Bernal Díaz del Castillo - Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3): краткое содержание, описание и аннотация

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La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España es una obra de Bernal Díaz del Castillo, que fue uno de los soldados participantes en la mayoría de las jornadas de la conquista de México en el siglo XVI. Es una obra de estilo cautivador desde las primeras líneas. Nos narra el proceso de la conquista de México de una manera ruda, aunque sencilla, ágil y directa. Leer su libro es transportarse al pasado y vivir al lado de un soldado todos los sucesos de la conquista: descripciones de lugares, relatos de personajes, anécdotas, críticas agudas y angustiantes relaciones de fatiga y peligros enfrentados.

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Alonso Hernandez Puertocarrero, una yegua rucia de buena carrera, que le compró Cortés por las lazadas de oro.

Juan Velazquez de Leon, otra yegua rucia muy poderosa, que llamábamos la Rabona, muy revuelta y de buena carrera.

Cristóbal de Olí, un caballo castaño oscuro, harto bueno.

Francisco de Montejo y Alonso de Ávila, un caballo alazan tostado: no fué para cosa de guerra.

Francisco de Morla, un caballo castaño oscuro, gran corredor y revuelto.

Juan de Escalante, un caballo castaño claro, tresalvo, no fué bueno.

Diego de Ordás, una yegua rucia, machorra, pasadera aunque corria poco.

Gonzalo Dominguez, un muy extremado jinete, un caballo castaño oscuro muy bueno y grande corredor.

Pedro Gonzalez de Trujillo, un buen caballo castaño, perfecto castaño, que corria muy bien.

Moron, vecino del Vaimo, un caballo overo labrado de las manos, y era bien revuelto.

Vaena, vecino de la Trinidad, un caballo overo algo sobre morcillo: no salió bueno.

Lares, él muy buen jinete, un caballo muy bueno, de color castaño, algo claro y buen corredor.

Ortiz el músico, y un Bartolomé García, que solia tener minas de oro, un muy buen caballo oscuro que decian el Arriero: este fué uno de los buenos caballos que pasamos en la armada.

Juan Sedeño, vecino de la Habana, una yegua castaña, y esta yegua parió en el navío.

Este Juan Sedeño pasó el más rico soldado que hubo en toda la armada, porque trujo un navío suyo, y la yegua y un negro, é cazabe é tocinos; porque en aquella sazon no se podia hallar caballos ni negros sino era á peso de oro, y á esta causa no pasaron más caballos, porque no los habia.

Y dejallos hé aquí, y diré lo que allá nos avino, ya que estamos á punto para nos embarcar.

CAPÍTULO XXIV

Índice

CÓMO DIEGO VELAZQUEZ ENVIÓ Á UN SU CRIADO QUE SE DECIA GASPAR DE GARNICA, CON MANDAMIENTOS Y PROVISIONES PARA QUE EN TODO CASO SE PRENDIESE Á CORTÉS Y SE LE TOMASE EL ARMADA, Y LO QUE SOBRE ELLO SE HIZO.

Hay necesidad que algunas cosas desta relacion vuelvan muy atrás á se relatar, para que se entienda bien lo que se escribe; y esto digo que parece ser que, como el Diego Velazquez vió y supo de cierto que Francisco Verdugo, su teniente ó cuñado, que estaba en la villa de la Trinidad, no quiso apremiar á Cortés que dejase el armada, ántes le favoreció, juntamente con Diego de Ordás, para que saliese, dice que estaba tan enojado el Diego Velazquez, que hacia bramuras, y decia al secretario Andrés de Duero y al contador Amador de Lares que ellos le habian engañado por el trato que hicieron, y que Cortés iba alzado, y acordó de enviar á un criado con cartas y mandamientos para la Habana á su teniente, que se decia Pedro Barba, y escribió á todos sus parientes que estaban por vecinos en aquella villa, y al Diego de Ordás y á Juan Velazquez de Leon, que eran sus deudos é amigos, rogándoles muy afectuosamente que en bueno ni en malo no dejasen pasar aquella armada, y que luego prendiesen á Cortés, y se lo enviasen preso é á buen recaudo á Santiago de Cuba.

Llegado que llegó Garnica (que así se decia el que envió con las cartas y mandamientos á la Habana), se supo lo que traia, y con este mismo mensajero tuvo aviso Cortés de lo que enviaba el Velazquez, y fué de esta manera, que parece ser que un fraile de la Merced que se daba por servidor de Velazquez, que estaba en su compañía del mismo gobernador, escribia á otro fraile de su órden, que se decia fray Bartolomé de Olmedo, que iba con Cortés, y en aquella carta del fraile le avisaban á Cortés sus dos compañeros Andrés del Duero y el Contador de lo que pasaba: volvamos á nuestro cuento.

Pues como al Ordás lo habia enviado Cortés á lo de los bastimentos con el navío (como dicho tengo), no tenia Cortés contraditor sino á Juan Velazquez de Leon; luego que le habló lo trujo á su mandado, y especialmente que el Juan Velazquez no estaba bien con el pariente, porque no le habia dado buenos indios.

Pues á todos los más que habia escrito el Diego Velazquez, ninguno le acudia á su propósito; ántes todos á una se mostraron por Cortés, y el teniente Pedro Barba muy mejor; y demás desto, aquellos hidalgos Albarados, y el Alonso Hernandez Puertocarrero, y Francisco de Montejo, y Cristóbal de Olí, y Juan de Escalante, é Andrés de Monjaraz, y su hermano Gregorio de Monjaraz, y todos nosotros pusiéramos la vida por el Cortés.

Por manera que si en la villa de la Trinidad se disimularon los mandamientos, muy mejor se callaron en la Habana entónces; y con el mismo Garnica escribió el teniente Pedro Barba al Diego Velazquez, que no osó prender á Cortés porque estaba muy pujante de soldados, é que hubo temor no metiese á sacomano la villa y la robase, y embarcase todos los vecinos y se los llevase consigo. É que, á lo que ha entendido, que Cortés era su servidor, é que no se atrevió á hacer otra cosa.

Y Cortés le escribió al Velazquez con palabras tan buenas y de ofrecimientos, que los sabia muy bien decir, é que otro dia se haria á la vela, y que le seria muy servidor.

CAPÍTULO XXV

Índice

CÓMO CORTÉS SE HIZO Á LA VELA CON TODA SU COMPAÑÍA DE CABALLEROS Y SOLDADOS PARA LA ISLA DE COZUMEL, Y LO QUE ALLÍ LE AVINO.

No hicimos alarde hasta la villa de Cozumel, más de mandar Cortés que los caballos se embarcasen; y mandó Cortés á Pedro de Albarado que fuese por la banda del Norte en un buen navío que se decia San Sebastian, y mandó al piloto que llevaba el navío que le aguardase en la punta de San Anton, para que allí se juntase con todos los navíos para ir en conserva hasta Cozumel, y envió mensajero á Diego de Ordás, que habia ido por el bastimento, que aguardase que hiciese lo mismo, porque estaba en la banda del Norte; y en 10 dias del mes de Febrero, año de 1519, despues de haber oido Misa, nos hicimos á la vela con nueve navíos por la banda del Sur con la copia de los caballeros y soldados que dicho tengo, y con los dos navíos de la banda del Norte (como he dicho), que fueron once con el en que fué Pedro de Albarado con sesenta soldados, é yo fuí en su compañía, y el piloto que llevábamos, que se decia Camacho, no tuvo cuenta de lo que le fué mandado por Cortés y siguió su derrota, y llegamos dos dias ántes que Cortés á Cozumel, y surgimos en el puerto, ya por mí otras veces dicho cuando lo de Grijalva; y Cortés aún no habia llegado con su flota, por causa que un navío en que venia por capitan Francisco de Morla, con tiempo se le saltó el gobernalle, y fué socorrido con otro gobernalle de los navíos que venian con Cortés, y vinieron todos en conserva.

Volvamos á Pedro de Albarado, que así como llegamos al puerto saltamos en tierra en el pueblo de Cozumel con todos los soldados, y no hallamos indios ningunos, que se habian ido huyendo; y mandó que luego fuésemos á otro pueblo que estaba de allí una legua, y tambien se amontaron é huyeron los naturales, y no pudieron llevar su hacienda, y dejaron gallinas é otras cosas; y de las gallinas mandó Pedro de Albarado que tomasen hasta cuarenta dellas, y tambien en una casa de adoratorios de ídolos tenian unos paramentos de mantas viejas é unas arquillas donde estaban unas como diademas é ídolos, cuentas é pinjantillos de oro bajo, é tambien se les tomó dos indios é una india, y volvimos al pueblo donde desembarcamos.

Estando en esto llegó Cortés con todos los navíos, y despues de aposentado, la primera cosa que se hizo fué mandar echar preso en grillos al piloto Camacho porque no aguardó en la mar, como lo fué mandado.

Y desque vió al pueblo sin gente, y supo cómo Pedro de Albarado habia ido al otro pueblo, é que les habia tomado gallinas é paramentos y otras cosillas de poco valor, de los ídolos y el oro medio cobre, mostró tener mucho enojo dello y de cómo no aguardó el piloto; y reprendióle gravemente al Pedro de Albarado, y le dijo que no se habian de apaciguar las tierras de aquella manera, tomando á los naturales su hacienda; y luego mandó traer á los dos indios y la india que habiamos tomado, y con Melchorejo, que llevábamos de la Punta de Cotoche, que entendia bien aquella lengua, les habló, porque Julianillo su compañero se habia muerto, que fuesen á llamar los caciques é indios de aquel pueblo, y que no hubiesen miedo, y les mandó volver el oro é paramentos y todo lo demás, é por las gallinas, que ya se habian comido, les mandó dar cuentas é cascabeles, é más dió á cada indio una camisa de Castilla.

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