Metaficción: de Don Quijote al cine contemporáneo
José Carlos Cabrejo
Colección Ensayos
Metaficción: de Don Quijote al cine contemporáneo
Primera edición digital, marzo 2016
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ISBN versión electrónica: 978-9972-45-337-3
Prólogo
Introducción
Capítulo 1. Don Quijote de la Mancha y la metaficción
Los inicios de la metaficción en la literatura
¿Por qué Don Quijote de la Mancha es una metaficción?
Capítulo 2. La metaficción en la literatura y el cine
La metaficción en la literatura contemporánea
La metaficción en el cine
Capítulo 3. Don Quijote y el metacine: Grizzly man de Werner Herzog
Tematización del lector / tematización del director
Entre dos mundos
Libro dentro del libro / video dentro del video
Capítulo 4. La parodia en Don Quijote y Scream : el mundo como ficción
El amor por la fantasía
La práctica de la ficción
Juegos de disfraces
Las reglas de los géneros
Capítulo 5. Don Quijote y El camino de los sueños : ficciones oníricas
El juego de la ficción
Mundos oníricos
Ficciones que mutan
Espacios teatrales
Intensa lentitud
El deber y la fantasía
Capítulo 6. Don Quijote marcha hacia la hipermodernidad
La verdad de las mentiras
Yo no soy yo
Don Quijote como “falso documental”
La crítica de la ficción
Un metajuego
Ficciones hipermodernas
La muerte del espectáculo
Referencias
Pocas trayectorias hay tan afines a la narrativa cinematográfica como la del Quijote. No solo porque los episodios de la novela seminal de Cervantes han sido llevados una y otra vez al cine, adaptados a géneros diversos, y modificados por los requerimientos de la producción o las visiones personales de los cineastas —los casos más notorios son los de las versiones filmadas por el alemán Georg Wilhelm Pabst (1933) y por el soviético Grigori Kozintsev (1957), o la inconclusa de Orson Welles (1957-1969)—, sino porque la aventura esencial del caballero y su escudero ha dado pie a transformaciones textuales diversas.
Hace pocos años, el cineasta catalán Albert Serra tomó la marcha ejemplar de los personajes, la despojó de incidencias, limó sus costados dramáticos, humorísticos y paródicos, la aclimató en un tiempo y en un espacio indefinido y, obrando por supresión y permutación, creó Honor de cavalleria (2006), una reflexión metatextual que nos enfrenta a la travesía universal del hombre de La Mancha pero reordenada, sustituida, renovada.
Pero no son las adaptaciones de Cervantes las que le interesan a José Carlos Cabrejo. El estudio que tienen entre manos —cuyo origen es una tesis para obtener el grado de magíster en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos— toma el Quijote para contrastarlo con la historia del cine. Pero no para enumerar sus apariciones adaptadas en tal país o tal industria, ni para hallar las huellas de su presencia en los relatos de aventuras fílmicas ni su influencia en las narraciones caballerescas convertidas en películas. Lo hace para examinar la obra de Cervantes como una estructura de profundidad que va fecundando múltiples posibilidades de transformación. Es el Quijote contrastado con la contemporaneidad del cine.
La novela de Miguel de Cervantes, en este trabajo, pierde su carácter de relato de significación unívoca y su legitimidad canónica. Es un relato que trasciende su médium (el dominio de la literatura) para ser acogido por una media de nuestros tiempos (del lenguaje escrito a la imagen).
Para Cabrejo, la mejor manera de acercarse al Quijote adoptado por el cine no es enumerando las adaptaciones, mejores o peores, realizadas desde los inicios del siglo XX. Es, más bien, desarrollando su polifonía, su dimensión dialogal y su cruce con otros relatos: examinando esa intrincada urdimbre que es la intertextualidad.
Ello le permite hacer una excursión audaz. Conduce al viejo Quijote hacia el insólito encuentro con tres películas que, a primera vista, no le deben nada. La primera, Grizzly Man , es un documental de creación, o de autor, que dirige el alemán Werner Herzog; la segunda es El camino de los sueños ( Mulholland Dr. ), una pesadilla fantástica y sátira del mundo de Hollywood, del estadounidense David Lynch; la tercera, Scream, la máscara de la muerte, es un slasher, como se denomina a las películas de terror adolescente, del también estadounidense Wes Craven.
¿Qué vincula al Quijote con ellas, que son tan distintas?
Su dialogismo; su capacidad para relacionarse con una tradición genérica a través de la alusión, la parodia, la ironía, la autorreflexividad. Es decir, la aplicación de prácticas metatextuales.
Cabrejo halla la deuda que mantienen tres productos fílmicos que encarnan lo más típico de la cultura popular de hoy (como Scream, la máscara de la muerte ) o que reflexionan sobre ella, con el clásico literario por excelencia. Y lo hace describiendo las prácticas expresivas (desde la mise en abyme hasta el embedding ) que permiten a los grandes relatos cruzar las fronteras de los géneros, tipos de cultura y nociones de lo elitista y lo popular, atravesando el tiempo y el espacio. Pero recogiendo las especificidades de las épocas y los modos de sentir y pensar en cada una de ellas.
Al elegir esos títulos de hoy, Cabrejo da cuenta de toda una franja del cine de las décadas pasadas. De los tiempos del posmodernismo, dirán algunos. Cine que intenta expresar una experiencia fragmentada, que quiebra cualquier tipo de estructuración narrativa basada en la continuidad clásica, como en el caso de David Lynch. O que alude a la autorreferencialidad, yuxtapone diferentes puntos de vista, y apela a la performance personal aun si se trata de dar cuenta de una realidad ajena, buscando atenuar las diferencias entre lo “real” y lo construido, como ocurre con Herzog. O que, como Scream , fabrica un relato hecho con fragmentos tomados de películas que la precedieron en su tradición genérica y que celebra la cita, el pastiche, la trama hecha de otras tramas, en un juego especular que pone en cuestión la noción de originalidad.
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