1 ...6 7 8 10 11 12 ...28 Esta observación es importante por cuanto vemos que Clavijero hace una diferencia consciente entre la naturaleza de sus acciones versus aquellas de los autores de las fuentes que cita. Así, cuando decide relacionar a Antonio de Mendoza con el manuscrito, usa un verbo que implica una posición más participativa en cuanto a los contenidos de la obra. En el título que asigna al manuscrito, “La raccolta di Mendoza”, la palabra activa es raccolta, que se traduce al español como colección. El acto de racogliere, que se traduce al español como recoger, cosechar, coleccionar implica una posición distinta a cavare, pues implica que el individuo escoge y compone aquello que ha sido raccolto, coleccionado. Así, “La colección de Mendoza” no es simplemente un conjunto de imágenes y textos que el virrey recibió o consiguió, sino un documento sobre el cual él tuvo influencia, como bien lo anuncia en su texto Clavigero (1780, 2:22) cuando dice lo siguiente:
La Raccolta di Mendoza. Così chiamiamo la collezione di 63 pitture messicane fatta far dal primo Vicerè del Messico D. Antonio Mendoza, alle quali fece aggiungere da persone intendenti la loro interpretazione nelle lingue Messicana, e Spagnuola per mandarle all’Imperatore Carlo V.
El rol de Clavijero y de Mendoza, en cuanto a sus respectivos manuscritos, no podría ser más opuesto. Uno es el intermediario en una empresa bibliográfica que busca transmitir la verdad que, en su opinión, ha sido enlodada por autores extranjeros y, como tal, actúa como vehículo para que la voz de autores veraces pueda ser escuchada y así devolver el esplendor a la historia de su patria. El otro es en cambio un sujeto activo en la recolección de información sobre México, es el creador de una fuente primaria. Esta idea nos permite considerar al Mendocino en el contexto de las fuentes bibliográficas que Clavijero anuncia al inicio de su obra y sugerir que la función del documento va más allá de lo que podría ser otra fuente bibliográfica.
La bibliografía de Clavijero
Inmediatamente después de la “Introducción”, Clavijero cita 47 fuentes que divide en dos categorías: historias escritas por autores europeos y mexicanos, y colecciones de pinturas, o sea, libros mexicanos pictográficos. El Mendocino forma parte del segundo grupo.
Como podemos ver en la tabla 2, Clavijero organiza sus fuentes textuales de forma cronológica. Así, empieza con Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, dos autores conocidos que fueron actores de la conquista, y termina con los textos de Boturini, notable historiador y coleccionista del siglo XVIII. Pero la forma en que Clavijero organiza los manuscritos pictográficos mexicanos en esta bibliografía parecería ser distinta. En esta lista Clavijero cita cinco manuscritos pictográficos, a los que se refiere como colecciones de pinturas de utilidad para la escritura de la historia de México (Clavijero 1780, 2:22). Cuatro de estos fueron presentados como antigüedades prehispánicas cuando, de hecho, contenían elementos coloniales, arrojando luz sobre el sesgo con el que Clavijero entendía este material y el valor que quiso darle en el contexto de su bibliografía: fuentes primarias de autoridad incuestionable por su origen.
La quinta fuente de esta lista nos ocupa en este ensayo. Pese a que Clavijero la juntó con documentos de origen prehispánico, en ningún momento pretendió en su explicación que esta fuera otra cosa que un manuscrito colonial. Lo interesante en esto es, una vez más, no solamente el qué sino el cómo. De manera contraria a la forma en que Clavijero organizó sus fuentes históricas, al presentar el Mendocino al inicio de su lista de material prehispánico, Clavijero revierte conscientemente el principio cronológico que parecería haber guiado la presentación de su bibliografía y resalta efectivamente el manuscrito colonial que acaba de bautizar.
Así, la bibliografía de la Storia de Clavijero toma la forma de un gran espejo con las obras textuales organizadas en una progresión cronológica del siglo XVI al XVIII, mientras que las obras pictográficas siguen una organización cronológica en reversa. De esta manera, el Mendocino, documento colonial que incorporaba material textual y pictográfico fruto del encargo del primer virrey de Nueva España, funciona como un eje bibliográfico entre el mundo de la historia europea y la prehispánica. El cómo de esta presentación es importante pues, de la misma manera que Purchas lo había hecho más de un siglo antes, al presentar el manuscrito como una obra anónima pero de gran valor —al punto de llamarla “la más valiosa de sus joyas”— Clavijero separa y resalta el manuscrito del grupo al cual lo asigna al ignorar el orden que había establecido ya para la presentación de las fuentes y al identificarlo por primera vez con don Antonio de Mendoza. Para los fines y propósitos de considerar de manera nominal la inclusión de este manuscrito en la bibliografía de la Storia, el orden en que aparece es irrelevante. Pero, junto con el nombre con que se bautiza el documento —en el contexto histórico en que surge la obra de Clavijero y en el de la función que este le asigna a su Storia como un vehículo para el proyecto de construcción nacionalista— el gesto no puede ser pasado por alto.
Tabla 2: Las fuentes bibliográficas de la Storia antica del Messico
Por un lado, al incorporar material textual y pictográfico, el Mendocino funciona como una transición deseable entre las fuentes coloniales y las prehispánicas, y cumple por lo tanto un rol práctico en la presentación de la bibliografía. Por otro, al relacionar al manuscrito con el primer virrey de Nueva España de manera activa —llamándolo la “Colección [raccolta] de Mendoza”, conociendo la reputación de estadista y humanista del virrey, ya fuera de manera consciente o inconsciente— Clavijero asigna a este un rol de responsabilidad acerca de los contenidos del manuscrito, aunque no hubiera sido el autor material de los mismos. La identificación de Mendoza como el responsable de la obra le asigna al manuscrito una posición de preeminencia, una calidad cuasi fundacional. Al atribuir este rol de responsabilidad sobre el manuscrito a Antonio de Mendoza, Clavijero construye un arco narrativo para su bibliografía que gira en torno al momento en que el México antiguo y pictográfico converge con el México moderno, textual, y lo identifica con el nacimiento del virreinato de la Nueva España como la estructura política sobre la cual toma forma la nación mexicana moderna. Desde ese momento, los estudiosos de México podrían obtener verdades específicas sobre el México antiguo y la Nueva España; tales como datos sobre la estructura económica mexica o sus costumbres alimenticias o la forma de educar a sus hijos y crear discursos específicos sobre el México antiguo por medio de un “retorno al origen” de la Nueva España, que combina la autoridad Real encarnada en el virrey y la voz indígena articulada por las imágenes y los textos del manuscrito. Pero ¿por qué Mendoza? ¿Por qué no atribuir el manuscrito al patronazgo de Luis de Velasco, Hernán Cortés, Vasco de Quiroga u otros de los notables novohispanos del periodo cuya autoridad podría haber sido igualmente deseable al del valor del manuscrito como una fuente primaria de reputación incuestionable?
Don Antonio de Mendoza
El primer virrey de Nueva España es uno de los personajes más famosos de la historia colonial española. Hijo de Íñigo López de Mendoza, Capitán General de Granada, don Antonio tuvo desde temprana edad una educación privilegiada. Su tutor fue Pedro Mártir de Anglería, primer cronista de las Indias, y la cercanía con la corona castellana, de la que disfrutó su familia, le garantizó acceso al círculo más íntimo de la corte española (Aiton 1927). Dentro de las dignidades de las que disfrutó durante su vida en Europa están las de caballero de la cámara de Carlos I y embajador en Viena, una de las capitales más importantes de la Europa de los Habsburgo. Pero no es solamente su linaje o lo fortuito de haber sido el primer virrey de Nueva España lo que lo diferencia de otros administradores de la corona en el Nuevo Mundo, sino también su reputación de humanista. En conjunto, estas condiciones lo destacan en la historia de la colonia temprana y hacen que un manuscrito como el Mendocino se viera más beneficiado por una conexión con él que con algún otro de los notables del mismo periodo.
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