Héctor Rodríguez - Yo fui huérfano

Здесь есть возможность читать онлайн «Héctor Rodríguez - Yo fui huérfano» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Yo fui huérfano: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Yo fui huérfano»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El autor, protagonista de esta obra, narra como desde muy pequeño le dijeron «vos sos huérfano» y por cuyo motivo había sido internado en los Asilos de épocas pasadas. Describe los distintos sucesos que vivió en esos orfanatos a lo largo de dieciocho años, algunos fueron terribles, con brutales castigos y otros acogedores con acontecimientos inolvidables, los que fueron moldeando su carácter y criterio. En reiteradas oportunidades se preguntaba qué es la vida, la muerte, por qué estamos y para qué, incluyendo por qué era «huérfano». Al respecto, ensaya distintas apreciaciones e interrogantes, fundamentadas en su experiencia, incitando al lector participar en el análisis y consideración de las mismas. Abarca etapas desde su infancia hasta la juventud; precisamente en la adolescencia, una serie de eventos impensados se fueron encadenando uno tras otro, los que culminaron con una revelación inesperada. Este desenlace cambia totalmente el paradigma de su orfandad.

Yo fui huérfano — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Yo fui huérfano», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Claro, se trataba de que nos iban a llevar al mar, algo que para todos nosotros era la primera vez en la vida que lo conoceríamos.

Desde el Instituto cruzamos la calle de tierra y en la vereda opuesta se desplegaba una escalera de madera que bajaba hasta la playa, estábamos sobre una gran barranca muy por arriba del mar, cuando empezamos a bajar, realmente nos dio mucho miedo, no era demasiado segura, a algunos escalones se los notaba bastante destruidos, pero al final llegamos a la arena.

De ahí, se divisaba el mar a una distancia bastante importante.

¡Mmm...¡

¡Qué fragancia intensa!... El aroma especial que todos percibíamos de esa mezcla de arena con agua salada del mar con olor a peces, más una suave brisa que corría con el sol acariciando nuestro cuerpo, me quedó grabado para siempre en la memoria.

¡Qué sensación inigualable de placer y bienestar!... era algo mágico, sobrenatural, a tal punto que, inesperadamente, mi mente comenzó a divagar, sentía que ya había estado en un lugar así, increíble, no entendía nada; eso es disfrutar de la naturaleza, no te podés olvidar jamás.

Posteriormente, toda vez que tuve oportunidad de ir nuevamente al mar en cualquier lugar que fuese, volver a percibir ese aroma me remontaba a este primer momento de mi vida cuando conocí el mar.

EL HELADO

También fue aquí donde probé por primera vez el sabor de un helado de crema.

Resulta que unas de las tardes bastante calorosas, permanecíamos sentados en el patio central del Instituto, no fuimos al mar porque había muchas nubes y la celadora tenía miedo que pudiera llover y no sea cosa que nosotros estemos en la playa, hecho que era muy común que eso ocurriera

No sé dónde lo compró, pero la celadora estaba comiendo un helado en esos vasitos que también se pueden comer, y mientras tanto nos miraba cómo nos portábamos nosotros.

Lo hacía con una cucharita de madera cuyo uso antes era común, yo sentadito y callado la observaba atentamente y con muchísima curiosidad, no sabía qué cosa saboreaba, se ve que le dio lástima mi actitud porque atinó a darme una cucharadita con helado. —

¡Sentí una sensación en mi boca tan particular!…

Mi lengua y el paladar se enfriaron de golpe y el sabor a crema y vainilla, que jamás había probado, me dejaron estupefacto, no lo podía creer, pero sólo me dio una, me quedé con las ganas de seguir comiendo helado porque la celadora terminó tomándoselo todo, pasó mucho tiempo para que volviese a probar lo que era un helado.

Las vacaciones en Mar del Plata llegaron a su fin, habremos estado un mes, luego retornamos al Instituto, no recuerdo cómo fue el regreso, sólo que me di cuenta cuando me desperté al día siguiente en el Asilo, habíamos comenzado la rutina de siempre.

En la mañana temprano nos levantaban, íbamos al baño a higienizarnos, habitualmente lo hacían las mismas celadoras porque nosotros éramos muy torpes y mojábamos todo el baño.

De ahí a tomar el desayuno, que consistía en una taza de lata en cuyo interior contenía mate cocido cortado con algo de leche y acompañado con un pedazo de pan bastante viejo, no te servían otra cosa, además teníamos hambre y no mirábamos lo que nos daban, lo comíamos igual.

EL CHOCOLATE

Era costumbre que, antes de tomar el desayuno, una vez por mes, la celadora preguntara en voz alta:

—¿Quién cumple años este mes?…

Por supuesto, algunos levantaban la mano, tal vez ni siquiera sabían cuándo cumplían años, yo era uno de ellos, pero la mano la levantaba todos los meses el día que la celadora hacía esa pregunta.

—¿Qué pasaba ese día tan especial?…

A todos los que cumplían años ese mes, los separaban en una mesa del comedor y les servían chocolate con leche acompañado de unas riquísimas masitas.

—¡Por Dios, eso no me lo podía perder!…

Por eso levantaba la mano todos los meses, lo extraño era que las celadoras no se daban cuenta de que yo levantaba la mano siempre, o al menos eso creo yo.

Tal vez se hacían las otarias para dejarme disfrutar de tan hermoso momento, al fin y al cabo, a ellas no les costaba nada.

En cierta oportunidad, junto con otro compañerito que era más loco que yo, nos metimos en la cocina, que era pequeña y se encontraba a continuación del comedor, ahí guardaban todos los alimentos de consumo inmediato que traían de la cocina mayor, la que abastecía a todo el Instituto.

Por suerte, la celadora no estaba en ese momento, así que aprovechamos a revisar y hurguetear en todos los cajones y también en las alacenas que no eran muchas, fue grande nuestra sorpresa cuando encontramos varios paquetes con barras de chocolate, eran las que nos daban los fines de mes con motivo de nuestro cumpleaños.

— ¡Qué festín nos hicimos!… mi compinche me decía:

— ¡Tomá, aquí hay más!... Teníamos que dejar algunas para que la celadora no se diera cuenta.

Comimos a rabiar, las barras eran gruesas y grandes y nos habremos mandado cinco o seis cada uno.

—¡Qué bestias!… ¡qué estómago de fierro teníamos!...

Era la primera vez que comía chocolate puro y negro, la marca del chocolate hoy sigue en vigencia, todos la deben de conocer, sólo que ahora vienen más finitas y menos barras en cada envase.

Es una manera de cobrarte lo mismo por menos cantidad.

LOS CASTIGOS

Era costumbre que, cuando pasaba la celadora cerca de nosotros, levantásemos el brazo para cubrirnos de algún “cachetazo” que pudiera venir, ellas no te avisaban, si estabas cometiendo alguna falta, ahí nomás te zampaban uno sin ningún miramiento ni aviso previo, ibas a parar al piso y sobre la marcha te gritaban:

—¡Parate, guacho de mierda!…

—¡Te voy a dar a vos hacerte el gracioso!…

Había varios tipos de castigos, todo dependía de la celadora que estaba ese día.

Algunas te ponían en penitencia en un rincón del salón, mirando hacia la pared durante largo rato, y guay de moverte de ahí.

Otras te daban tremendas palizas que te dejaban desecho por un buen rato, además de insultarte en todos los idiomas.

Pero la peor de todas, al menos para mí, era cuando nos teníamos que bañar, ellas se encargaban de hacerlo, uno por uno, porque naturalmente nosotros todavía éramos muy chicos y no sabíamos bañarnos solos.

Las muy “guachas” iban llamando de a uno, mientras el resto esperaba afuera en un pasillo.

—¡González!…

Él iba al baño, le sacaba toda la ropa y ya tenía la bañera llena de agua, ahí metía a cada chico y lo enjabonaba y refregaba con un trapo, en ese entonces no había esponjas, después lo enjuagaba bien, lo secaba y le volvía a poner la ropa mandándolo al pasillo.

El problema era cuando el chico que llamaba había cometido una falta de conducta, que para ellas cualquier travesura merecía un castigo.

—¡Martínez!…

—A éste, directamente lo agarraba de los pelos, le quitaba la ropa, lo tomaba de los dos pies y las manos y lo zambullía en la bañera ahogándolo por varios segundos que se hacían interminables, lo único que podía hacer era patalear desesperadamente porque si gritaba se tragaba toda el agua, mientras escuchaba:

—¡Vas a aprender a portarte bien, desgraciado!…

Cuando alcanzaba a sacar la cabeza del agua, atinaba a gritar…

—¡Me voy a portar bien!

—¡Me voy a portar bien!, qué… gritaba ella y lo volvía a meter debajo del agua.

Cuando volvía a sacarle la cabeza del agua tenía que decir:

—¡Me voy a portar bien, señorita!…

Recién ahí, lo enjabonaba, lavaba y secaba, ponía la ropa y continuaba amenazándolo que volvería a ahogarlo la próxima vez que se portara mal.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Yo fui huérfano»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Yo fui huérfano» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Güich Rodríguez - Espléndida iracundia
José Güich Rodríguez
José Vicente Rodríguez Rodríguez - Los papiros de la madre Teresa de Jesús
José Vicente Rodríguez Rodríguez
Enrique M. Rodríguez - 7 cuentos
Enrique M. Rodríguez
Rufino Rodríguez Garza - Antigüedades coahuilenses
Rufino Rodríguez Garza
Carolina Fernández Rodríguez - American Quaker Romances
Carolina Fernández Rodríguez
José Martel Rodríguez - La chica de la cadera
José Martel Rodríguez
Cecilia Villabona de Rodríguez - Saber SABER Lenguaje. Guía del maestro
Cecilia Villabona de Rodríguez
Francisco J. Rodríguez Hernández - Una economía que fue aplicada
Francisco J. Rodríguez Hernández
Sandra Rodríguez Jiménez - Cloe, la chica loba
Sandra Rodríguez Jiménez
Antoni Rodríguez Mir - Pac qui deu
Antoni Rodríguez Mir
Ezequiel Rodrigo Rodríguez - Entrenado para vender
Ezequiel Rodrigo Rodríguez
Отзывы о книге «Yo fui huérfano»

Обсуждение, отзывы о книге «Yo fui huérfano» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x