Antonio Buero Vallejo - Cartas boca arriba

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Este volumen, cuyo título homenajea la obra de Buero
Las cartas boca abajo, recoge la correspondencia que los escritores Antonio Buero Vallejo y Vicente Soto mantuvieron durante casi cincuenta años. En ella los dos intelectuales dejan testimonio de su compromiso con su tiempo y con su obra, sus filias y fobias, sus logros, perplejidades, enojos y abatimientos. Una crónica íntima a dos voces que registra los cambios históricos y sociales, culturales y literarios, las modas y los modos en sus ciclos de auge y declive. Con el trasfondo de la España de la posguerra, la Transición y la democracia, estas cartas suponen una doble y excepcional autobiografía epistolar.

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Poseo anécdotas delirantes. Vamos, de echarse a llorar.

Y como esto sería interminable, bajaré de los cerros de Úbeda. En agosto te liquidaré esos diez ejemplares. Blanca lo hubiera hecho, de haberos visto. Pero no pudo visitaros: est[uvo] en Madrid —ahora está en Valencia— pocos días, maniatada, además, por los dos niños.

Más noticias. El pobre Terrádez ha muerto. Tenía, como cada hijo de vecino, sus defectos. Pero era un tremendo español y un castellano finísimo. Después de casi veinte años de exilio, enfermo y decepcionado, se disponía a darse un paseo por ahí este verano. Lo vivía ya. Y se ha muerto. La cosa me impresionó tanto más cuanto que escasos días antes habíamos estado juntos, en su casa. Estaba delicado, pero tan campante. En fin.

Volviendo a todo eso de la «actualización»: ¿es aún tiempo de preguntarte por ese amorío con una chiquita «que me quiere bastante y a la que yo, ay, no quiero demasiado»? Desearía conocerla para hablarle mal de ti.

No sé si me escribirás antes de mi viaje. Aunque no sea así, yo os haré saber a ti y a Agustín cuándo llego, a fin de que enseguida nos vayamos a cenar —cena que pagará Agustín; díselo.

Estoy enfrascado en grandes proyectos. Algo en relación con la televisión. En cierto modo deseo que salgan bien, por el peso que sobre mí supondrá lo contrario. Ya te contaré, si la cosa marcha.

¿Cómo sigue tu madre? (He aquí el botón de muestra: hasta dentro de…, no sabré tu contestación.)

Corto ya, Tony. Un fuerte abrazo.

Vicente

¿Qué pasa con mi ejemplar de Hoy es fiesta? Deseo cebarme.

[6]

A Antonio Buero Vallejo

Londres, 18 de noviembre de 1957

Querido Tony:

Enhorabuena por ese gran triunfo. «¡Buero, Buero!»: estupendo. Adelante. Sin fiarte ni un pelo de ellos, desde luego —consejo que no te descubre nada nuevo, pero que quizá sirva para recordarte algo.

Tengo, sin cumplidos, ganas de leer la obra, cuyo título —ambos títulos— me gusta. Os envidio a todos: a ti, sin disimulos, y a todos los que acuden a los estrenos y discuten, presumen, sueñan y, de madrugada, en tertulia ambulante, se van a tomar churros. No quiero, no debo impacientarme, pero volveré un día —si desde aquí resuelvo mi futuro económico de ahí; si no, solo de vacaciones—. Esto es tremendo, esto es inconmensurable; pero salí demasiado viejo de ahí. Pero no temas que cometa la tontería de regresar para volver a pasar apuros. Antes la muerte.

Recibidos los diez Fiesta; y perdona por el acuse de recibo tardío. ¡La vida! Te diré que alternan la lectura de tu obra con la de Platero y yo. Ná menos.

Te acepto el regalo. Muchas gracias. Lo malo es que ya cobré el libro a los alumnos. Bueno, no era para ellos el regalo.

Unas palabras —pocas; no temas— sobre tus «Comentarios». Has de creerme dos cosas: 1.ª, cuando te escribí mi última recordé perfectamente que una vez te aconsejé siguieras escribiéndolos; 2.ª, pensé que también tú lo recordarías. Pero creí sinceramente que mis observaciones de ahora no se oponían a aquel consejo. Sigo, como Agustín, alentándote a que comentes cada una de tus obras. Los comentarios de Bernard Shaw me gustan, a veces, más que el texto dramático. Pero, sin pretender que ahora recuerdo todos sus comentarios y los tuyos, me parece que los de él son como nuevas derivaciones artísticas y filosóficas aprovechando el tema de la obra; los tuyos son sobre todo de pura autocrítica —aunque no solo esto—. Dicho un poco brutalmente: Shaw es famoso, aparte de por otras cosas, por sus obras y por sus comentarios; tu fama, si no me equivoco, no debe nada a tus comentarios. ¿O sí? No me hagas caso.

Te estoy escribiendo en los entreactos de una obra que televisan: Hombre en una luna. No es mala la obra —ni mucho menos; hasta aquí, cuando solo falta un acto—. No lo señalo por la obra, sino para que te des idea de la crisis que los satélites desatan por aquí. Horrible y ridículo, todo a un tiempo, por increíble que parezca. Protestas de sociedades protectoras de animales por el lanzamiento del perro, anuncios de pésimo gusto con satélites que hablan, bailan y eructan, presagios acerca de cuándo irá el primer hombre a la Luna, etc. Supongo que ahí pasa algo también, pero no creo que el histerismo británico tenga par. Junto a esto lees los artículos más serios y mejor documentados, los cuales, naturalmente, no interesan. Repugnante.

Hasta la tuya, Tony. Blanca, que está a mi lado, me encarga te mande sus recuerdos. Se alegra también de tu éxito último (leyó la obra antes que yo y le gustó muchísimo).

Agustín me debe carta, pero quizá —quizá— le escriba yo antes de recibir la suya. Díselo, por favor.

Verás que ya nunca te hablo de tu venida. ¿Para qué, si no quieres venir? ¿Vas a París? (En tu última hay una frase que podría sugerirlo así.)

Un fuerte abrazo,

Vicente

Nada me dices de cierto cuentecillo que mandé a Agustín. Yo olvidé pedirle que lo leyeras. Supongo que, o no lo has leído por otra causa, o no te ha gustado y no quieres vapulearme. ¡Ay!

(Perdona la letra: escrito en el metro, a 1.000 por hora).

[7]

A Vicente Soto

Madrid, 30 de noviembre de 1957

Querido Vicente:

Lo he pensado mucho antes de incluirte el recorte que acompaño, pues ya es proverbial eso de que los amigos solo avisan de las cosas malas. Pero, al fin, he creí­do que debías estar enterado. Es un recorte del semanario español SP, de reciente aparición, y que está resultando bastante bueno. Pertenece al número del 24 de noviembre.

Bien. Quizá por él se te va al cuerno —al menos parcialmente— uno de tus más felices hallazgos literarios. Por experiencia propia sé lo que es esto: me he quedado con una hermosa obra sin escribir sobre la tumba del soldado desconocido porque fui advertido a tiempo de cierta novela de Faulkner que, en esencia, era lo mismo. Y la tenía ya muy pensada… Pero siempre es eso mejor que advertir el parecido después, como también me ha ocurrido en otras ocasiones. Este curioso recorte lleva dentro la confirmación de esa agridulce experiencia literaria: la de las increíbles coincidencias, que la gente, sobre todo aquí, atribuye siempre al plagio.

Me molesta hacerte llegar esa mala noticia, puedes creerlo. Esa es la única diferencia, pero es grande, entre mi acción y la de esos «amigos» que envían noticias similares con lágrimas de cocodrilo pero relamiéndose de gusto. A mí lo tuyo me ha dolido casi como si fuera mío: recuerda que siempre tuve interés por que perfilases y dieses a conocer tu drama. En la vida literaria también hay que correr… No es un reproche, sino la melancólica corroboración de algo que yo he sufrido. (Aventura en lo gris fue otro caso; y hasta podría hablarte de Si yo volviera a nacer, un guion muy antiguo que escribí con [José] Romillo y [Francisco] Pérez Sánchez y gran parte del cual he visto después en René Clair.)

Bueno. No pensarlo mucho y a otra. El escritor solo vence esas cosas produciendo y supongo que a todos les ocurre alguna vez.

Mi obra sigue viento en popa, pese a los augurios de quienes, ante el éxito, se agarraron a la suposición de que «duraría poco» —el ínclito farsante de Sastre, entre ellos, a quien su desdichado estreno de El cuervo en el María Guerrero, pese a la estupenda crítica de Marqueríe, solo le ha durado 39 representaciones a ratos casi vacías. ¡La némesis griega por la que el gran pedantón está sufriendo en carne propia todo lo que procuró que nos sucediese a los demás!

Mi obra va por sus 51 representaciones, con una media de 27.000 pesetas. Le ha dado al público por ahí, y esto permite suponer que la compañía, que se va el 6 de enero, llegará a esa fecha con ella.

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