La presentación del delito en los medios de comunicación es parte de un circuito productivo integral que incluye las condiciones de estructuración del sector de las comunicaciones, las rutinas de trabajo, los criterios, operaciones y encuadres editoriales, su puesta en el aire y su recepción por parte del público. Comprender la configuración discursiva del delito, la violencia y la inseguridad requiere la sistemática observación y el análisis de la trastienda de la producción informativa y de su materialidad precaria, como también de los sentidos asignados a las piezas noticiosas por parte de la audiencia. Así se troquela la agenda mediática y su diálogo con la pública.
Con esa tesis, este libro presenta los resultados de un equipo de investigadores del campo de las ciencias sociales que abordó el estudio integral del circuito productivo de las noticias sobre delito, violencia e inseguridad en los noticieros televisivos de las cuatro ciudades más grandes de la Argentina, entre 2016 y 2020.
En palabras de Silvio Waisbord, “el libro contribuye a desentrañar la recepción de la noticia, en cuanto ofrece evidencia y argumentos que problematizan los nexos entre contenido, impacto y variables sociales”.
Gabriel Kesslees investigador principal del Conicet y profesor titular en la Universidad Nacional de La Plata y en la Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Martín. Sus libros más reciente son (con Gabriela Benza) Uneven Trajectories: Latin American Societies in the Twenty-First Century (2020) y La ¿nueva? estructura social de América Latina (2021).
Martín Becerraes investigador principal del Conicet y profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes y de la UBA. Es doctor en Ciencias de la Información (UAB). Sus libros más recientes son Grupo Clarín: From Argentine Newspaper to Convergent Media Conglomerate (con Guillermo Mastrini y Ana Bizberge, 2021) y La concentración infocomunicacional en América Latina (2000-2015) (con Guillermo Mastrini, 2017).
Natalia Aruguetees investigadora adjunta del Conicet y profesora titular de la Universidad Nacional de Quilmes. Es doctora en Ciencias Sociales (UNQ). Sus principales libros son Fake news, trolls y otros encantos: cómo funcionan (para bien y para mal) las redes sociales (en coautoría con Ernesto Calvo, 2020) y El poder de la agenda: política, medios y público (2015).
Natalia Raimondo Anselminoes investigadora adjunta del Conicet y docente de grado y posgrado en la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Abierta Interamericana y otras universidades argentinas. Es doctora en Comunicación Social por la UNR y sus investigaciones se inscriben en el campo de la semiótica de las mediatizaciones y de la semiodata.
GABRIEL KESSLE, MARTÍN BECERRA, NATALIA ARUGUETE Y NATALIA RAIMONDO ANSELMINO
(editores)
EL DELITO TELEVISADO
Cómo se producen y consumen las noticias sobre inseguridad y violencia en la Argentina
2016.2020
Gabriel Kessler, Martín Becerra, Natalia Aruguete y Natalia Raimondo Anselmino
Este libro presenta los principales hallazgos de un proyecto de investigación que se propuso estudiar, en la Argentina del siglo XXI, cómo los medios de comunicación producen y ponen en circulación información y opiniones sobre casos de delito, violencia e inseguridad, desde un abordaje que integrara las condiciones de propiedad de la producción mediática, las rutinas productivas de construcción de las noticias, el contenido noticioso y su construcción discursiva, así como la instancia de recepción de este tipo particular de discurso en ocho noticieros centrales de las cuatros principales ciudades argentinas: Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza. Dicho proyecto –cuyo título es “De la propiedad a la recepción: estudio integral del circuito productivo de las noticias sobre delito e inseguridad en los noticieros televisivos de mayor audiencia de la Argentina”– fue financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), por la Defensoría del Público Audiovisual de la Nación y por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, instituciones públicas de la Argentina. Se trata de una investigación que reunió, entre 2016 y 2020, a dieciséis investigadoras e investigadores del campo de la comunicación y de la sociología, y otros tantos auxiliares de investigación, provenientes de universidades emplazadas en las cuatro ciudades estudiadas: la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de San Martín, la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad del Salvador y la Universidad Austral.
Realizamos nuestro trabajo en un período en que la Argentina ya exhibía, desde al menos una década y media atrás, rasgos persistentes en relación con los delitos, la preocupación social por estos y su presentación en los medios. Parafraseando a David Garland (2005: 247), se había consolidado una particular experiencia cultural del delito en cuanto significado que este adquiere en una cultura particular en un momento dado, un tejido compacto que entrelaza mentalidades y sensibilidades, es decir, una red cultural que está incorporada a formas específicas de vida y que, por esta razón, se resiste a la alteración deliberada y tarda en cambiar.
Dichos rasgos son una tasa de delitos urbanos alta en relación con parámetros internacionales, con tasas de victimización –esto es, personas que declaran en las encuestas haber sido víctimas de un delito en el último año– cercanas al 30%, pero al mismo tiempo con tasas de homicidios bajas en el contexto latinoamericano, aunque duplican o triplican a países de Europa Occidental (Kessler y Bruno, 2018). En general, hay consenso sobre una serie de cambios a lo largo de las últimas dos décadas y media. Durante los años de transición democrática se produce una mutación en las formas de representación del delito: en sus formas clásicas el delincuente era una figura casi monstruosa, puesto que el crimen era algo considerado excepcional, que mostraba el límite de lo humano (Vilker, 2008). Los años 90 provocaron un quiebre social que afectó a todas las dimensiones de la vida colectiva. Así, a medida que la pobreza, la desigualdad y la exclusión crecían, las tasas de delito también lo hacían (Cerro y Meloni, 2004). Y, entretanto, se acuñó la categoría “inseguridad” como rúbrica mediática y problema público considerado una secuela de la degradación que el país, de manera inédita, comenzaba a sufrir (Kessler, 2009). Un rasgo central es la paulatina extensión de la preocupación por el crimen a todos los centros urbanos grandes, medianos y pequeños del país, en paralelo a un real incremento de las tasas de delitos en todos ellos (Míguez e Isla, 2010). A medida que aumenta el temor, la tesis acerca de que los medios de comunicación son los responsables del sentimiento de inseguridad ha sido puesta en cuestión a partir del análisis de variables ligadas al entorno, la cultura y la experiencia (Kessler y Focás, 2014). Tanto es así que la representación del delito en los medios comienza a ser objeto de un creciente número de investigaciones en nuestro país, al punto de conformar, en pocos años, un verdadero campo de estudios en el cruce entre disciplinas de la comunicación y la sociología y antropología del delito (entre otros, Arfuch, 1997; Calzado, 2015; Entel, 2007; Fernández Pedemonte, 2001, 2010; Focás, 2020; Galar, 2017; Gayol y Kessler, 2018; Kessler, 2009; Morales, 2016; Vilker, 2008; Zunino, 2020).
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