Pues desque Cortés lo vió de aquella manera, tambien picó como los demás soldados y preguntó al Tapia que qué era del español. Y el español como lo entendió se puso en cuclillas, como hacen los indios, é dijo:
—«Yo soy.»
Y luego le mandó dar de vestir camisa é jubon, é zaragüelles, é caperuza, é alpargates, que otros vestidos no habia, y le preguntó de su vida é cómo se llamaba y cuándo vino á aquella tierra.
Y él dijo, aunque no bien pronunciado, que se decia Jerónimo de Aguilar y que era natural de Écija, y que tenia órdenes de Evangelio; que habia ocho años que se habia perdido él y otros quince hombres y dos mujeres que iban desde el Darien á la isla de Santo Domingo, cuando hubo unas diferencias y pleitos de un Enciso y Valdivia, é dijo que llevaban diez mil pesos de oro y los procesos de unos contra los otros, y que el navío en que iban dió en los alacranes, que no pudo navegar, y que en el batel del mismo navío se metieron él y sus compañeros é dos mujeres, creyendo tomar la isla de Cuba ó á Jamáica, y que las corrientes eran muy grandes, que les echaron en aquella tierra, y que los calachionis de aquella comarca los repartieron entre sí, y que habian sacrificado á los ídolos muchos de sus compañeros, y dellos se habian muerto de dolencia; é las mujeres, que poco tiempo pasado habia que de trabajo tambien se murieron, porque las hacian moler, y que á él que le tenian para sacrificar, é una noche se huyó y se fué á aquel cacique, con quien estaba (ya no se me acuerda el nombre que allí le nombró), y que no habian quedado de todos sino él é un Gonzalo Guerrero, é dijo que le fué á llamar é no quiso venir.
Y desque Cortés le oyó dió muchas gracias á Dios por todo, y le dijo que, mediante Dios, que dél seria bien mirado y gratificado. Y le preguntó por la tierra é pueblos, y el Aguilar dijo que, como le tenian por esclavo, que no sabia sino traer leña é agua y cavar en los maices; que no habia salido sino hasta cuatro leguas que le llevaron con una carga, y que no la pudo llevar é cayó malo dello, y que ha entendido que hay muchos pueblos.
Y luego le preguntó por el Gonzalo Guerrero, é dijo que estaba casado y tenia tres hijos, y que tenia labrada la cara é horadadas las orejas y el bezo de abajo, y que era hombre de la mar, natural de Pálos, y que los indios le tienen por esforzado; y que habia poco más de un año que cuando vinieron á la Punta de Cotoche una capitanía con tres navíos (parece ser que fueron cuando venimos los de Francisco Hernandez de Córdoba), que él fué inventor que nos diesen la guerra que nos dieron, y que vino él allí por capitan, juntamente con un cacique de un gran pueblo, segun ya he dicho en lo de Francisco Hernandez de Córdoba.
É cuando Cortés lo oyó dijo:
—«En verdad que le querria haber á las manos, porque jamás será bueno dejársele.»
É diré cómo los caciques de Cozumel cuando vieron al Aguilar que hablaba su lengua, le daban muy bien de comer, y el Aguilar los aconsejaba que siempre tuviesen devocion y reverencia á la santa imágen de nuestra Señora y á la cruz, que conocieran que por ello les vendria mucho bien; é los caciques, por consejo de Aguilar, demandaron una carta de favor á Cortés, para que si viniesen á aquel puerto otros españoles, que fuesen bien tratados é no les hiciesen agravios; la cual carta luego se la dió; y despues de despedidos con muchos halagos é ofrecimientos, nos hicimos á la vela para el rio de Grijalva, y desta manera que he dicho se hubo Aguilar, y no de otra, como lo escribe el coronista Gómora; é no me maravillo, pues lo que dice es por nuevas.
Y volvamos á nuestra relacion.
Índice
CÓMO NOS TORNAMOS Á EMBARCAR Y NOS HICIMOS Á LA VELA PARA EL RIO DE GRIJALVA, Y LO QUE NOS AVINO EN EL VIAJE.
En 4 dias del mes de Marzo de 1519 años, habiendo tan buen suceso en llevar tan buena lengua y fiel, mandó Cortés que nos embarcásemos segun y de la manera que habiamos venido ántes que arribásemos á Cozumel, é con las mismas instrucciones y señas de los faroles para de noche.
Yendo navegando con buen tiempo, revuelve un tiempo, ya que queria anochecer, tan recio y contrario, que echó cada navío por su parte, con harto riesgo de dar en tierra; y quiso Dios que á media noche aflojó, y desque amaneció luego se volvieron á juntar todos los navíos, excepto uno en que iba Juan Velazquez de Leon; é íbamos nuestro viaje sin saber dél hasta medio dia, de lo cual llevábamos pena, creyendo fuese perdido en unos bajos, y desque se pasaba el dia é no parecia, dijo Cortés al piloto Alaminos que no era ir bien más adelante sin saber dél, y el piloto hizo señas á todos los navíos que estuviesen al reparo, aguardando si por ventura le echó el tiempo en alguna ensenada, donde no podia salir por ser el tiempo contrario; é como vió que no venia, dijo el piloto á Cortés:
—«Señor, tengo por cierto que se metió en uno como puerto ó bahía que queda atrás, y que el viento no le deja salir, porque el piloto que llevaba es el que vino con Francisco Hernandez de Córdoba é volvió con Grijalva, que se decia Juan Álvarez el Manquillo, é sabe aquel puerto.»
Y luego fue acordado de volver á buscarle con toda la armada, y en aquella bahía donde habia dicho el piloto lo hallamos anclado, de que todos hubimos placer; y estuvimos allí un dia, y echamos dos bateles en el agua, é saltó en tierra el piloto é un capitan que se decia Francisco de Lugo; é habia por allí unas estancias donde habia maizales é hacian sal, y tenian cuatros cues, que son casas de ídolos, y en ellos muchas figuras, é todas las más de mujeres, y eran altas de cuerpo y se puso nombre á aquella tierra la Punta de las Mujeres.
Acuérdome que decia el Aguilar que cerca de aquellas estancias estaba el pueblo donde era esclavo, y que allí vino cargado, que le trujo su amo, é cayó malo de traer la carga; y que tambien estaba no muy léjos el pueblo donde estaba Gonzalo Guerrero, y que todos tenian oro, aunque era poco, y que si queria, que él guiaria, y que fuésemos allá; é Cortés le dijo riendo que no venia para tan pocas cosas, sino para servir á Dios é al Rey.
É luego mandó Cortés á un capitan que se decia Escobar que fuese en el navío de que era capitan, que era muy velero y demandaba poca agua, hasta Boca de Términos, é mirase muy bien qué tierra era, é si era buen puerto para poblar, é si habia mucha caza, como le habian informado; y esto que le mandó fué por consejo del piloto, porque cuando por allí pasásemos con todos los navíos no nos detener en entrar en él; y que despues de visto, que pusiese una señal y quebrase árboles en la boca del puerto, ó escribiese una carta é la pusiese donde la viésemos de una parte y de otra del puerto para que conociésemos que habia entrado dentro, ó que aguardase en la mar á la armada barloventeando despues que lo hubiese visto.
Y luego el Escobar partió é fué á Puerto de Términos (que así se llama), é hizo todo lo que le fué mandado, é halló la lebrela que se hubo quedado cuando lo de Grijalva, y estaba gorda é lucia; é dijo el Escobar que cuando la lebrela vió el navío que estaba en el puerto, que estaba halagando con la cola é haciendo otras señas de halagos, y se vino luego á los soldados, y se metió con ellos en la nao; y esto hecho, se salió luego el Escobar del puerto á la mar, y estaba esperando el armada, é parece ser, con viento Sur que le dió, no pudo esperar al reparo y metióse mucho en la mar.
Volvamos á nuestra armada, que quedábamos en la Punta de las Mujeres, que otro dia de mañana salimos con buen tiempo terral y llegamos en Boca de Términos, y no hallamos á Escobar.
Mandó Cortés que sacasen el batel y con diez ballesteros le fuesen á buscar en la Boca de Términos ó á ver si habia señal ó carta; y luego se halló árboles cortados é una carta que en ella decia cómo era muy buen puerto y buena tierra y de mucha caza, é lo de la lebrela; é dijo el piloto Alaminos á Cortés que fuésemos nuestra derrota, porque con el viento Sur se debia haber metido en la mar, y que no podria ir muy léjos, porque habia de navegar á orza.
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