– ¡Eso es fantástico! -dijo Martha, tratando de mostrarse entusiasmada.
Suspiró. Era mentira. No se alegraba en absoluto de la noticia. Incluso se sentía celosa. Acababa de regresar y no quería volver a perder a Viola. Pero, ¿cómo podía decirle lo que realmente sentía? Al fin y al cabo, Savannah era la madre de Viola.
– ¿Cuándo vendrá Savannah a recogerla?
– No, no vendrá. En la clínica ha conocido a un hombre que trabaja en la televisión y que la ha convencido para que presente un programa. Quiere llevársela a Estados Unidos, así que me ha pedido que me ocupe de la niña durante otros seis meses.
– ¿Y qué le has dicho?
– Le he dicho que no puede dejar a Viola cada vez que le venga bien, que si deja a Viola conmigo es para siempre. Está claro que es su madre y que puede verla cuando quiera, pero la niña necesita saber que tiene un hogar, independientemente de lo que su madre haga. Y ese hogar estará junto a mí.
– ¿Qué le pareció a Savannah?
– Le pareció una buena idea -contestó Lewis mirándola de reojo. Sonrió-. Ella no es tan buena madre como tú.
– Pero a ti no te gustan los niños, ¿no?
– Ya ves, yo también he cambiado de opinión -aseguró Lewis. Se incorporó y se apoyó sobre un codo, sin dejar de mirarla-. Me he acostumbrado a vivir en familia y cuando tú y Noah os fuisteis, en seguida me di cuenta de que me iba a ser muy difícil volver a estar solo. Sin vosotros, está claro que esto no es un hogar -acarició la mejilla de Martha antes de continuar-. Ahora que has vuelto, todo vuelve a ser perfecto.
Martha sonrió y lo rodeó con sus brazos.
– Sigo sin comprender por qué no vas a necesitar una niñera, especialmente a partir de ahora que Viola va a vivir contigo.
– No, no necesito una niñera -dijo Lewis, sacudiendo la cabeza-. Te necesito a ti. Necesito estar contigo para hacer de cada sitio nuestro hogar. Creo que tendrás que quedarte conmigo más de dos meses.
– Por mí no hay inconveniente. ¿Cuánto tiempo crees que será necesario?
– Mucho, mucho tiempo.
– Creo que no habrá problema.
– ¿Estás segura? -dijo Lewis.
– Estoy más segura de lo que nunca he estado en mi vida -contestó Martha, y le dio un dulce y largo beso.
– Entonces, me gustaría que fuera para siempre.
– Espero que pagues un buen sueldo -bromeó Martha.
– No estaba pensando en un sueldo -dijo mirándolo a los ojos-. Estaba pensando en casarme contigo.
– ¿Y qué obtengo yo de todo esto? -preguntó ella divertida.
– Formarás una familia para Noah, conmigo y con Viola -Lewis se puso serio y continuó-: ¿Qué me dices?
– La verdad es que no podría pedir más.
– ¿Es eso un sí?
– Depende de cuál sea la pregunta -dijo ella mientras él la abrazaba.
– Y si la pregunta fuera: ¿quieres casarte conmigo?
– Entonces, mi repuesta sería: ¡sí!
***