No era Purchas el único geógrafo de la época que manipulara los hechos para conseguir efectos emotivos de parte de su audiencia o que tratara sus fuentes de tal manera que le ayudaran a construir un arco narrativo atractivo. Tanto durante su vida, como después, Thevet ha sido criticado por lo que a primera vista sería un comportamiento poco riguroso en su trabajo de compilador y narrador.13 La fecha que Thevet inscribió en el manuscrito no es necesariamente la fecha en que este llegó a sus manos. Frank Lestringant ha mostrado que las memorias, referencias e incluso las anotaciones bibliográficas de Thevet no pueden ser aceptadas sin cuestionarlas. En su biografía de Thevet, Lestringant ha explorado la visible imprecisión y en algunos casos la absoluta invención de hechos que plagan los escritos del francés. En efecto, Lestringant ha identificado un proceso común en la obra de Thevet al que ha denominado “ficción autobiográfica retroactiva”. Por medio de esta, Thevet manipulaba fechas y hechos para que sus propias narrativas calzaran con aquellas de otras obras publicadas o inclusive para conmemorar hechos importantes en su propia vida que fueran relevantes a una u otra obra (Lestringant 1991, 40–43). Así, cuando Thevet firma y fecha su copia de la Cosmografía universal de Sebastián Münster, inscribe la fecha de 1562 aun cuando en la misma página se puede apreciar que la obra había sido publicada en 1565 (figura). Más adelante, en la página 1337, Thevet vuelve a fechar el libro a 1558.
En el caso del Mendocino, el fechado parecería agruparlo con otros manuscritos que estarían relacionados con el interés de Thevet en el Nuevo Mundo: Les Voyages aventureux de Jean Alphonse, obra publicada por primera vez en 1558, y Le voyage & navegation, faict par les Espaignolz de Antonio Pigafetta, publicado en 1537 (Lestringant 1991, 42–43). Todos fueron fechados a 1553, agrupándolos en consecuencia. Y, si bien la fecha de publicación del último es anterior, la datación del libro de Alphonse a una previa a su propia publicación recuerda a lo hecho por Thevet con el libro de Münster. Considerando esto vis a vis la segunda hipótesis para el itinerario del Mendocino, podemos cuestionar y problematizar uno de los elementos tradicionalmente irrefutables de su historia: el hecho de que hubiera llegado a manos de Thevet en 1553.
Una última pieza de evidencia al respecto de lo problemático de la fecha de 1553 proviene del Mendocino mismo. En el reporte que escribió Bruce Barker-Benfield sobre el papel y la encuadernación del Mendocino se propone que el papel que constituye uno de los folios en los que firma Thevet proviene de la década de 1570 (ver Capítulo 3). Si bien en este folio Thevet no incluye una fecha, el gesto mismo de firmar el manuscrito una y otra vez —posiblemente en distintas décadas entre 1550 y 1570— inserta la acción en el proceso de revisión autobiográfico que identifica Lestringant, y que se ve de manera patente en la Geografía universal de Münster, con sus dos fechas de 1562 y 1558. Para entender el rol y contexto del año 1553 puede ser productivo hacer un recuento de los itinerarios de Thevet entre 1540 y 1570.
Entre 1549 y 1553, Thevet viajó por Medio Oriente con apoyo de su benefactor, el Cardenal Jean de Lorraine. Durante este viaje, Thevet se incorporó a la embajada francesa ante el Imperio otomano. Regresó a Europa a finales de 1553 y para 1554 había publicado ya su Cosmographie de Levant. Ese mismo año Thevet fue nombrado capellán del vicealmirante Nicolas Dourand de Villegaignon, a quien acompañó en la expedición que se vendría a conocer como la France Antarctique y por medio de la cual Francia invadió Brasil, en un intento de iniciar una empresa colonizadora del Nuevo Mundo. La misión, registrada por Thevet en las Singularites de la France Antarctique (1574), fracasó y para 1559 Thevet ya había regresado a Francia. Ese año mismo, consiguió una posición en la corte como capellán de la reina Catalina de Medici, madre de Isabel de Valois.14 Tanto Lestringant como Nicholson han observado que Thevet desarrolló una relación cercana con la reina y que recibió de ella todo tipo de regalos y curiosidades que contribuyeran a su labor de geógrafo. Algunos de estos, de acuerdo a la memoria que Thevet comparte en su Grande Insulaire, pueden haber sido manuscritos mexicanos y, uno de ellos, bien podría haber sido el Mendocino.
Si bien la posibilidad de que el Mendocino hubiera llegado a manos de Thevet no por vía de piratas, sino como un regalo, entre otros, que la reina le dio a lo largo de sus años de servicio, le roba algo del aura romántica y de la cualidad de tesoro que ha acumulado a lo largo de los últimos casi cuatro siglos, aun así permite sugerir que el manuscrito sí llegó a España y en consecuencia lo inserta en un contexto mucho más amplio. Y aunque la forma, el momento exacto y el contexto de su llegada son más difíciles de determinar con precisión, esta posibilidad apoya la lectura que he ofrecido en el pasado acerca del origen del Mendocino como un encargo de la élite mexica sobreviviente, y su rol como documento en la defensa de la soberanía de los pueblos del Nuevo Mundo en el contexto del movimiento indigenista del siglo XVI.
Entre 1559 y 1592, Thevet permaneció en la corte de Francia y escribió varios volúmenes acerca de exploraciones, tres de los cuales son relevantes al Nuevo Mundo y en particular al Códice mendocino —la Cosmographie Universelle (1575), los Vrais pourtraits et vies des homes illustres (1584) y el Grande Insulaire (1588)— ya que por detalles de su contenido han sido usados por académicos para identificar al Mendocino dentro de la bibliografía de Thevet. En 1971, Benjamin Keen (citado en Nicholson 1992, 5) se refirió en este sentido a un extracto de la Cosmographie Universelle:
Tengo en mi gabinete dos discos grabados de marfil o de otra bestia salvaje que recuperé del botín de un barco que vino de esas tierras. En el medio de dichos discos se pueden ver ciertas letras hechas como ranas o sapos y otros animales tanto terrestres como acuáticos alrededor de las mencionadas letras.
Si bien en este fragmento de texto Thevet se refiere a objetos provenientes de México en su colección particular, como ya lo notó Nicholson (1992, 5) en su momento, es evidente que estos no son del Códice mendocino. Sin embargo, en los Vrais pourtraits, Thevet sí hace referencia a manuscritos que resuenan con el Mendocino:
confieso que para ordenar sus ideas, los mexicanos usan caracteres reminiscentes de diversos animales terrestres y acuáticos y las cabezas, pies, brazos y otras extremidades humanas de la misma manera que los egipcios y etiopes hacían en sus letras jeroglíficas—un tema que he tratado ampliamente en mi Cosmografía. Dos tales libros tengo en mi propiedad que fueron escritos a mano en la ciudad de Themistitan y llenos con los caracteres y figuras y la interpretación de ellos. (5)
Este pasaje, considerado en conjunto con el anteriormente referido fragmento del Grande Insulaire, parecerían referirse tanto al Mendocino como a al menos un manuscrito mexicano adicional en su biblioteca. Pero más importante y desconcertante es el hecho de que ambos textos provienen de la década de 1580, y que parecerían indicar que Thevet planeaba publicar sus manuscritos mexicanos en el futuro cercano. Sin embargo, para 1587 —como lo sugiere la inscripción inglesa en la última guarda antes del folio 1r que reza “d. yourselfe in gold rydinge to londen ye 7th of september 1587/v”— el Mendocino habría abandonado a Thevet y se encontraría en poder de su nuevo dueño, el geógrafo inglés Richard Hakluyt.
Un hombre de habilidades notables, Richard Hakluyt permaneció en París entre 1583 y 1588. Clérigo por entrenamiento, sus amplias actividades abarcaban frentes tan distintos como la secretaría de Sir Edward Stafford, la traducción, la capellanía, autoría de textos políticos y, probablemente, inteligencia. De hecho, sabemos que durante su misión en Francia cumplía con los encargos de Sir Francis Walsingham y Robert Cecil de procurar cuanta información pudiera acerca de las cortes francesa y española, así como de sus empresas ultramarinas con el fin de explorar la posibilidad de una colonización inglesa del Nuevo Mundo (Hakluyt 1850).
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