Acisclo Manuel Ruiz Torrero - Se necesita vigilante

Здесь есть возможность читать онлайн «Acisclo Manuel Ruiz Torrero - Se necesita vigilante» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Se necesita vigilante: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Se necesita vigilante»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Rafael ha dejado atrás su primera juventud. Mas maduro, comienza a plantearse un futuro junto a su novia Diana que se le antoja difícil, con pocas perspectivas de progreso. De manera fortuita, decide probar suerte en un mundo tan desconocido para él como es la Seguridad Privada, un hecho que le cambiará la vida. Una historia plagada de experiencias nuevas, dramáticas y anecdoticas, en la que nuestro querido Rafa intenta sobrevivir en constante controversia consigo mismo. Su entorno, sus miedos y su propia lucha interna, hacen de este relato «Se necesita Vigilante» un reflejo social de la época ( 1987-1993), donde el amor y la amistad se convierten en la piedra angular del protagonista.

Se necesita vigilante — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Se necesita vigilante», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los días pasaron como un suspiro, entre baños en el río, visitas a la sierra y largas conversaciones monotemáticas donde de manera palpable se observaba el nerviosismo reinante en Rafael. Ya no escondía su inquietud ante el nuevo futuro laboral que tenía en puertas, constantemente se hacía preguntas sobre su capacidad para estar a la altura, si pudiera ser que tuviese futuro en aquel trabajo o simplemente que todo resultase efímero. No quería defraudar a su novia, pero sobre todo no quería defraudarse a sí mismo, intentaba mantener una imagen de control sobre la situación, pero la realidad era que permanentemente buscaba alguna similitud con los trabajos anteriores para agarrarla y sentirse más seguro. Por mucho que buscaba no los encontraba, aquello no se parecía en nada a ponerse un mono y seguir las consignas del encargado, todo lo contrario, allí era él, quien tenía que velar porque se cumplieran las normas de seguridad, una situación que no controlaba y le causaba ansiedad. Diana lo conocía muy bien y actuaba de bálsamo, restaba importancia a los temas que Rafa le daba demasiada transcendencia, le animaba y le transmitía la seguridad que en ese momento necesitaba, pues si algo tenía claro era que todo lo que le ocurría a su novio simplemente era exceso de responsabilidad. En ese aspecto, tenía muy claro que una vez empezara a rodar, todas las dudas e incertidumbres se disiparían.

Ese día empezaba a trabajar a las tres de la tarde, se levantó pronto para ir con tiempo a casa de su novia y comer con ella. Su madre ya le había planchado de forma impecable el uniforme, algo que no sorprendió a Rafa, al igual que oír sus consignas para que todo le fuese bien en su primer día de trabajo, muy típico en ella o en cualquier madre.

Poco después de comer, se puso por primera vez el uniforme, se miró al espejo y se vio raro, a pesar de los piropos que Diana le regalaba, se sentía raro, como si fuese otra persona, sin embargo, en ese momento lo que más le preocupaba no era si el uniforme le sentaba así o asá, sino saber llegar al nuevo servicio. Se encontraba en la zona norte de Madrid y había que ir obligatoriamente en coche, ya que no había transporte público cercano. Lo que para cualquier otra persona normal no hubiese sido un problema para Rafael suponía un mundo, teniendo en cuenta su facilidad para perderse.

En realidad, siendo sábado, en circunstancias normales no tardaría más de media hora en llegar, pero conociéndose no quería arriesgarse a llegar tarde el primer día, así que dos horas antes se puso en marcha. Hizo bien, a pesar del esmero y la concentración que puso dio más vueltas que una peonza, de nada sirvió que fuese previamente con su cuñado para aprender el camino, él se perdió igualmente. Al menos no se puso nervioso, pues iba con suficiente tiempo y se limitó a ir preguntando a los incautos transeúntes que tenían el valor de pasear en ese caluroso día de primeros de julio. Logró identificar la calle donde se tenía que dirigir dentro del polígono, al fondo podía ver su destino, algo que le hizo respirar aliviado pues había llegado media hora antes. Su compañero, el mismo que había coincidido en el instituto y que vivía en su misma población, se llevó una sorpresa al relevarle tan pronto, pero sobre todo al verlo ya con el uniforme puesto.

– Que pronto vienes, y ya cambiado. — Con alegría de volver a verle y también de marcharse pronto.

– Hombre Miguel, ya veo que también te han traído aquí. — Con la misma satisfacción de su compañero al ver una cara conocida.

– Debe de ser un servicio para novatos. — Riéndose ambos.

– ¿Cómo te ha ido el primer día? – Con mucha curiosidad, sin ocultar el nerviosismo típico de la primera vez.

– Bien, la verdad es que poca cosa hay que hacer aquí, por ahora. — Encogiéndose de hombros.

– ¿Quiénes son los que están dentro? – Al ver varias personas dentro de la nave.

– Es personal de limpieza. Esta mañana ha venido el inspector, ha dejado unos libros de informes y el cuadrante, me ha dicho que acaban de terminar el edificio y el lunes empieza a venir personal para poner en marcha esto. Así que están limpiándolo todo para dejarlo preparado. — Informándole minuciosamente.

– Ah vale, al menos estaré acompañado. — Prestando atención a lo que le decía el compañero.

– ¡Que va macho! Esta gente se “pira” ahora, a las tres. Esta tarde te quedas “solateras”. — Expresándose en unos términos muy de barrio.

– ¿Y qué es lo que tengo que hacer? – Más despistado que al principio de la conversación.

– Pues no sé, cierra la verja y te das una vuelta para conocer el edificio. Pero ya te digo que poco hay que ver por qué está todo vacío. Ahí tienes una silla para sentarte. — Señalando el único mobiliario que había a la vista.

– Vale, ya veré. — Sin salir de su confusión aunque aparentando tenerlo todo bajo control.

– Bueno, me voy a cambiar que he dejado la ropa en uno de los despachos. Si sale ahora el personal de limpieza los apuntas en esta hoja. — Indicándole una hoja con la relación de personal que había trabajado esa mañana.

– Vale, no te preocupes.

– ¿No te has traído algo para leer, o al menos una radio?

– Que va. — Sin ocultar su cara de despiste.

– Pues, te vas a aburrir. — Mientras se alejaba para cambiarse.

– Ya veo. — Resignado.

Mientras que esperaba a que saliera su compañero, se quedó de pie inmóvil, ya relajado se dedicó a contemplar un entorno que hasta ese momento no había prestado atención. Observó que estaba al final de una calle donde era el último edificio, al menos de momento pues se apreciaba que era una zona en plena expansión, se podía divisar en frente como se levantaban nuevas naves. Al estar en un alto, se veía claramente cómo había tres niveles diferenciados dentro del recinto, se podía bajar por unas escaleras externas a cada nave, claramente independientes, cada una con su entrada exterior y sus puertas de acceso, una pequeña y un portón grande. Todo el perímetro estaba vallado, al menos lo que podía divisar, comprobó que por detrás no había ningún edificio colindante, solo campo. Se veía muy poca actividad en los alrededores, cosa que extrañó a Rafael, hasta que recordó que eran las tres de la tarde de sábado lo que explicaba aquel silencio.

Al cabo de unos minutos salió su compañero, coincidiendo con el personal que había estado limpiando por la mañana. Cuando se fueron, cerró la verja de entrada y se quedó solo, una sensación que no podía describir le invadió todo el cuerpo; ¿Y ahora qué?, se preguntaba. De repente se acordó de su estancia en el Instituto donde en varias ocasiones hablaron los profesores sobre la soledad del Vigilante, una circunstancia habitual en muchos de los lugares donde se prestaba servicio. Una cosa era la teoría y otra sufrir esa soledad el primer minuto recién estrenado el uniforme, evidentemente nadie le habló de la soledad del Guarda de Seguridad, porque eso es lo que era en ese momento. No pudo reprimir un destello de desdicha al sentir que ni siquiera podía sufrir la soledad del Vigilante Jurado. Se quitó de encima todos esos pensamientos negativos que le emergían y decidió recorrer el edificio o mejor dicho, los edificios, al menos le serviría para familiarizarse con su nuevo, su primer servicio.

En la entrada principal se podía ver de frente un muelle, con una pequeña escalera a la izquierda donde se entraba, tanto a la nave como a una oficina con una ventana exterior. Desde la oficina se podía observar cualquier movimiento que hubiese por la calle, dentro había una silla, bueno, la única silla que su compañero había llevado allí para cambiarse, junto a ella una pequeña mesita. Encima de la mesa estaba el cuadrante que había dejado el inspector junto a un par de libros de informes y varias hojas para controlar a las personas que entraran. Lo primero que hizo Rafa fue echar un vistazo al cuadrante, al primer cuadrante de su vida, donde pudo ver que aparte del compañero que había relevado, había otro Guarda de Seguridad y un Vigilante Jurado que trabajaba solo por las noches. Era bastante fácil de entender, un Guarda de Seguridad en los turnos de mañana y tarde, reservando las noches al Vigilante. Las pautas también muy claras, cuatro días de mañana, dos libres, cuatro días de tarde, dos libres y así sucesivamente. No le parecía mal a Rafael ese tipo de cuadrante, al menos no trabajaba en turnos de noche, algo bueno tenía no ser Vigilante Jurado; cogió una copia y se la guardó en el bolsillo de la camisa, a continuación ojeó los informes, aunque poco miró pues ya había redactado bastantes durante el proceso de formación. Leyó el del compañero y le pareció un calco de informe tipo que tantas veces habían escrito en la asignatura de “redacción de informes”, esbozó una sonrisa y empezó a recorrer el edificio. Aunque no había ningún tipo de máquinas o herramientas, en seguida le pareció familiar una de las zonas a la que entró, muy parecida a una sala de despiece de carne donde había trabajado anteriormente. El resto de las salas del primer nivel eran muy parecidas, de forma intuitiva imaginó que estaban destinadas a fabricar alimentos, con cámaras frigoríficas en cada una de ellas lo que le hizo suponer que se trataba de obradores de pastelería o algo similar. Poco después bajó al segundo nivel por fuera, ya que no había acceso de forma interna, solo había que bajar un tramo de escaleras para encontrarse con una explanada, no muy grande, lo justo para que pasase un camión de tamaño medio; había un portón que se encontraba abierto, con una puerta justo al lado que daba acceso a una oficina. Nada más entrar comprobó que se trataba de un almacén bastante grande donde no había nada, simplemente estanterías por todos lados y unos espacios con verjas, cerrados con llave. Al bajar al tercer nivel, la disposición era exactamente igual que en el nivel anterior, continuó alrededor del perímetro hasta completar toda la extensión del terreno sin descubrir nada relevante, solo unos cuartos, aseos y vestuarios. En una hora había visto todo lo que tenía que ver, volvió al despacho y se sentó en la única silla que había. Poco duró dentro de ese despacho, parecía un horno a pesar de tener la ventana abierta, hacía un calor de mil demonios cogió la silla y se colocó encima del muelle donde corría algo de aire. Desde esa ubicación podía divisar todo lo que circulaba por las cercanías, casi ningún coche y absolutamente nadie andando.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Se necesita vigilante»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Se necesita vigilante» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Se necesita vigilante»

Обсуждение, отзывы о книге «Se necesita vigilante» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x