Sin lugar a dudas, la Biblia enseña la importancia de ser industriosas. La idea de que nuestro valor depende de cuántas cosas podemos tildar en la lista de quehaceres, sin embargo, viene directamente del enemigo. Cuando él logra convencernos de esto, vivimos exhaustas y llenas de culpa. Como Jesús dijo, la verdad nos hace libres. ¡Tu productividad no determina tu valor!
“Por supuesto, ¡haz una lista de quehaceres! Por supuesto, ¡haz lo mejor que puedas!” dice el evangelista John Piper en la entrevista “God’s Sovereign Plans Behind Your Most Unproductive Days”. “Después, camina en la paz y la libertad de que cuando [tu plan] se estrelle contra las rocas de la realidad (lo cual sucederá la mayoría de las veces), Dios no te estará midiendo por lo que logres hacer. Estás siendo medido por tu confianza en la bondad, en la sabiduría y en la soberanía de Dios para usar este nuevo desastre de ineficiencia para su gloria y para el bien de todos los involucrados”, agrega.
Muy pocas veces Dios nos conduce por el sendero más corto. Aunque nuestra sociedad está obsesionada con la eficiencia y la rapidez, Dios está más interesado en santificarnos en el proceso. Un buen día es aquel en el que confiamos que Dios puede usar todo lo que nos sucede para su gloria y para nuestro crecimiento.
Señor, quiero descansar en la certeza de que mi valor viene de ti, de ser tu hija. Cuando mis planes se desbaraten, ayúdame a confiar en que tu plan aún sigue en marcha.
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:22, 23).
Más que al fracaso, deberíamos temerle al falso éxito. En su libro Espiritualidad emocionalmente sana , el pastor Peter Scazzero cuenta su historia. Aunque tenían buenas intenciones, Peter y su esposa vivían a una velocidad insostenible. “Durante cinco años había intentado hacer el trabajo de dos o tres personas. Teníamos dos servicios en inglés por la mañana y uno en la tarde en español, y predicaba en todos […] Mi esposa, Geri, estaba sola, cansada de criar a nuestras hijas como si fuera una madre soltera”. Desde afuera, parecían una familia exitosa, pero la realidad era muy diferente.
Una noche, Geri decidió poner un límite. Luego de años de conversaciones que no llevaban a ningún lado, ella dijo: “Peter, fui más feliz de soltera que de casada contigo. Me bajo de esta montaña rusa. Te amo y me niego a seguir viviendo de esta manera”. En esa misma conversación, Geri le informó a Peter que comenzaría a asistir a otra iglesia con sus hijas, para poder llevar un ritmo de vida más saludable. Al principio, Peter estaba furioso, preocupado por lo que diría la gente. Sin embargo, hoy cree que eso fue lo más bondadoso que Geri haya hecho por él en todo su matrimonio, al forzarlo a enfrentar la realidad y sanar la relación.
Aunque hablamos mucho acerca de la temperancia, pocas veces la practicamos en lo referente al trabajo y a la iglesia. Creemos que tener una buena relación con Dios implica estar ocupadas trabajando para él. Lamentablemente, esto no siempre es así. Es posible trabajar para Dios por razones equivocadas. Es posible mantenernos ocupadas en la iglesia para evitar enfrentar problemas en casa. También es posible desperdiciar años tratando de impresionar a otros con nuestra espiritualidad y eficiencia.
Peter y Geri ahora tienen un ritmo de vida sustentable. La experiencia los llevó a comprender que es imposible tener madurez espiritual si hay inmadurez emocional. Aceptar nuestros límites es indispensable para crecer. El éxito es hacer lo que Dios nos pide que hagamos; ni más, ni menos. El éxito es no permitir que las expectativas de otros nos empujen a aceptar más responsabilidades de las que podemos manejar. El éxito es tener tiempo para la familia y los seres queridos. El éxito es conocer a Jesús, es ser amigos de verdad.
Señor, quiero amarte de todo corazón y hacer tu voluntad. Como María, quiero saber cuándo detenerme y sentarme a tus pies, aunque las Martas del mundo esperen algo diferente de mí.
7 de marzo
Lista de cosas para ser
“¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?” (Mat. 16:26, NTV).
Lo más importante no es lo que haces (tu trabajo, tus logros, tus títulos), sino en quién te estás convirtiendo. ¿Vives con gratitud y esperanza? ¿Hablas y actúas con integridad? ¿Sabes amar incondicionalmente a los demás y a ti misma? Muchas veces, al planificar el día, escribimos una lista de cosas para hacer: ir al supermercado, pagar los impuestos, lavar la ropa… ¡y mucho más! Obviamente, es una buena idea organizarnos y administrar bien el tiempo. Sin embargo, me pregunto qué sucedería si escribiésemos una lista de cosas para ser ; si el plan para el día fuese ser paciente, compasiva y resiliente. ¿Cómo cambiarían mis prioridades? ¡Sospecho que tal vez hasta dejaría algunas cosas sin hacer!
Vivimos vidas frenéticas, como haciendo malabares con antorchas encendidas. Para intentar mantener en equilibrio la carrera, la familia y la iglesia, nos movemos cada vez con mayor rapidez. Corremos de un sitio a otro, agotadas e irritables, pensando que no tenemos otra opción. Y si por cualquier razón llegamos a pasar cinco minutos en un día sin hacer algo, nos sentimos culpables. Dios quiere liberarnos de esta esclavitud productiva. Por eso, nos llama al silencio del alma y al descanso (Mat. 11:28-30). Él nos invita a que la prioridad sea ser, y no hacer . “Dios nunca le dice a su pueblo: ‘¡Apúrense, muévanse, más rápido!’ ”, escribe Cindi McMenamin en When Women Long for Rest, When You’re Running on Empty [Cuando las mujeres anhelan el descanso. Cuando avanzas con el tanque vacío]. “En cambio, las palabras de Dios son: ‘Estad quietos’; ‘esperad’; ‘descansad’. El sendero santo es uno que llevará tiempo recorrer. Incluirá esperar. Incluirá confiar. Pero será apacible, y encontrarás reposo para tu alma”.
Necesitamos recibir el coraje emocional para frenar y desacelerar. Pidámosle a Dios la cordura suficiente para hacer menos y ser más. “Bochornosamente, muy pocos cristianos llegan a alcanzar […] este nivel de autenticidad. La mayoría de los cristianos simplemente están demasiado ocupados”, reflexiona Bill Hybels en Demasiado ocupado para no orar . Hoy, mientras planificas el día con Jesús, atrévete a desacelerar. Recuerda que lo más importante es en quién te estás convirtiendo.
Señor, confieso que mi estilo de vida es estresante porque he permitido que el mundo me imponga su agenda y su ritmo alocado. Sáname y dame reposo. Enséñame a desacelerar mi vida, a vaciarla de lo que no aprovecha, a hacer espacio para el silencio. Recuérdame que lo que más importa es en quién me estoy convirtiendo.
“Cuando el suegro de Moisés vio todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: ¿Qué logras en realidad sentado aquí? ¿Por qué te esfuerzas en hacer todo el trabajo tú solo, mientras que el pueblo está de pie a tu alrededor desde la mañana hasta la tarde?” (Éxo. 18:14, NTV).
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