo conflicto por la prensa-propaganda nacionalista. Víctima de esta manipulación del personaje fue también el conocido escritor Lorenzo Silva quien no hace mucho lo incluyó como personaje en una mezcla de realidad y fantasía en su novela Carta blanca , tratándolo de manera injusta y desinformada, como veremos, aunque en este caso por desconocimiento y no ya por oscuros intereses.
No es mi objetivo en este trabajo explicar las causas ni las circunstancias de la fase inicial de la guerra, ni hacer un resumen de la literatura publicada al respecto ya que ésta es prácticamente inabarcable por su inmensidad pero me ha sido prácticamente ineludible detallar determinados de estos aspectos porque facilitaban la comprensión de los hechos en que se centra este trabajo. En el mismo sentido quiero pedir disculpas al lector por algunas citas textuales demasiado extensas que pueden resultar excesivas pero en mi opinión haberlas seccionado podría haber deformado el sentido del testimonio y no he querido correr ese riesgo. Son numerosos los ejemplos que he encontrado en la historiografía en que se citaba sólo determinadas frases de un discurso con lo que se descontextualizaban y se cambiaba totalmente su significado, y lo peor es que, a veces, esto lo hacía el historiador de manera intencionada. Por ello he sido especialmente cuidadoso en mantener los párrafos en su integridad y sólo recortarlos de lo realmente prescindible y siempre que no cambiase el sentido de lo que se había querido genuinamente transmitir por su autor.
El coronel ildefonso Puigdengolas Ponce de León fue un hombre de profundas convicciones políticas conocido especialmente para la posteridad por ser el defensor de Badajoz frente a las tropas de Yagüe pero también por asegurar las ciudades de Alcalá de Henares y Guadalajara para el Gobierno madrileño en los primeros días tras la sublevación del 17 de julio. El objetivo de este trabajo ha sido profundizar en su biografía y muy especialmente en su actuación militar, especialmente en Badajoz, centro de interés para polémicas históricas. Para llevar a cabo este propósito ha sido necesaria una completa investigación en la que he analizado documentación inédita que conservaba la familia Puigdengolas además de otra mucha conservada en los archivos y hemerotecas españoles. Entre los documentos inéditos destacan, sobre todo, unos Manuscritos de ildefonso Puigdengolas en las que dejó numerosos detalles de lo sucedido en Badajoz durante su estancia allí. El valor de estas fuentes es incuestionable, pues el coronel vivió en primera persona los sucesos y preparativos de la defensa de la ciudad. dichos documentos desvelan algunos datos inéditos que hasta ahora han permanecidos poco claros para los historiadores o que habían sido erróneamente interpretados. 2 Los Manuscritos describen lo que sucedió en Badajoz desde el 25 de julio hasta el 14 de agosto, o sea, desde la llegada de Puigdengolas a Badajoz hasta el día en que las tropas de Yagüe tomaron la ciudad y el coronel se refugió en Portugal, tras cruzar la frontera.
No sabemos cuándo exactamente fueron escritos puesto que no van fechados pero por los datos que la familia me aportó se desprende que el coronel los escribió en Portugal y lo hizo para enviárselos a su cuñado José Luis Martínez, miembro del PSoE y persona de confianza íntima del propio Puigdengolas. como en su momento veremos, en una carta que le envió a éste desde caxias (Portugal) el 14 de septiembre de 1936, le comunicó que le escribiría contándole todo lo sucedido en Badajoz por lo que, seguramente poco después de esta fecha empezó a escribirlos. cuando Puigdengolas regresó a España –lo que hizo el 13 de octubre– ya debía habérselas hecho llegar a su cuñado mediante algún mensajero «seguro», eludiendo el control al que era sometido, como luego veremos.
Tras la muerte del coronel, José Luis Martínez entregó los Manuscritos a su viuda –Ángeles Martínez Ponce de León–, quien los guardó y los entregó a su hijo quien los transmitió a sus descendientes que los conservan en la actualidad. 3 todos los Manuscritos estaban guardados en un portafolios de eskay marrón donde la familia recuerda que permanecieron durante «toda la vida» junto a algunas pocas fotografías y otros papeles personales del coronel Puigdengolas. Actualmente todos los documentos que fueron del coronel se encuentran divididos entre sus bisnietos a los que tengo que agradecer que me permitiesen utilizarlos sin limitaciones poniendo todo de su parte para facilitar mi labor.
Es destacable que de los Manuscritos originales falte la hoja de las páginas 61-62 que formarían parte de un capítulo que debió llamarse «La Guardia civil». dicha hoja falta porque fue destruida por Ángeles Martínez, viuda del coronel, temerosa en la posguerra de algún registro de la propia Guardia civil. un nieto del coronel recuerda, ya que las conoció, que en esas páginas el coronel arremetía de manera especialmente dura contra la Benemérita por su actitud desleal contra la república. Es de reseñar también que otro nieto del coronel hizo una trascripción a máquina de los Manuscritos en la cual donde deberían estar las páginas 61-62 escribió: «Falta la pág. 18 (en la trascripción escrita a máquina correspondía con la página 18) . En esta página el abuelo relataba la actuación y comportamiento de la Gloriosa Benemérita en la contienda (salían corriendo). Por lo visto su opinión sobre los hijos de Torquemada era tan buena que la Lela (mote con que llamaban a Ángeles Puigdengolas, viuda del coronel) en plena época de represión franquista, temiendo algún registro, no tuvo más remedio que destruirla» .
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