Los procedimientos para la realización de los procesos disciplinarios en los casos de incumplimiento de las normas por parte de los estudiantes.
Estos son algunos de los elementos que hacen parte de la infraestructura con la cual una institución educativa debe contar para tener un manejo adecuado de la disciplina.
La disrupción en el ámbito escolar
Uno de los problemas que más afecta la convivencia en el ámbito escolar es justamente la presencia de comportamientos disruptivos por parte de los estudiantes, los cuales generan un clima poco adecuado para los procesos académicos que ordinariamente las instituciones educativas desarrollan. En este sentido, de manera general, se puede entender por disrupción todo tipo de acciones de “baja intensidad” que interrumpen el ritmo de las clases. Los protagonistas principales son estudiantes molestos, que con sus comportamientos impiden o dificultan la actividad docente.
Si bien la disrupción no es un problema grave de disciplina y de convivencia en la institución educativa, los profesores “gastan” mucho tiempo y energías buscando reducir este tipo de comportamientos. Entre las situaciones de disrupción que habitualmente se presentan en una institución educativa, y que más afectan la convivencia, se encuentran las siguientes:
— Tener comportamientos, que sin ser graves, generan detrimento de la calidad de los procesos educativos, tales como: llegar tarde, hablar a destiempo, levantarse continuamente del puesto, no contar con los materiales necesarios para el desarrollo de la actividad, no presentar las tareas o asignaciones, entre otros.
— Impedir la realización de las actividades ordinarias programadas mediante comportamientos como: preguntar reiteradamente a destiempo y sin atender a las respuestas que se dan; abrir debates sobre asuntos que no son relevantes o que únicamente intentan “quemar tiempo”; desviar el curso normal que debe seguir la actividad, clase o proceso, llevándolo hacia aspectos no pertinentes o no relevantes.
— Realizar pequeños actos de indisciplina como conversar en voz baja, distraer a los compañeros, realizar otra actividad diferente a la asignada, dormirse en la actividad, acciones que generan “ruido” o distraen a los estudiantes.
— Fastidiar y distraer a los compañeros con actos de molestia como “tirar papelitos” u otros objetos, esconder los materiales de trabajo de los demás, burlarse, poner sobrenombres, invadir el puesto en un sitio donde no hay sillas o espacios para todos, “colarse” en una fila, son situaciones que molestan o generan interrupción.
— Realizar actos y tener comportamientos que generan molestia a los adultos o a los profesores que están al mando de un grupo o de una actividad, tales como no participar activamente en los procesos y procedimientos que se están realizando, ejecutar otro tipo de actividades que si bien no son malas o dañinas en sí, no están directamente conectadas con lo que en ese momento se está haciendo, y en últimas, tener todo tipo de acciones y comportamientos que molestan o distraen a quien está al mando de la actividad.
— El saboteo de las clases o a los compañeros asociado a la burla o la ridiculización del otro.
Este tipo de comportamientos y acciones que habitualmente se dan en el contexto escolar son disruptivas por cuanto impiden el normal desarrollo de las actividades educativas, hacen gastar energía y tiempo, limitan e impiden el cumplimiento de las metas académicas y deterioran los procesos formativos.
La agresión en el ámbito escolar
Otra de las situaciones y comportamientos que deterioran la convivencia en el ámbito educativo es la agresión que se suele dar entre los diversos actores de la comunidad educativa, y puede ser entre pares, entre los estudiantes y los profesores o viceversa, entre los padres de familia y los profesores o viceversa, entre los directivos y los profesores, entre los directivos y los estudiantes.
Se puede entender por agresión un tipo de comportamiento que generalmente pretende hacer daño a través de una forma de proceder destructiva u hostil. Las formas más agudas de la agresión son el bullying o intimidación escolar y la violencia en general. La agresión atenta contra la sana convivencia en el ámbito educativo al adquirir formas y maneras de presentarse como las siguientes:
Los comportamientos agresivos generalmente son más dañinos que los disruptivos, puesto que no son acciones de “baja intensidad”, sino que pueden producir un nivel medio de daño, o incluso alto.
Los comportamientos agresivos más comunes son: comentarios que lesionan la imagen del otro; los chismes y rumores sobre una persona que lesionan su imagen ante los demás; los conflictos mal resueltos en los que se impone al otro una postura personal sin posibilidad de disenso; los golpes y las peleas que se dan entre los estudiantes como la única forma de resolver los conflictos o las diferencias, entre otros.
Hacen parte de la agresión las situaciones en las que un estudiante, un profesor, un padre de familia, un directivo u otro tipo de persona vinculada a la comunidad educativa realiza actos físicos, psicológicos, emocionales o de cualquier otra índole que perjudican, mediana o gravemente al otro, e incluso al espacio físico o al medio ambiente.
De igual manera, hace parte de esta categoría de los problemas de convivencia la violencia pasiva, un tipo de agresión en la que si bien no hay acción directa ni probablemente física para dañar al otro o al medio, sí existe una forma más bien larvada o soterrada de manipular, amenazar, someter, intimidar o atacar, que generalmente va acompañada de una posición pasiva e involucra generalmente una manipulación emocional.
Estas son algunas de las formas de agresión que afectan la convivencia escolar y deterioran el clima escolar, tanto en el aula de clase como en la institución en general, y que deben ser atendidas en los procesos de gestión de la convivencia para minimizar el daño que causan.
Otras formas de disrupción o indisciplina en el ámbito escolar
Existen asimismo otras formas de daño de la convivencia que afectan el clima escolar. Dichas formas son:
— El bullying o la intimidación escolar, consiste en una forma de agresión repetida y sostenida en el tiempo que ejerce un estudiante (el agresor) sobre otro (la víctima) ante la mirada de sus compañeros (los espectadores), con el fin de someterlo y ejercer poder sobre él, impidiendo que la víctima genere estrategias o acciones que le permitan liberarse de dicho sometimiento. Este tipo de agresión puede ir desde el daño físico hasta el psicológico. Dada la relevancia y gravedad de esta forma de violencia y su incidencia en el deterioro del clima escolar, además de la intencionalidad del presente texto, esta será abordada en un capítulo independiente.
— Los daños materiales y físicos que generalmente rayan con el vandalismo y la destrucción del medio, ya sea escolar, de la ciudad misma o de las personas, y que consisten, entre otras cosas, en: ruptura de objetos o destrucción de la propiedad pública o privada, realización de “pintas” o grafitis en las paredes y los muros, el robo de enseres o partes del mobiliario, ya sea de la institución educativa o de la ciudad, y en general, todo tipo de acciones destructivas que atentan contra lo material.
— La violencia física, un tipo de agresión de alta intensidad que involucra golpes, riñas, daño a la integridad física del otro, ya sea con golpes o con algún tipo de objeto o de arma, conflictos entre grupos o pandillas, enfrentamientos y todo tipo de acciones en las que se hace uso inadecuado de la fuerza para generar violencia. Este tipo de acciones generalmente se inscriben en la categoría de los delitos en el ámbito jurídico.
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