Podemos pasarnos la vida comparando y rechazando. Sin embargo, por muchos girasoles que deshojemos, esto nunca resolverá nuestra inseguridad. La respuesta es vivir profundamente enraizadas en nuestra identidad en Cristo, sabiendo que nuestro valor ya está definido. Fuimos adoptadas por el Padre Celestial y esto nos convierte en hermanas. Somos órganos de un mismo cuerpo, florecillas de un mismo girasol. Diferentes, sin duda; pero todas escogidas, valiosas y absolutamente necesarias.
Señor, cuando me encuentre con una mujer que me genere inseguridad, recuérdame que mi valor nunca está en juego. Cuando la belleza, la inteligencia o el talento de otra mujer me den envidia, recuérdame que somos pétalos de una misma flor. Unidas, giramos, siguiendo al Sol de justicia.
19 de febrero
Hasta aquí nos ayudó Jehová
“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Sam. 7:12).
Esperé mi turno ansiosamente hasta poder acercarme. Entonces, extendí los dedos y apoyé mis manos suavemente sobre la pared fría. Inclinando la cabeza, junto con las demás mujeres, susurré una oración: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en él confiaré…” (Salmo 91).
El Muro de los Lamentos, en la antigua ciudad de Jerusalén, es un lugar de oración. Personas de todas partes del mundo lo visitan para rezar y dejar cientos de papelitos con peticiones y agradecimientos en las ranuras de las piedras. Parada frente al Muro Occidental, me sentí arropada, envuelta en esas oraciones susurradas en todos los idiomas imaginables.
Una emoción difícil de describir me anudó la garganta. ¿Cuántas manos tocaron esta pared? ¿Cuántos labios pronunciaron bendiciones —por cuántas generaciones— frente a estas mismas piedras? Las piedras del muro son un testimonio de la historia de Israel, y nos ayudan a recordar.
La Biblia nos instruye a que recordemos nuestro pasado y de dónde venimos (Deut. 7:8-10; 8:2). Necesitamos, como hizo Samuel, colocar piedras en el camino que nos recuerden que “hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Sam. 7:12). La cultura de consumo en la que estamos inmersas hace que nos enfoquemos en las cosas nuevas que podemos tener. Hace que olvidemos los regalos recibidos tan pronto como los desenvolvimos. Dios nos llama a la rebeldía cultural. Debemos recordar el camino y bendecir el proceso que nos trajo hasta aquí.
Haz una pausa y considera todo lo que ya tienes. Recuerda todas las batallas que el Señor ya ganó por ti. Escoge ser agradecida y no olvidadiza. Entonces, erige una piedra emocional en tu alma, inclina tu cabeza y susurra una oración de agradecimiento.
¡Gracias, Señor, por ayudarme hasta aquí! No lo hubiera logrado sin tu compañía. Todos estos años, tú me guiaste de la mano, supliendo cada una de mis necesidades. Me diste más de lo que me atrevía a soñar o a pedirte; más de lo que nunca pueda merecer. Hoy solo quiero agradecer.
20 de febrero
Recuerda recordar
“¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos” (Deut. 4:9, NTV).
Cierto día, fui al supermercado en mi bicicleta roja. Mientras regresaba a casa, comenzó a llover. El olor del asfalto mojado me transportó a mi infancia, como una máquina del tiempo. Me llevó en un instante a los veranos en Buenos Aires. A los ríos de agua de lluvia tragados por las alcantarillas sedientas. A las flores del Jacarandá que teñían las veredas de rosa y las hacían resbaladizas. A la rayuela, la escondida y las bombitas de agua en Carnaval. Todos esos recuerdos, en los que no había pensado hacía mucho, salieron a la superficie empujados tan solo por un aroma, una fragancia familiar. Es fascinante notar toda la información que se alberga en nuestra mente, y a la que podríamos acceder si tan solo nos acordáramos de recordar. La Biblia nos insta, una y otra vez, a recordar. Dios nos invita a no olvidar el pasado, lleno de sus cuidados y su presencia.
Mi amiga Anne y yo recordábamos, hace poco, cuánto tiempo oré pidiéndole a Dios que me diera más oportunidades para escribir. Y aquí estoy hoy, escribiendo un devocional para mujeres, haciendo exactamente lo que le pedí a Dios. Recordar el recorrido le da más valor a este momento y me permite disfrutarlo más. Es por esto que Moisés le dice al pueblo de Israel que no se olvide; por esto establece prácticas para la memoria activa. Guardar el sábado, celebrar la Pascua, dar el diezmo: todos estos son monumentos al recuerdo. Prácticas que, como un aroma familiar, nos remontan al pasado y nos recuerdan que Dios siempre ha sido fiel.
La palabra hebrea que generalmente se traduce en la Biblia como recordar, es zakar . Sin embargo, esta palabra también significa pensar, ponderar y mantener un registro de algo. Hoy quiero invitarte a recordar de manera activa. Toma un momento para pensar en algo que Dios ha hecho por ti. Puedes escribirlo, dibujarlo, cantarlo, o simplemente sentarte en silencio y revivir ese instante con gratitud. Recuerda. Asegúrate de no olvidar las bendiciones que viste con tus propios ojos.
Señor, gracias por tu fidelidad y tu cuidado en mi vida. Hoy quiero recordar y agradecerte especialmente por…
21 de febrero
Bendecido en todo
“Abraham ya era un hombre muy anciano, y el Señor lo había bendecido en todo” (Gén. 24:1, NTV).
Justo antes de morir, Abraham envió a su sirviente de más confianza, Eliezer, a buscar una esposa para su hijo. La historia se encuentra en el capítulo 24 de Génesis y comienza con una frase, un resumen de la vida de Abraham, que es muy interesante: “Abraham ya era un hombre muy anciano, y el Señor lo había bendecido en todo ” (Gén. 24:1, NTV, énfasis agregado). Generalmente, pasamos por alto este versículo para leer la romántica historia de Isaac y Rebeca, sin preguntarnos qué significa ser bendecido en todo . Esta frase hace que me imagine a Abraham acostado en una hamaca paraguaya, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, tomando una fresca limonada con un sorbete con sombrilla. Mientras tanto, su esposa, hijos e innumerables nietos, juegan en el patio de la casa, riendo y tocando panderetas. Después de todo, ¡Dios había prometido hacer de él una gran nación! Una casa llena de hijos y nietos demostraría justamente que Abraham había sido bendecido en todo .
Sin embargo, la imagen que vemos en este capítulo de Génesis es completamente diferente. Sara ha fallecido e Isaac es soltero. Considerando las instrucciones específicas que Abraham le da a Eliezer, queda claro que él tiene miedo de morir antes de que su siervo regrese. La ruta más transitada entre Canaán y Ur tenía una distancia de 1.450 kilómetros. Viajando a lomo de camello, ¡este sería un largo viaje! Abraham pensó que no llegaría siquiera a conocer a la esposa de su hijo, y aun así, la Biblia dice que fue bendecido en todo . ¿Cómo es posible? El célebre predicador inglés Charles Spurgeon comenta, tal como lo cita David Guzik en el comentario Enduring Word : “Esta es la breve historia de su larga vida; Dios dijo que lo bendeciría y lo hizo. ‘Jehová había bendecido a Abraham en todo’. ¿Qué? ¿Cuando le ordenó matar a su hijo? Sí, él lo ‘había bendecido en todo’. ¿Qué? ¿Cuando falleció su esposa, Sara? Sí, porque ‘Jehová había bendecido a Abraham en todo’. Quizá, si su vida no hubiera tenido problemas, esta frase no hubiera sido cierta”.
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