En ese sentido, el dispositivo semisimbólico es particularmente creativo, y al contrario de lo que sucede con el gastado simbolismo, puede ser renovado en cada discurso por la instancia enunciativa. En el cine, particularmente en el cine expresionista y en el “cine negro” americano, se hizo clásico el sistema semisimbólico siguiente:
blanco : negro :: inocencia : maldad (Cf. Nosferatu )
Pues bien; Serguei Eisenstein, en Alexander Nevski , invirtió creativamente la correlación y obtuvo un fuerte efecto dramático y estético:
La conexión semisimbólica entre isotopías puede ser establecida entre categorías próximas o distantes: cuanto mayor sea la distancia, más asegurada estará la homogeneidad global del discurso.
c) La coexistencia de diferentes isotopías en una misma zona del discurso supone que están todas ellas afectadas por grados de presencia diferentes, es decir que son consideradas como más o menos intensas y como más o menos distantes de la posición de referencia del discurso.
Se trata ahora de la presencia de los contenidos mismos del discurso, presencia más o menos sentida y más o menos asumida por la instancia de enunciación. El campo posicional del discurso se convierte en un campo donde las isotopías están dispuestas en profundidad , en capas sucesivas, desde las más fuertemente presentes, en el centro del campo, hasta las más débilmente presentes, en la periferia.
Esa gradación de la presencia está bajo el control de la instancia de enunciación: cada capa está colocada bajo una mira más o menos intensa, o es captada como más o menos próxima o lejana. Dicho control enunciativo se ejerce en dos direcciones: la de la asunción , en términos de intensidad (sensible, afectiva), y la del despliegue , en términos de distancia (espacio-temporal, cognitiva). Las diferentes isotopías dispuestas en capas de profundidad discursiva son más o menos asumidas y más o menos desplegadas : la instancia de discurso les impone o les retira su fuerza de enunciación (llamada a veces fuerza ilocutoria ), las hace retroceder o avanzar en profundidad.
En ese dispositivo se ejerce la retórica . Y los “pequeños acontecimientos de conexión”, hechos de enlaces y de tensiones locales entre isotopías conectadas entre sí, en los que se juegan diferentes modalidades de coexistencia entre dichas isotopías, son tropos y figuras de retórica .
Como se trata de los modos de presencia de los contenidos del discurso, determinados por los grados de su asunción y de su despliegue , atribuidos a cada contenido por la instancia de discurso, es posible hacer corresponder a cada uno de los modos de presencia un modo de existencia de los contenidos discursivos:
Toda figura retórica obedece a ese principio de base desde el momento en que asocia dos planos de enunciación distintos y asumidos de modo diferente. La metáfora y la metonimia invitan a superar el contenido directamente expresado y a asociar allí otro contenido, más general o perteneciente a otra isotopía; juegan, pues, con la disposición de los contenidos discursivos en profundidad y con modos de existencia diferentes.
En los versos de García Lorca:
Con el aire se batían las espadas de los lirios
las operaciones de asunción y de despliegue , así como el modo de existencia atribuido a las isotopías en juego, se puede explicar de la siguiente manera:
La isotopía figurante es aquí la isotopía del movimiento de las espadas cuando se baten en duelo; la isotopía figurada es el roce de las hojas de los lirios por efecto del aire. La operación discursiva hace un quiebre entre la isotopía / mineral / de las espadas y la isotopía / vegetal / de las hojas. En un primer momento, la isotopía mineral de las espadas es puesta en el centro del campo de presencia, pero su asunción discursiva es débil, desde el momento en que el enunciado empieza con la expresión “Con el aire”, que nos indica que la mira se ha puesto en otra parte, puesto que, de acuerdo con la experiencia perceptiva, las espadas no “se baten” con el aire. Y de pronto y sin previo aviso, la isotopía se interrumpe, saltando inesperadamente al centro del campo el roce de las hojas de los lirios, fuertemente asumido por la instancia de discurso. No hay que olvidar que la “instancia de discurso” incluye al enunciatario : lector, espectador, oyente…
El contenido del batir de las espadas se encuentra realizado en un primer momento, pero queda virtualizado con la ruptura de la isotopía; mientras que el contenido del roce de las hojas de los lirios, que permanecía completamente potencializado , es de pronto realizado y asumido . Es evidente que el quiebre de isotopía se produce con base en una analogía perceptiva entre la forma visual de las hojas y la de las espadas, así como a una más lejana analogía entre el rumor de las hojas al rozarse y el ruido de las espadas al batirse.
Toda figura retórica constituye una microsecuencia discursiva, que comprende al menos una fase de “puesta en presencia” (por ejemplo, un conflicto entre dos enunciados o dos isotopías) y una fase de interpretación (por ejemplo, la resolución del conflicto por una analogía). En otros términos, cada figura podrá ser definida, al mismo tiempo, por el tipo de conexión (puesta en presencia) y por el tipo de resolución que requiere. La metáfora es una figura de conflicto semántico que se resuelve por analogía; la metonimia es una figura de conexión semántica que se resuelve por traslado de roles actanciales.
La semiótica ha hecho importantes aportes a las ciencias humanas. Nos ha enseñado a ver de otra manera el mundo, desvaneciendo la visión ingenua a la que estábamos acostumbrados. Eso es evidente en campos como los de la literatura y el arte, pero también en los ámbitos de la historia y de la antropología, de la política y del derecho, de la psicología y de la economía. E incluso de las ciencias exactas y naturales.
Los objetos que buscan o rehúyen los sujetos son siempre objetos-de-valor . Pero resulta que los objetos del mundo, de por sí, son neutros. Sola mente adquieren valor en el discurso cuando la instancia de enunciación los inviste con la categoría tímica, que organiza la dimensión propioceptiva del afecto en euforia/disforia . En ese momento, los objetos descriptivos, neutros, se convierten en valores , es decir, son axiologizados . La praxis enunciativa valoriza de manera diferente los mismos objetos neutros, proponiendo de esta suerte axiologías diferentes según las sociedades, los grupos y los individuos incluso. Por ejemplo, un individuo recibe una carta en un sobre con estampillas, lee la carta y rompe el sobre con las estampillas, mientras que su vecino, al ver lo que ha hecho, se lamenta del estropicio del que han sido objeto las estampillas. En el discurso del comportamiento del primero, las estampillas no han sido axiologizadas o lo han sido disfóricamente; en el del segundo, sí: porque es coleccionista. Si del ámbito individual pasamos al grupal, podemos observar cómo se axiologizan objetos como “riqueza” y “pobreza”. Para verlo con más claridad, será conveniente colocar esos valores en las posiciones que ofrece el cuadrado semiótico :
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