3.3. Las élites y los símbolos de la independencia de Cartagena
3.4. La representación de las fiestas de noviembre
3.5. Consolidación de la transformación de las fiestas de noviembre
3.6. Soplan vientos de recuperación
Epílogo
Referencias bibliográficas
A Manuel Zapata Olivella, Nina S. de
Friedemann, Jorge García Usta
e Ignacio Abello Trujillo,
IN MEMORIAM
[…] y hasta se metieron disfrazados durante el carnaval de noviembre en los cuartos de alquiler del antiguo barrio de esclavos de Getsemaní.
Gabriel García Márquez
El once de noviembre es para los cartageneros, sobre todo, una fecha carnestoléndica.
Jorge Artel
Las “tradiciones” que parecen o reclaman ser antiguas son a menudo bastante recientes en su origen, y a veces inventadas.
Eric Hobsbawn
La “tradición” debe distinguirse claramente de la “costumbre” que predomina en las denominadas sociedades “tradicionales”. El objetivo y las características de las “tradiciones”, incluyendo las inventadas, es la invariabilidad. El pasado, real o inventado, al cual se refieren, impone prácticas fijas (normalmente formalizadas), como la repetición. La “costumbre” en las sociedades tradicionales tiene la función doble de motor y engranaje. No descarta la innovación y el cambio en un momento determinado, a pesar de que evidentemente el requisito de que parezca compatible con lo precedente o incluso idéntico a este le impone limitaciones sustanciales.
Eric Hobsbawn
La memoria suele apelar a la distorsión o al engaño.
Juan Gabriel Vásquez
Así ha sido siempre. Cuando llega el imperio de las lentejuelas, lo primero que se hace es apartar, en el cuarto de las cosas no mostrables, las pocas reservas de la inteligencia; se despoja, en sus puros huesos y médula, a las fiestas del sabor primordial.
Jorge García Usta
Dos fiestas populares de importancia nacional en Colombia y de relevancia regional en el Caribe colombiano atravesaban caminos divergentes al comenzar la década de los ochenta del siglo XX. Las fiestas de noviembre que conmemoran la independencia de Cartagena de Indias, a orillas del mar Caribe, se encontraban en una crisis producida por un conjunto de factores políticos, institucionales y económicos; por su parte, el Carnaval de Barranquilla iniciaba su franca recuperación por un sendero que lo conduciría a ser declarado, años más tarde, en 2003, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Primero fueron conversaciones entre amigos las que generaron una serie de interrogantes sobre el papel de estas fiestas en la transformación de las ciudades, la configuración de una región cultural y la formación de la nación. Entre ellos, Jorge García Usta, pionero en los análisis y gestor de iniciativas frente a la crisis cartagenera; Margarita Abello Villalba; Carmen Arévalo Correa; Mirta Buelvas Aldana, y Jaime Abello Banfi brindaron conocimientos y fueron activos promotores de la recuperación del Carnaval barranquillero.
Por otra parte, la posibilidad de hacer parte de la comparsa “Disfrázate como quieras” del Carnaval de Barranquilla durante más de dos décadas y el haber participado en la fundación del Comité por la Revitalización de las Fiestas de Independencia de Cartagena me permitió a mí y a Juan Sebastián Macías conocer estas expresiones desde adentro. Pero fue la invitación, extendida por el Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República en Cartagena de Indias, para participar en el panel sobre Fiestas y Festivales en el Caribe Colombiano del seminario Estudios sobre el Caribe Colombiano: Balance de Medio Siglo, evento conmemorativo de los veinte años de ese grupo de investigaciones, realizado en 2017, la que brindó la oportunidad de presentar una primera y breve versión de este proyecto investigativo. Luego, con los interrogantes surgidos en aquel momento, Juan Sebastián y yo nos pusimos en la labor de continuar las búsquedas, reforzar el trabajo en archivos, revisar la rica bibliografía existente, entablar comunicación con expertos de distintas disciplinas y reorganizar el cuerpo de ideas centrales.
Expresamos especial agradecimiento al historiador Sergio Paolo Solano de las Aguas, quien con la generosidad que le es característica orientó, como el mejor de los maestros, el estudio de fuentes primarias en el Archivo General de la Nación (AGN) y nos brindó apoyo en distintos momentos de la investigación; le doy las gracias a la historiadora Muriel Laurent, directora del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, quien recomendó como asistente de investigación a Juan Sebastián Macías, de quien había sido su profesora, e hizo una lectura juiciosa de los borradores, al igual que a los profesores Francisco Javier Flórez Bolívar de la Universidad de Cartagena y Eloísa Berman Arévalo de la Universidad del Norte.
Asimismo, Juan Sebastián y yo agradecemos a los historiadores Roycer Flórez Bolívar, David Wheat, Joaquín Viloria, Antonino Vidal, Hughes Sánchez, Raúl Román y Adriana Maya por sus comentarios y aportes, muchos de ellos surgidos en conversaciones en medio de encuentros académicos. Todos ellos enriquecieron este trabajo y orientaron las búsquedas.
Contribuyeron a la mirada interdisciplinar que caracteriza esta investigación los profesores Armin Schwegler de la Universidad de California (Irvine), Ariel Castillo Mier de la Universidad del Atlántico y Cristo Figueroa de la Universidad Javeriana.
De Gina Ruz Rojas aprendimos gracias a su experiencia como gestora cultural y como investigadora, siempre estuvo atenta a nuestras inquietudes y pendiente de enviarnos hallazgos en su paso por los archivos de la Universidad de Tulane sobre el Carnaval.
Estamos en deuda con colegas y amigos, entre ellos Egberto Bermúdez, Guillermo Carbó, Fabio Zambrano, Mónica Lindo, Juan Ángel, Rafael Ramos Caraballo, Orlando Oliveros, Eduardo Hernández, Eduardo Polanco, Mercedes Posada, Cristo Hoyos, Mario Giraldo, Emiro González, Carmen Arévalo, Ana Valencia, Margarita Jacquin y Marco Antonio de la Ossa, quienes atendieron nuestras inquietudes y de quienes recibimos información y percepciones de las expresiones culturales que han estudiado o simplemente han disfrutado en algún momento de sus vidas.
Por su parte, las publicaciones diversas de Édgar Rey Sinning sobre fiestas y carnavales en el Caribe colombiano, las publicaciones de Édgar Gutiérrez Sierra sobre las Fiestas de la Candelaria y de la Independencia, así como la obra de Enrique Luis Muñoz Vélez son todo un amplio camino recorrido y fueron una fuente importante para nuestro estudio. Por sus aportes estamos muy agradecidos.
Agradecemos:
A María Beatriz García, Magnolia Hernández y Viviana Mejía, de la Biblioteca Bartolomé Calvo y la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, por su apoyo en la gestión de fuentes primarias y secundarias.
A María Teresa Ripoll y Lissette Urquijo, profesoras de la Universidad Tecnológica de Bolívar, siempre dedicadas a la salvaguarda de la Fototeca Histórica de esta ciudad, que se convirtió en fuente de observación de la memoria del Carnaval y las fiestas de noviembre de Cartagena.
A la Fundación Carnaval de Barranquilla, cuyo Centro de Información y Documentación del Carnaval consultamos. Allí hay material documental muy útil para comprender los vasos comunicantes entre las fiestas populares de Cartagena y Barranquilla.
A la familia Macías Díaz, que financió la estancia en Oxford de su hijo Juan Sebastián, quien mientras elevaba su nivel de inglés tuvo acceso a importante bibliografía. Él, en su paso como estudiante del programa de Historia de la Universidad de los Andes, reconoce los aportes en su formación de los profesores que lo integran, y les agradece haber compartido sus conocimientos, especialmente a los profesores Diana Bonnet Vélez, Muriel Laurent, Margarita Garrido, Santiago Muñoz, Adolfo Polo y La Borda y Ana María Otero Cleves, así como a los miembros del grupo de Historia Colonial, Nelson Fernando González Martínez, Katherine Bonil y Martin Álvarez por el intercambio intelectual que facilitaron. Por último, le extiende sus agradecimientos a la familia Ruiz Castro quien hizo posible, con sus consejos y apoyo, su estancia en Bogotá.
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