Y diré cómo venian muchos indios en romería á aquella isla de Cozumel, los cuales eran naturales de los pueblos comarcanos de la Punta de Cotoche y de otras partes de tierra de Yucatan; porque, segun pareció, habia allí en Cozumel ídolos de muy disformes figuras, y estaban en un adoratorio.
En aquellos ídolos tenian por costumbre en aquella tierra por aquel tiempo de sacrificar, y una mañana estaba lleno el patio donde estaban los ídolos, de muchos indios é indias quemando resina, que es como nuestro incienso; y como era cosa nueva para nosotros, paramos á mirar en ello con atencion, y luego se subió encima de un adoratorio un indio viejo con mantas largas, el cual era Sacerdote de aquellos ídolos (que ya he dicho otras veces que Papas los llaman en la Nueva-España) é comenzó á predicalles un rato, é Cortés y todos nosotros miramos en qué paraba aquel negro sermon; é Cortés preguntó á Melchorejo, que entendia muy bien aquella lengua, que qué era aquello que decia aquel indio viejo; é supo que les predicaba cosas malas; é luego mandó llamar al cacique é á todos los principales é al mesmo papa, é como mejor se pudo dárselo á entender con aquella nuestra lengua, y les dijo que si habian de ser nuestros hermanos, que quitasen de aquella casa aquellos sus ídolos, que eran muy malos é les harian errar, y que no eran dioses, sino cosas malas, y que les llevarian al infierno sus almas; y se les dió á entender otras cosas santas é buenas, é que pusiesen una imágen de Nuestra Señora que les dió, é una cruz, y que siempre serian ayudados é tendrian buenas sementeras, é se salvarian sus ánimas, y se les dijo otras cosas acerca de nuestra santa fe, bien dichas.
Y el papa con los caciques respondieron que sus antepasados adoraban en aquellos dioses porque eran buenos, é que no se atrevian ellos de hacer otra cosa, é que se los quitásemos nosotros, y que veriamos cuánto mal nos iba dello, porque nos iriamos á perder en la mar; é luego Cortés mandó que los despedazásemos y echásemos á rodar unas gradas abajo, é así se hizo; y luego mandó traer mucha cal, que habia harta en aquel pueblo, é indios albañiles, y se hizo un altar muy limpio, donde pusiésemos la imágen de Nuestra Señora; é mandó á dos de nuestros carpinteros de lo blanco, que se decian Alonso Yañez é Álvaro Lopez, que hiciesen una cruz de unos maderos nuevos que allí estaban; la cual se puso en uno como humilladero que estaba hecho cerca del altar, é dijo Misa el Padre que se decia Juan Diaz, y el papa é cacique y todos los indios estaban mirando con atencion.
Llaman en esta isla de Cozumel á los caciques calachionis, como otra vez he dicho en lo de Potonchan.
Y dejallos hé aquí, y pasaré adelante, é diré cómo nos embarcamos.
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CÓMO CORTÉS REPARTIÓ LOS NAVÍOS Y SEÑALÓ CAPITANES PARA IR EN ELLOS, Y ASIMISMO SE DIÓ LA INSTRUCCION DE LO QUE HABIAN DE HACER Á LOS PILOTOS, Y LAS SEÑALES DE LOS FAROLES DE NOCHE, Y OTRAS COSAS QUE NOS AVINO.
Cortés, que llevaba la capitana; Pedro de Albarado y sus hermanos, un buen navío que se decia San Sebastian; Alonso Hernandez Puertocarrero, otro; Francisco de Montejo, otro buen navío; Cristóbal de Olí, otro; Diego de Ordás, otro; Juan Velazquez de Leon, otro; Juan de Escalante, otro; Francisco de Morla, otro; otro de Escobar, el paje, y el más pequeño, como bergantin, Ginés Nortes, y en cada navío su piloto, y el piloto mayor Anton de Alaminos, y las instrucciones por donde se habian de regir é lo que habian de hacer, y de noche las señales de los faroles; y Cortés se despidió de los caciques é papas, y les encomendó aquella imágen, de nuestra Señora, é á la cruz que la reverenciasen é tuviesen limpio y enramado, y verian cuánto provecho dello les venia; é dijéronle que así lo harian, é trajéronle cuatro gallinas y dos jarros de miel, y se abrazaron; y embarcados que fuimos en ciertos dias del mes de Marzo de 1519 años, dimos velas é con muy buen tiempo íbamos nuestra derrota; é aquel mismo dia á hora de las diez dan desde una nao grandes voces, é capean é tiran un tiro para que todos los navíos que veniamos en conserva lo oyesen; y como Cortés lo oyó é vió, se puso luego en el bordo de la capitana, é vido ir arribando el navío en que venia Juan de Escalante, que se volvia hácia Cozumel; é dijo Cortés á otras naos que venian allí cerca:
—«¿Qué es aquello, qué es aquello?»
Y un soldado que se decia Zaragoza le respondió que se anegaba el navío de Escalante, que era adonde iba el cazabe.
Y Cortés dijo:
—«Plegue á Dios no tengamos algun desman.»
Y mandó al piloto Alaminos que hiciese señas á todos los navíos que arribasen á Cozumel.
Ese mismo dia volvimos al puerto donde salimos, y descargamos el cazabe, y hallamos la imágen de nuestra Señora y la cruz muy limpio é puesto incienso, y dello nos alegramos; é luego vino el Cacique y papas á hablar á Cortés, y le preguntaron que á qué volviamos; é dijo que porque hacia agua un navío, que lo queria adobar, y que les rogaba que con todas sus canoas ayudasen á los bateles á sacar el pan cazabe, y así lo hicieron; y estuvimos en adobar el navío cuatro dias.
Y dejemos de más hablar en ello, é diré cómo lo supo el español que estaba en poder de indios, que se decia Aguilar, y lo que más hicimos.
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CÓMO EL ESPAÑOL QUE ESTABA EN PODER DE INDIOS, QUE SE LLAMABA JERÓNIMO DE AGUILAR, SUPO CÓMO HABIAMOS ARRIBADO Á COZUMEL, Y SE VINO Á NOSOTROS, Y LO QUE MÁS PASÓ.
Cuando tuvo noticia cierta el español que estaba en poder de los indios que habiamos vuelto á Cozumel con los navíos, se alegró en grande manera y dió gracias á Dios, y mucha priesa en se venir él y los indios que llevaron las cartas y rescate á se embarcar en una canoa; y como la pagó bien en cuentas verdes del rescate que le enviamos, luego la halló alquilada con seis indios remeros con ella; y dan tal priesa en remar, que en espacio de poco tiempo pasaron el golfete que hay de una tierra á la otra, que serian cuatro leguas, sin tener contraste de la mar; y llegados á la costa de Cozumel, ya que estaban desembarcando, dijeron á Cortés unos soldados que iban á montería (porque habia en aquella isla puercos de la tierra) que habia venido una canoa grande allí junto del pueblo, y que venia de la Punta de Cotoche; é mandó Cortés á Andrés de Tapia y á otros dos soldados que fuesen á ver qué cosa nueva era venir allí junto á nosotros indios sin temor ninguno con canoas grandes, é luego fueron; y desque los indios que venian en la canoa, que traia alquilados el Aguilar, vieron los españoles, tuvieron temor y se querian tornar á embarcar é hacer á lo largo con la canoa; é Aguilar les dijo en su lengua que no tuviesen miedo, que eran sus hermanos; y el Andrés de Tapia, como los vió que eran indios (porque el Aguilar ni más ni ménos era que indio), luego envió á decir á Cortés con un español que siete indios de Cozumel eran los que allí llegaron en la canoa; y despues que hubieron saltado en tierra, el español, mal mascado y peor pronunciado, dijo:
—«Dios y Santa María y Sevilla.»
É luego le fué á abrazar el Tapia; é otro soldado de los que habian ido con el Tapia á ver qué cosa era, fué á mucha prisa á demandar albricias á Cortés, como era español el que venia en la canoa, de que todos nos alegramos; y luego se vino el Tapia con el español donde estaba Cortés; é ántes que llegasen donde Cortés estaba, ciertos españoles preguntaban al Tapia qué es del español, aunque iba allí junto con él, porque le tenian por indio propio, porque de suyo era moreno é tresquilado á manera de indio esclavo, é traia un remo al hombro é una cotara vieja calzada y la otra en la cinta, é una manta vieja muy ruin é un braguero peor, con que cubria sus vergüenzas, é traia atado en la manta un bulto, que eran horas muy viejas.
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