Es muy difícil decidir cuánto de estas modificaciones correlacionadas son el resultado de la selección natural y cuánto de efectos heredados por el aumento del uso de ciertas partes, o de la acción de una parte sobre otra. Sin duda estas formas de cambio a menudo cooperan: así, cuando ciertos músculos y las crestas óseas a las que están adheridos son agrandados por el uso frecuente, esto muestra que algunas acciones son realizadas habitualmente y resultan útiles. Por lo tanto los individuos que mejor las hagan tenderán a sobrevivir en gran número […] El uso libre de brazos y manos, en parte la causa y en parte el resultado de la posición erecta del hombre, parece haber conducido de manera indirecta a otras modificaciones estructurales. 16
Contraprueba al canto: las manos de Madeleine
El neurólogo y escritor británico Oliver Sacks (1933-2015) refiere el caso de Madeleine, una mujer de sesenta años, ciega de nacimiento y con parálisis cerebral, para quien sus manos eran, según ella, “inútiles pedazos de masa”.
Lúcida, culta y bastante locuaz, había vivido sus sesenta años al cuidado total de su familia. Su formación en la lectura y la cultura había sido mediante la escucha de libros que le habían sido leídos, ya que ella ni siquiera leía textos en Braille. Tampoco había usado sus manos para sus necesidades personales básicas (comida, baño, etc.). Sus manos estaban inertes, inactivas.
Le habían dado siempre de comer, nunca había hecho por sí sola sus necesidades, nunca había intentado valerse ella, siempre había dejado que la ayudaran los demás. Se había comportado, durante sesenta años, como si fuese un ser sin manos.
Aunque ellas eran absolutamente normales en cuanto a la sensibilidad (tacto, dolor, temperatura, etc.), carecían de capacidad perceptiva. ¿Podría ser ello por falta de uso?
Y si era así (parecía insólito, pero era la única hipótesis que se me ocurría), ¿podría ahora, a los sesenta años, adquirir lo que debería haber adquirido en las primeras semanas y meses de vida?
Luego de tratar a la paciente con una serie de estímulos y ejercitaciones, se produjo el proceso de descubrimiento de sus propias manos que la impulsó a explorar y sentir por primera vez los objetos y las personas que le rodeaban. El proceso se coronó con un hallazgo para todos sorprendente: ¡la habilidad de Madeleine para la escultura! Pasó a ser conocida como la Escultora Ciega de St. Benedict’s.
¿Quién podría haber soñado que aquella mujer ciega y paralítica, marginada, desactivada, excesivamente protegida toda la vida, guardase en su interior el germen de una sensibilidad artística asombrosa (tan insospechada por ella como por los demás) que germinaría y florecería en una realidad extraña y bella, tras permanecer inactiva, malograda, durante sesenta años? 17
“Al parecer la inteligencia como tal no tiene ningún rol; lo esencial y único es el uso ”, concluyó el profesional.
Desde el fondo de la historia, Anaxágoras aplaudió con gran entusiasmo.
Demos vuelta la hoja. Del pulgar al meñique, ¿se fijó cómo lo hace?
De estudios comparativos surgen las diferencias de las manos humanas con las de nuestros antepasados y las de otros primates.
Agarre de precisión y agarre de fuerza: dos tipos de agarres fundamentales que habrían posibilitado las acciones de defensa y ataque, como también la fabricación de herramientas, aumentando así las posibilidades de sobrevida y reproducción.
Si bien no existen pruebas concluyentes al respecto, hay acuerdo generalizado en que la evolución anatómica de la mano estuvo vinculada al uso de herramientas. La flexión ulnar, exclusiva de los humanos modernos, habría ampliado considerablemente la capacidad de supervivencia y resolución de problemas.
¿Se relaciona el ejercicio o uso de las manos con el desarrollo de la inteligencia?
12. Mary W. Marzke, “Tool making, hand morphology and fossil hominins”, Philosophical Transactions of the Royal Society B , 368 (1630): 20120414, 2013, dx.doi.org; Mary W. Marzke y R. F. Marzke, “Evolution of the human hand: Approaches to acquiring, analysing and interpreting the anatomical evidence”, Journal of Anatomy , núm. 197, 2000, pp. 121-140, entre muchas otras publicaciones.
13. John Russell Napier, “The prehensile movements of the human hand”, The Journal of Bone and Joint Surgery , 38 B.04, 1956, pp. 902-913; Richard W. Young, “Evolution of the human hand: The role of throwing and clubbing”, Journal of Anatomy , vol. 202, núm. 1, 2003, pp. 165-174.
14. Charles Darwin, Charles, The Descent of Man , cap. II, darwin-online.org.uk.
15. Frank R. Wilson, The Hand: How its use shapes the brain, language, and human culture , Pantheon Books, Nueva York, 1999.
16. Charles Darwin, The Descent of Man , cap. II .
17. Oliver Sacks, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero , Anagrama, Barcelona, 2008, primera parte, § 5 “Manos”, pp. 71-77.
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