David Jiménez Palacios - Motivos para llorar

Здесь есть возможность читать онлайн «David Jiménez Palacios - Motivos para llorar» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Motivos para llorar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Motivos para llorar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En un mundo lleno de injusticias para la comunidad LGBTQ+, tras la muerte de su novio, Isidro escribe un diario apasionante que muestra oscuras revelaciones. En el fervor de la intriga comienza a descubrir verdades que otros no ven. Con el corazón roto, enfrenta la vida con valentía. Aunque su novio siga danzando por el cielo, Isidro nunca lo dejará de amar. Impotencia, dolor, y tristeza o plenitud, felicidad y alegría, ¿Cuál es tu motivo para llorar en la vida?

Motivos para llorar — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Motivos para llorar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Crees en el destino? —me dijiste aquel día en el hospital.

La pregunta que no pude contestarte aquel día que te conocí, te la voy a responder hoy:

Creo que el destino es el pretexto más cínico que usamos las personas al fracasar para no aceptar nuestra responsabilidad en la derrota. ¡Sí, eso creo!

Si algo nos sale mal, lo primero que tratamos de hacer es buscar un culpable, y como nuestro ego es tan grande como para no autocriticarse a sí mismo, pues resulta muy fácil inventar explicaciones superfluas y sin fundamento como el destino para no preguntarnos qué hicimos mal nosotros para que las cosas salieran de esa manera, o cómo contribuimos con acciones y decisiones para obtener tal resultado.

Por tal motivo, el destino para mí no existe. Todo fruto depende de una raíz que da vida a un árbol, y el destino no puede explicar a ninguna de las dos; ni separarlas, ni ser origen o consecuencia.

¿Por qué cuando obtenemos éxito no agradecemos al destino? En este caso decimos: “Me lo merezco por el sacrificio que he hecho”, “Yo lo obtuve con mi trabajo”. El destino solo existe en la mente de los mediocres que desean justificar los malos resultados causados por sus malos actos o su falta de perseverancia.

Haciéndome creer que el destino nos había puesto en el mismo camino hacia la soledad, me llevaste a ella, y ahora me abandonas en este mundo de oscuridad que yo no escogí. Pero cometí un error: ¡Creer en ti! Confié ciegamente en todo lo que me decías y hoy estoy pagando muy caro; con lágrimas infinitas que, sin saber de dónde emanan solo sé que es una fuente inagotable, porque tal parece que nunca se termina el dolor que causaste a mi alma.

Tus amigos esperaban afuera del pequeño consultorio de curaciones. Cuando ya te sentiste mejor me ordenaste que los llevara a cada uno de ustedes a sus casas. Las cosas pudieron haber terminado ahí, yo debí seguir mi camino y tú, el tuyo. No volver a vernos jamás, pero desgraciadamente no fue así.

—¿Y a qué te dedicas, Isidro? —me dijiste cuando estábamos solos en el auto después de haber llevado a Samuel y a Pablo que vivían más lejos que tú. Pero yo quise llevarlos a ellos primero para poder tener la oportunidad de pedirte una disculpa y platicar contigo sobre el destino del que hablabas.

—Soy comerciante, tengo un modesto puesto de comida en el mercado —contesté viéndote a los ojos, como siguiendo todas las órdenes sutiles que me dabas, temiendo molestarte y tratando de complacerte en todo.

—¡Qué interesante! Me gusta mucho la comida mexicana. Pero no sé ni me gusta cocinarcomentaste sin voltear a verme

—¿Cuál es tu platillo favorito? —pregunté, volteando a verte nuevamente. Entonces me di cuenta de que tú no me veías, y quise reclamarte por no seguir tus propias reglas, pero no me atreví a hacerlo.

—El pozole. Me encanta todo tipo de pozole —contestaste después de un largo lapso de tiempo, con la vista dirigida hacia el frente; y después te volteaste hacia la ventana de tu lado y te quedaste observando el paisaje, sin decir nada más.

Se terminó la conversación sin que volvieras a mencionar el destino del cual yo quería que me hablaras. Llegamos a tu casa, quise quedarme platicando contigo afuera un buen rato para conocerte más, pero tú te bajaste como mudo del coche y entraste a tu casa sin despedirte y sin pronunciar una sola palabra. Ni siquiera me diste el placer de volver a ver tus lindos ojos una vez más ese día.

Pensé que se te había olvidado darme las gracias, o tal vez decirme una grosería por haber estado a punto de matarte, y que saldrías de nuevo. Pero, por más que esperé, no volviste a salir. Vi cómo se apagaron todas las luces de tu casa y, de pronto, la calle se volvió desierta.

Seguí esperando una hora más, pensando que tal vez me observabas desde tu ventana y querías que yo siguiera ahí afuera para que, cuando tus padres se durmieran, pudieras salir y enfrentar al destino que te decía que por algo nos habíamos conocido ese día; y que estabas dispuesto, igual que yo, a descubrir la verdadera razón del accidente.

A lo largo de toda mi vida nunca sentí la menor curiosidad por descubrir el amor verdadero, ya que mi padre siempre quiso obligarme a experimentarlo de una manera que no me agradaba, y con damas que tampoco despertaban ningún interés en mí; y como las cosas obligadas, al igual que las que no son elegidas por el corazón, provocan repudio, yo crecí con una especie de fobia al amor. Pero en ese momento era libre, y creí que había llegado el tiempo indicado. Pues tú me hiciste ver las cosas desde otra perspectiva.

De pronto, observé un papel doblado en el asiento donde unas horas antes estuviste sentado. Lo tomé en mis manos temblorosas, pensando que tal vez era un mensaje para mí de tu parte, desdoblé la hoja y comencé a leer:

«Tú:

»Siempre que estés triste y te sientas solo; mira a tu alrededor y encontrarás que el universo existe y está en todas partes. Si el mundo y el universo están ahí es porque tú vives; tu vida es lo que le da sentido a la existencia.

»Si crees que no tienes amigos porque sientes que nadie te escucha, la solución no es quedarte callado y llorar en silencio. ¡Habla! ¡Grita! Exígele al viento que lleve tu mensaje.

»Y si después de todo esto te parece que a nadie le interesa lo que dices, entonces actúa según tus pensamientos; y después de imaginar y reflexionar lo que deseas, crea, construye, dale al mundo un beneficio.

»Entonces muchos creerán coincidir con tus pensamientos, pero en ese momento serás único y no necesitarás de ningún amigo, porque si tú eres importante para ti mismo y valoras lo que siempre dices y haces, después de tu existencia dirán ser tus amigos los beneficiados de tu creación.

»Si buscas un amigo y no lo encuentras por ningún lado, búscalo en tu corazón y encontrarás que el TODO existe y está en todas partes. (Búscalo en tu interior y no tardarás en encontrarlo, porque esa persona que siempre has buscado, eres tú mismo.)

»Darío Reyes.»

Recordaba claramente cada una de las letras escritas en ese papel. Hice una pausa para leer lo que acababa de escribir en mi cuaderno y pude juzgar que lo que había escrito era una copia exacta de lo que leí aquella vez en el auto.

Volví a leer todo lo escrito, y cada vez me convencía más de que ese último discurso era tan parecido al original hecho por Darío. Pues hasta la fecha la tenía muy presente. Al observar mi relato, también me di cuenta de lo similar que era esa anécdota a la de un personaje ficticio de novela.

Tomé en mis manos la fotografía de Darío y la puse frente a mi rostro para hablarle directamente:

—Memoricé tus palabras y desde entonces no logro sacarlas de mi cabeza—le dije llorando a la fotografía—. Tu forma de expresarte me pareció un poco egoísta, y sentí que reflejaba un carácter algo frío. En ese momento, pude darme cuenta de que eras un alma solitaria que, creyendo ser autosuficiente, rechazaba cualquier tipo de compañía y apoyo externo. Eso me motivó a querer ayudarte, pero fracasé.

Una gruesa lágrima proveniente de mis ojos calló sobre la sonriente imagen de Darío, mientras yo continuaba hablando con la fotografía. Parecía un completo maniático deseoso de expresar su sentir, aunque fuese con un interfecto pedazo de papel, por ser lo único más dinámico que tenía a mi alcance. Entonces continué escribiendo:

Me sorprendió darme cuenta de la autoestima tan grande que, en mi opinión, tenías, Darío. Tu rebeldía me pareció natural. Eras una persona segura, alguien que pronuncia sus sentimientos sin importarle las consecuencias que se desaten; que consigue lo que quiere con solo elevar la voz y hacerles notar a los demás que existes y mereces respeto, admiración o temor. Envidié tu perseverancia, y pensé que ella jamás te dejaría darte por vencido ante las dificultades de la vida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Motivos para llorar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Motivos para llorar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Motivos para llorar»

Обсуждение, отзывы о книге «Motivos para llorar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x