En septiembre de 2002, Guardia fue sentenciado a 10 años y 300 días de presidio por efecto de una maniobra oscura y cruel ejercida por la institucionalidad política, la misma que él ayudó a fortalecer desde su regreso del exilio y luego del restablecimiento de la democracia. A través de una narración apasionante y sin tapujos, el autor describe, paso a paso, el proceso arbitrario y absurdo por el que fue condenado y su dramática estadía en cuatro penales. Sorprenden algunos pasajes en donde le toca convivir en prisión con destacados personajes del acontecer nacional, entre ellos, algunos agentes de la dictadura implicados en el caso Degollados.
El presente libro es un testimonio imprescindible que sale a la luz justo en el momento en que su autor pide una revisión de su condena en Chile y se prepara para llevar su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En oposición a un indebido proceso, Lenin Guardia se prepara para demostrar que es inocente de los cargos que se le imputaron.
A mis padres y a mi hermano Darío que me dieron todo.
A mis hijos que siempre estuvieron junto a mí y a mi querida compañera Consuelo, quien cuidó de mi estado físico y mental durante todo el período que estuve privado de libertad.
A todos mis compañeros y compañeras que perdieron su vida tratando de tomar el cielo por asalto y que lucharon por un Chile más justo y más digno.
Cuando pierda todas las partidas
Cuando duerma con la soledad
Cuando se me cierren las salidas
Y la noche no me deje en paz
Cuando sienta miedo del silencio
Cuando cueste mantenerse en pie
Cuando se rebelen los recuerdos
Y me pongan contra la pared
Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré
Cuando el mundo pierda toda magia
Cuando mi enemigo sea yo
Cuando me apuñale la nostalgia
Y no reconozca ni mi voz
Cuando me amenace la locura
Cuando en mi moneda salga cruz
Cuando el diablo pase la factura
O si alguna vez me faltas tú
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré
(Dúo Dinámico)
“Cuando la política entra a la casa de la justicia, esta sale por la ventana”
(Francesco Carrara)
Nota de la Edición
El testimonio del exanalista de inteligencia Lenin Guardia Basso se terminó de redactar algunas semanas antes del Estallido Social del 18 de octubre de 2019. Las circunstancias derivadas de este proceso, que pocos dudarían de calificar como los sucesos históricos más relevantes desde la vuelta a la democracia, y la brutal pandemia del coronavirus que todavía nos alerta, retrasaron en más de un año la impresión y distribución de este libro. Aunque publicar o no un libro sea un problema menor en este contexto, nos obligan, de cualquier modo, a realizar algunas aclaraciones sobre el contenido de la presente publicación.
A lo largo del relato, el lector apreciará que las teorías del autor sobre el asunto de la falta de profesionalismo de los organismos de inteligencia y la decadencia de algunas miradas en torno a este tema, cobran mucha vigencia hoy, mientras observamos el actual proceder de las supuestas “inteligencias” en el contexto de violencia extrema que se ha desatado en el país en los últimos meses, tanto de parte del Estado de Chile, a través de sus policías, como de los grupos de delincuencia organizados que se aprovecharon de las legítimas manifestaciones.
La Inteligencia en Chile ha quedado expuesta como una institucionalidad feble y mediocre. El incendio de veinticinco estaciones de metro, caso en el que existen, para la Justicia, apenas unos pocos sentenciados; el saqueo ininterrumpido de multitiendas y locales comerciales, el incendio de buses del transporte metropolitano, de bodegas, automotoras, supermercados y templos, la destrucción de monumentos nacionales, memoriales y de infraestructura vial, pero sobre todo, la nula anticipación de un fenómeno de descontento social de gran masividad y entusiasmo que, pese a la violencia, ha hecho manifestarse pacíficamente a millones de chilenos a lo largo y ancho del país; todos estos hechos confirman aún más el diagnóstico esbozado.
Quedan dando vuelta las palabras de Clemente Pérez, expresidente del directorio del metro, quien, luego de las evasiones masivas de pago de pasaje y que originarían el conflicto mayor, desalentaba a los estudiantes por televisión: “Cabros, esto no prendió […], no son más choros, no se han ganado el apoyo de la población […] la gente está en otra, el chileno es bastante más civilizado […]”.1 Esto no solo nos habla de la desconexión de las autoridades con los padecimientos de la población, sino de la falta de anticipación de los fenómenos en términos generales. ¿Cómo una persona que ha dirigido a una institución como Metro no puede advertir la particularidad detrás de un fenómeno de evasión masiva que duró más de diez días? Puede ser un ejemplo de tantos.
El famoso informe de “Big Data” que la empresa española Alto Data Analytics realizó para el Grupo Luksic y que este le hizo llegar a la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) y luego llegó al Gobierno y por último, a través del Ministerio del Interior, al fiscal nacional; vino a ser el corolario del completo papelón de la gestión de las instituciones preocupadas de la inteligencia y la seguridad en Chile, cuando se menciona a grupos organizados e influencia extranjera como responsables del estallido social y se considera como los principales agitadores a la comunidad organizada en torno al k-pop.
No obstante, debemos aclarar que Lenin Guardia se explayó sobre estos temas mucho antes de terminar este libro. Así se puede leer, por ejemplo, en una entrevista aparecida en Teletrece Internet el 28 de agosto de 2001, donde manifestó que el momento político favorecía la creación de un organismo de inteligencia, por lo que llamó a “la creación de una academia que instruya sobre la materia por sobre las contingencias políticas, para evitar que el uso de la información quede a merced del Gobierno de turno”. Sin embargo, tres meses más tarde el autor perdería su libertad, según su opinión, al caer en medio de un montaje sin precedentes y del que usted podrá informarse a través de este testimonio.
Algunos años después de salir de la prisión, Lenin Guardia también expuso sobre el problema de la inteligencia en un diálogo con el periodista Tomás Mosciatti en el canal CNN Chile el 8 de agosto de 2014 y en una entrevista publicada por The Clinic el 3 de octubre del mismo año. “La inteligencia es el radar que tiene el Estado para detectar problemas, lograr controlarlos y luego anularlos”, dijo en esa oportunidad Guardia a Mosciatti. Sobre la ANI, consideraba que contaba con un “personal pequeño” y estaba “reducida” en sus capacidades, por lo que no podía considerársele una “agencia” propiamente tal.
Según el exanalista de inteligencia, había que dotar a la ANI “de más capacidades operativas” y de mayores recursos, por tanto, “un servicio de inteligencia necesita una gama de agentes encubiertos en todos los sectores”. Guardia manifestaba, con convicción, que “la ANI debería estar incluso autorizada para interceptar conversaciones telefónicas de civiles, sin que de por medio exista una autorización de un juzgado”, y que la firma del ministro del Interior fuera suficiente como garantía de que se justificaba dicha medida, pues es justamente este ministro quien sabe lo que hacen día a día los servicios de inteligencia. Sin embargo, también advirtió que “un agente no puede transformarse en un delincuente para perseguir a los delincuentes, no puede ser un agente de la represión”, y por lógica “no puede torturar ni matar”, por lo que pidió una legislación clara y moderna “sobre lo que se puede y lo que no se debe hacer” en inteligencia. Con todas estas herramientas, la ANI llegaría a ser “una agencia más eficiente en su misión”.
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