—A las 02:17 se volvió a abrir la puerta con la tarjeta de Mireia, aunque eso no quiere decir que fuese ella. ¿Qué dice el siguiente registro? —preguntó la sargento extrañada.
—02:59 apertura de puerta desde el interior. Fuese quien fuese estuvo en la habitación menos de cuarenta y cinco minutos y se fue.
—¿Cuál es el siguiente registro? —preguntó Antonia.
—09:15 apertura de puerta desde el exterior con tarjeta maestra código JR0103. Este es el momento en que el jefe de recepción abrió la puerta a petición de los profesores.
—En menos de cuarenta y cinco minutos alguien entró en la habitación con la tarjeta magnética de Mireia, redujo a Tania y Gerard, revolvió de arriba abajo la habitación y supongo que debió interrogar a uno o a los dos chicos. Rápido, vamos a ver esas imágenes que afortunadamente ya tenemos disponibles, a ver si ya nos sonríe un poco la suerte en este caso.
Iñaki conectó desde su portátil al servidor donde el equipo había subido las imágenes registradas en las cámaras del hotel.
—Por suerte, este hotel tiene el tema de la videovigilancia bien organizado. Las cámaras están numeradas por planta, pasillo y ubicación en el pasillo, y, con el esquema de posición y nomenclatura que nos ha dejado Dani, será fácil localizar el archivo que buscamos —explicó el agente.
—Buscamos las imágenes de la 412, al principio del pasillo derecho de la cuarta planta —comentó Antonia.
—Solo tenemos que buscar planta, pasillo, hora y minuto… Efectivamente, aquí está el vídeo que buscamos.
—Dale al play y adelanta hasta el minuto 16, un minuto antes de que se abriera la puerta —comentó Antonia.
Iñaki adelantó el vídeo hasta el minuto 16 y apenas en unos segundos consiguieron ver la primera imagen.
—Ahí está —exclamó la sargento.
—Por la fisonomía, aparentemente es un hombre, pero lleva una gorra negra que le tapa el rostro. Esperemos poder verle la cara antes de entrar en la habitación.
El sospechoso llegó hasta la puerta de la habitación 412. Tanto la sargento como el agente pudieron ver como de la parte de atrás de su pantalón sacaba un arma que por la distancia aún no podían identificar. Acercó la tarjeta magnética a la cerradura y la introdujo suavemente en el lector. A través del monitor se podía observar cómo abría suavemente la puerta con el arma en la mano y cerraba tras de sí.
—¡Mierda! No le hemos podido ver la cara —exclamó la sargento.
—Vamos a probar con la cámara del ascensor, quizá allí tengamos más suerte —comentó el agente.
Iñaki buscó el archivo de la cámara del ascensor, lo adelantó hasta el minuto 17, en el que sabían cierto que el sospechoso ya estaba en el pasillo, y empezó a reproducir hacia atrás.
—No lo entiendo, hemos retrocedido casi diez minutos y no aparece en el ascensor —comentó Iñaki.
—Quizá sabe que en el ascensor también hay cámara y, lo que es peor para él, hay espejo, con lo cual, si desde arriba la imagen no se capta bien, hubiésemos podido verle el rostro en el espejo. Debió subir por las escaleras. Busca la cámara del centro de la planta, desde ese lugar se ven las salidas de los ascensores y la escalera.
Iñaki buscó el archivo de la cámara que la sargento le había indicado y repitió la operación de ponerlo en el minuto 16 y pasarlo hacia atrás.
—Aquí tenemos las imágenes, en cualquier momento debería aparecer —comentó Iñaki.
—¡Vamos! Enséñanos esa carita —exclamó ansiosamente la sargento—. ¡Ahí aparece! Mierda, va mirando hacia el suelo, solo le vemos la puñetera gorra, que encima es toda negra, no lleva nada que nos ayude a identificarla, ni un dibujo, ni texto, ni logo de nada. Este cabrón sabe lo que se hace —comentó decepcionada Antonia.
—Seguiré buscando en las cámaras de la escalera piso por piso, en algún momento tiene que cometer un fallo y la cámara captarlo.
Iñaki pasó un vídeo tras otro todo el camino de la escalera, hasta la entrada del hotel, pero fue en vano.
—Nada, un montón de vídeos y no le hemos podido ver la cara en ningún momento, esto es desesperante —exclamó el agente.
—Vamos a probar más suerte con la salida de la habitación, sabemos que es a las 02:59. A ver qué hay en esas imágenes —le indicó Antonia a Iñaki.
—Localizando vídeo… Y aquí lo tenemos. Vamos, abre la puerta y sal de la habitación.
—Ahí sale, de nuevo mirando para abajo —exclamó Antonia decepcionada.
—Voy a hacer la misma operación que antes, le seguiré todo el camino hasta que lo pierda.
Iñaki fue cambiando de un vídeo a otro siguiendo el recorrido del sospechoso hasta que salió del hotel y de muy mal humor se dirigió a la sargento:
—Lo siento, Antonia, no ha sido posible verle el rostro.
—No te preocupes, Iñaki, has hecho todo lo posible. De todas formas, hemos sacado algo en claro muy importante: salió solo, lo que confirma que no se llevó a Mireia de la habitación. En algún momento consiguió robar la tarjeta a Mireia.
—¿Buscamos entre las imágenes de la fiesta? Tenemos que localizar la última vez que se vio a Mireia en el hotel.
—A las 23:30 entraron en la habitación y no volvieron a salir, entonces, debieron entrar solo Tania y Gerard. Además es lógico, porque, si iban a practicar sexo, a no ser que se quisieran montar un trío, no pintaba nada Mireia en la habitación. Busca en las cámaras de la zona de la fiesta, a ver si los localizamos a partir de las 23:00. Pero esto va a ser buscar una aguja en un a pajar, vamos a pedir ayuda. Como dijo el teniente Torres, tenemos a nuestra disposición hasta el último guardia de tráfico de la isla.
La sargento salió hacia el despacho del teniente Torres y le expuso el problema que tenían con la cantidad de imágenes a procesar. Inmediatamente el teniente Torres ordenó a otras unidades que ayudaran a buscar al sospechoso.
Borrás e Iñaki distribuyeron una serie de archivos de vídeo para cada agente que iba a colaborar en la búsqueda. Después regresaron a la sala de operaciones y siguieron repasando el tablero de investigación. Mirándolo fijamente la sargento exclamó:
—No hemos incluido a la camarera.
Se acercó a la pizarra y con el rotulador rojo dibujó un cuadrado del tamaño de una foto, ya que no disponían de imagen de la camarera, y anotó: «CAMARERA». En un pequeño pósit añadió: «Tuvo contacto con las víctimas unas horas antes».
—¿Crees que puede tener alguna relevancia que estuviera en la habitación? —preguntó Iñaki.
—Ni más ni menos que otros, pero me gusta tenerlos a todos en el mosaico. ¿Qué dijo en su declaración?
—Comentó lo mismo que en el parte de incidencia, que le avisaron por el walkietalkie para que fuera a la habitación 412. Se dirigió hacia allí y procedió a la limpieza de los cristales de una botella rota de litro y medio. Limpió y secó la habitación, cambió la bolsa de la papelera y se llevó la que contenía los cristales rotos.
La puerta de la sala se abrió y de nuevo apareció el agente Daniel.
—Sargento, creo que hemos encontrado algo.
Antonia, Daniel e Iñaki se dirigieron al despacho de la unidad a la que pertenecía Daniel, donde les esperaban los demás agentes y el sargento de la unidad.
—¿Qué habéis encontrado?
Daniel giró la pantalla donde estaban visualizando los vídeos.
—Hemos revisado un montón de vídeos y hemos localizado un par de cosas que podrían ser importantes. Aquí, la cámara de la terraza donde se celebraba la fiesta. Fijaos en el sillón que hay justo en la salida, se puede ver al sospechoso sentado mirando hacia la zona donde todos están bailando. Bien, justo aquí pasan por delante de él los dos chicos. Él sigue mirando a la pista como si no le interesase nada más que Mireia. En otra cámara que podemos ver después coincidente en el tiempo se puede ver a Mireia bailando, pero de repente se gira hacia los otros dos, algo han dicho que le ha llamado la atención. Solo es un momento y enseguida vuelve la mirada a la pista de baile.
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