Que no debo esperar que mi pareja llene mis necesidades afectivas.

Las crisis no están aquí para joderte la existencia. Hay que comenzar a verlas como oportunidades para aprender, que llegan cuando nos hemos instalado en una zona de confort.
Siempre hay que preguntarnos: ¿qué viene a enseñarme esta crisis?
Afrontar las crisis requiere resiliencia, autoconfianza y autoestima altas.
La autoconfianza nos lleva a realizar cosas que nos asustan y la resiliencia nos empuja a persistir en ellas. Ambas están basadas en la autoestima.
No puedes sortear las crisis ni atrapar oportunidades cuando tus velas de autoconfianza y suficiencia tienen agujeros.
Puedes comenzar a trabajar con tu autoestima al aceptar que eres un ser imperfecto.
No sé exactamente qué será, imagino que tengo cara de “cuéntame tu vida”, pero siempre he sido una persona que inspira confianza en la gente. Por eso, una de las historias que más me ayudó a cambiar la forma en la que veía mis problemas fue la de una compañera de la preparatoria. Teníamos algunos amigos en común y coincidíamos en varias clases, pero en realidad casi no la conocía. Lo único que nos unió durante un par de horas un día fueron las ganas de no estar en clase de Matemáticas.
Por eso fue sorprendente enterarme de la situación en su casa. Desde muy pequeña había visto todo tipo de violencia: drogadicción, alcoholismo, abusos.
−Debió ser difícil tener esa infancia −le dije con preocupación cuando terminó de contarme.
−No es tan grave −me respondió y lo que me dijo después sigue grabado en mi cabeza como si hubiera sucedido ayer−: Es igual que cuando a una niña que ha tenido una vida perfecta y sin carencias se le muere su gato. Con tanta felicidad, esa muerte la sentirá como la más terrible del mundo. Porque todo es relativo. Cada quien vivirá sus bajones o triunfos como lo mejor o lo peor del universo dependiendo de lo que esté acostumbrado a vivir. Por eso, si las cosas que pasan a mi alrededor son tan malas y no dependen de mí, trato de no verlas como una tragedia.
Me sorprendió. En esas circunstancias, muchas otras personas hubieran aprovechado para hablar sobre cuánto han sufrido, lo difícil que ha sido su vida y cómo han sido víctimas de las circunstancias. Pero ella no. A sus 17 años me mostraba un punto de vista que yo no tenía.
Aprendí una gran lección. A veces tratamos de comparar nuestras dificultades con las de otros y nos ponemos (o nos quitamos) la corona del sufrimiento: “Es que yo he sufrido más que todos” o “Es que ella ha pasado por cosas más difíciles”. Pero ¿y si solo existieran diferentes puntos de referencia y los problemas fueran relativos? Por eso, aprender a ponerlos en perspectiva nos ayudará a sobrellevarlos mejor.
Todos pasamos por circunstancias difíciles, pero cada persona las percibe de forma diferente. Como ya dijimos, si la normalidad de un niño es una infancia con padres amorosos y excelentes calificaciones en el colegio, el día en que llegue a casa con un examen reprobado puede significar el fin del mundo para él, ya sea por la decepción de sus padres o por el castigo que puedan imponerle.
Para otro cuya normalidad es recibir abuso físico de un padre alcohólico, un día más de insultos no supone un contraste muy drástico en su cotidianidad, incluso cuando pueda haber mucho dolor. Por eso no deja de sorprenderme la cantidad de sucesos dolorosos a los que el ser humano puede acostumbrarse. No implica que lo hagan feliz, sino que ya no le sorprenden.
Aunque, si lo pensamos con detenimiento, esto no necesariamente es malo. De hecho, es la clave para desarrollar una herramienta invaluable. Una palabra casi mágica que nos ayuda a navegar las tormentas, a liberarnos de las cadenas emocionales que estas traen consigo y que analizaremos a detalle a lo largo de este capítulo: la interpretación.
Cada que pienso en esto viene a mi mente esta frase: “Todo es relativo”. La realidad es que siempre habrá quienes tengan la vida más fácil o más difícil que nosotros. Pero si les preguntáramos, dirían que han sufrido de una u otra forma y que han pasado momentos en los que sintieron que era el fin.
Una de las frases que tengo tatuada en mi mente como un mantra es la siguiente: "Lo que sientes no es debido al problema en sí mismo, sino a la forma en que lo interpretas”.
Es decir, a la lectura que le damos a esa dificultad. Lo que interpretamos hace que nuestras emociones se distorsionen y desemboquen en pensamientos tóxicos.
"Lo que sientes no es debido al problema, sino a la forma en que lo interpretas".
Por eso, al cambiar los lentes con los que leemos esa situación adversa, cambia también lo que sentimos acerca de ella. Por ejemplo, imagina que tu pareja te es infiel. ¿Qué sentimientos tendrías si tu voz interior te dice que esa persona a la que tanto querías te traicionó? ¿Lo verías como una injusticia que no mereces? Quizá experimentarías un coctel de tristeza, coraje y decepción tan fuerte que lo sentirías dando vueltas por tu torrente sanguíneo.
¿Pero qué sucedería si, en lugar de interpretarlo así, aceptaras que tú elegiste a esa pareja y que, de alguna manera, contribuiste a generar esa situación, ya que no tenías las herramientas para elegir a otra persona?
¿Qué pasaría si entendieras que esa persona no llegó a tu vida con el simple propósito de arruinarla, que sus acciones no giran a tu alrededor? ¿Cambian tus sentimientos cuando piensas que ella solo protagoniza su propia vida en la que también hay vacíos emocionales, frustración y dolor?, ¿que no eres su víctima? Me gusta pensar que por eso el filósofo griego Platón decía: “Sé amable con todos, cada uno lucha una dura batalla interna de la cual no sabemos nada”.
Por eso, el sufrimiento no tiene que ver con los problemas o amarguras, sino con cómo los percibamos, con el tipo de lentes que nos pongamos para darles significado. Y ese significado será proporcional a qué tan diferente era la vida antes del problema. Como en la historia de mi compañera de clase.
De tal manera que la interpretación es la primera clave para comenzar a reparar las velas del barco. Y a continuación veremos los elementos que influyen en ella.
PREFERIR EN LUGAR DE NECESITAR
Читать дальше