1 ...6 7 8 10 11 12 ...23 La cuarta clase de complejidad es la complejidad de desarrollo , en virtud de la cual se asegura la interacción de magnitudes que se hallan en contacto. Según Saussure, es preciso “dar cuenta de lo que pasa en los grupos…”, 36es decir, de un evento; y añade: “… un grupo binario implica cierto número de elementos mecánicos y acústicos que se condicionan recíprocamente; cuando uno de ellos varía, tal variación tiene sobre los demás una repercusión necesaria que se puede calcular”. De manera inesperada, esa aproximación dinámica, interactiva de la dependencia se parece más a la perspectiva de Brøndal que a la de Hjelmslev. En el estudio titulado Definición de la morfología , Brøndal postula la existencia de dos “ especies de categorías ”, las “ relaciones ”, designadas por [ρ] y los géneros , designados por [γ], con vocación de combinarse entre sí, pero sobre todo de “crecer” y de “decrecer”, así como de producir, en correlación con dichas variaciones, las categorías lingüísticas 37según su diversidad; sin embargo, en razón de su densidad, el pensamiento de Brøndal es difícil de seguir hasta el final.
No vamos a intentar aquí hacer una integración artificiosa de las cuatro clases de complejidad que hemos presentado. No obstante, se abren dos direcciones. En primera aproximación, la complejidad discursiva, la complejidad mítica es apoyada por la complejidad de constitución: en su Teoría general de la magia , M. Mauss establece, al formular las “ leyes de la magia ”, la prevalencia operativa de la “ simpatía ”, de la “ conexión ” según Brøndal:
Es posible distinguir, a través del revoltijo de las expresiones variables, tres leyes dominantes. A las tres se las puede denominar leyes de simpatía, si incluimos en la simpatía, la antipatía. Tales son las leyes de contigüidad, de similaridad, de contraste: las cosas que se hallan en contacto están o permanecen unidas, lo semejante produce lo semejante, lo contrario actúa sobre lo contrario. 38
Resulta claro que asoman aquí en sordina algunas categorías directrices de la retórica. Por lo demás no es indiferente que el modelo presentado por Lévi-Strauss en El pensamiento salvaje mantenga, en último término, como característica compatible y de hecho compartida, la tensión entre la metonimia en el caso de la contigüidad, y la metáfora en el de la semejanza.
La segunda dirección atañe a la relación que se puede establecer —o no— entre la complejidad de composición, cuyo héroe sería Hjelmslev, y la complejidad de desarrollo, que tendría como héroe a Brøndal. Esa dualidad de la complejidad de composición y de la complejidad de desarrollo ha sido avanzada por el mismo Hjelmslev en el estudio titulado “Estructura general de las correlaciones lingüísticas”. Hjelmslev distingue dos posibilidades en el análisis: el análisis por dimensiones, que es el que él recomienda y practica en La categoría de los casos , y el análisis por subdivisión, defendido por R. Jakobson:
El análisis por dimensiones consiste en reconocer, dentro de una categoría, dos o más sub-categorías que se entrecruzan y se compenetran. (…) El análisis por subdivisión consiste en repartir los miembros de una categoría superior en dos o más clases, de las cuales una por lo menos comprende dos miembros como mínimo. 39
Podemos precisar y enriquecer ahora la diferencia entre las dos especies de complejidad: en el caso de la complejidad de composición, solo existe yuxtaposición de las dimensiones, mientras que en el caso de la complejidad de desarrollo se ejerce una compenetración , una interacción entre las dimensiones. Queda claro que la complejidad de desarrollo exige o proporciona “más” que la complejidad de composición, lo que nos obliga a preguntar de qué modo y por qué vías de complejidad de desarrollo sustituye a la complejidad de composición. La dualidad expuesta esboza una semiosis:
En esa óptica, la oposición binaria no es la respuesta, sino más bien la pregunta. La respuesta consiste en el descubrimiento o en la invención de un camino que conduzca de un término a otro. 40Para Kant, la transición entre el concepto y la imagen, entre lo inteligible y lo sensible, se efectúa por medio del esquematismo . Cassirer ha hecho de esa noción una “ inducción amplificante ”, en expresión que tomamos de Bachelard:
El lenguaje, con los nombres que da a los contenidos y a las relaciones espaciales, posee un esquema semejante, al cual hay que referir todas las representaciones intelectuales para hacerlas aprehensibles y representables por los sentidos. Todo ocurre como si las relaciones intelectuales e ideales solo pudieran ser captadas por la conciencia lingüística si son proyectadas en el espacio y “reflejadas” analógicamente en él. 41
Cassirer sostiene aquí la anterioridad del concepto, pero veremos más adelante que la peculiaridad de lo que denomina “ fenómeno de expresión ” consiste en recusar tanto esa dependencia como esa orientación.
Por nuestra parte, damos a la noción de esquematismo su extensión más general: ¿cómo pasar de una relación de coexistencia del tipo: “ y…y …”, a una relación de dependencia asimétrica del tipo: “de [ x ] a [ z ], en nuestro caso, de lo sensible a lo inteligible, de los estados de alma a los estados de cosas? En términos de G. Deleuze, en Diferencia y repetición , 42ese paso se efectúa por medio de una “ implicación ” que se realiza anulándose, y se anula realizándose en una “ explicación ”. En esa perspectiva, la tensividad no es propiamente hablando una tercera categoría inédita a la espera de su circunscripción, sino un intervalo entre la estructura de la intensidad y la de la extensidad, o mejor aún, la prolongación de una reciprocidad creadora, condición sine qua non de la interdefinición.
Nos limitaremos a hacer aquí tres escuetas observaciones: (i) a nuestro modo de ver, el enigma no reside en el paso de la simplicidad a la complejidad, que es lo que constituye la característica de la complejidad de composición y de la complejidad de constitución, sino más bien en el tránsito inverso, o sea de la complejidad de desarrollo al análisis que descubre en ella y recuenta las unidades, que son las obreras: “… el sistema consiste en categorías cuyas definiciones permiten deducir las unidades posibles de la lengua”; 43(ii) la complejidad de las magnitudes semióticas se desprende de la complejidad del espacio tensivo, tema que será abordado en el capítulo siguiente; (iii) la complejidad de composición y la complejidad de desarrollo difieren en un punto importante: las operaciones efectuadas a partir de la complejidad de composición son confiadas a terceros, es decir, a actantes, mientras que en el caso de la complejidad de desarrollo, son inmanentes a las magnitudes mismas, ya que estas últimas son ante todo vectores interdependientes definidos por su dirección tensiva y por su propia fuerza. Desde el momento en que los términos [ a ] y [ b ] varían en función recíproca, el término [ a ] se confunde con el programa que ejecuta y se convierte en un contra-programa , en una resistencia para el término [ b ], que se le enfrenta, y recíprocamente en el caso singular y enigmático de las correlaciones inversas. No se puede decir lo mismo de la complejidad de composición. Es evidente que se cambia de imaginario: los actantes se hacen explícitos en la complejidad de composición, mientras que en la complejidad de desarrollo se mantienen implícitos.
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