Margaret Weis - El templo de Istar

Здесь есть возможность читать онлайн «Margaret Weis - El templo de Istar» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El templo de Istar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El templo de Istar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El templo de Istar — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El templo de Istar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hizo una pausa ya que el hombrecillo lo contemplaba anonadado, colgando su labio inferior en una muestra inequívoca de su incapacidad de asimilar tantas instrucciones. Dezra, consciente de las limitaciones de su compañero, esbozó una sonrisa y ofreció:

—Yo traeré lo que pides, Tanis. Si se ocupa Raf de organizarlo acabarás bebiendo patatas en un barril.

—Yo lo haré —protestó indignado el enano.

—Será mejor que te lleves los desperdicios —le aconsejó, paciente, la muchacha.

—Yo ser muy bueno atendiendo mesas —persistió él desconsolado mientras se encaminaba al exterior, propinando puntapiés a las patas de las sillas para desquitarse de tan horrible agravio.

—Vuestros aposentos se encuentran en el ala nueva de la posada —masculló Tika, todavía trastornada—. Os los mostraré.

—No hay prisa, los encontraremos nosotros mismos —contestó Riverwind en actitud severa pero, al cruzarse sus pupilas con las de la joven, prendió en sus ojos la llama de la más tierna compasión—. No te muevas de tu asiento y habla con Tanis, no podrá quedarse mucho tiempo.

—¡Maldita sea, había olvidado que el mozo debe aguardarme fuera con el caballo de refresco! —exclamó el semielfo, poniéndose en pie.

—Iré a avisarle de la pequeña demora —resolvió el hombre de las Llanuras.

—No te molestes, puedo hacerlo yo mismo. Tardaré tan sólo unos minutos.

—Amigo mío, eres tú quien me hace un favor si me permites ayudarte —le susurró Riverwind al pasar por su lado—. Necesito respirar el aire nocturno. Después lo trasladaré a su habitación si no se ha repuesto —concluyó, a la vez que señalaba a Caramon con un ademán de cabeza.

Tanis volvió a sentarse y, aliviado, se apoyó en el respaldo. Estaba frente a Tika, que permanecía en el banco adosado al muro. Crysania se instaló junto al semielfo aunque, a intervalos, dirigía furtivas y perplejas miradas al abultado cuerpo del guerrero ebrio.

El barbudo compañero comenzó a hablar a su amiga de temas insustanciales, que hilvanaba con la mayor soltura posible, hasta conseguir que ella irguiese la espalda e incluso sonriera. Cuando Dezra se acercó con las bebidas Tika parecía más relajada, si bien pervivían en su faz los vestigios de su angustia. Observó Tanis que Crysania apenas probaba el vino y, en lugar de tomar parte en la conversación, se mantenía inmóvil en su asiento con aquel insondable surco dibujado en la frente. Sabía que debía explicar a la sacerdotisa los acontecimientos, pero antes alguien tendría que relatárselos a él.

—¿Cuándo…? —se aventuró al fin a inquirir, temeroso de haberse precipitado.

—¿Cuándo se desató la pesadilla? —terminó Tika en su lugar—. Unos seis meses después de la reapertura de «El Ultimo Hogar». ¡Fue tan feliz hasta entonces! La ciudad estaba destruida, y el invierno había sido muy duro para los sobrevivientes. En su mayoría se hallaban próximos a la inanición, despojados de todos sus bienes y recursos por los draconianos y goblins, e incluso algunos se habían visto obligados a abandonar sus ruinosas viviendas y acomodarse en cualquier refugio que encontrasen, fuera éste una choza o una cueva natural. Las hordas enemigas saquearon Solace antes de nuestra llegada, de modo que nos topamos con un revoltijo de escombros que sólo los más animosos aprovechaban en la incipiente reconstrucción de sus casas. Recibieron a Caramon como un héroe, pues los poetas habían propagado con sus versos la noticia de la derrota de la Reina de la Oscuridad por todo el territorio.

Hizo un alto, conmovida por su propia historia. El orgullo que ahora evocaba se tradujo en sendos lagrimones, que jalonaron sus mejillas. Al poco rato continuó:

—¡Era tan dichoso en aquella época, Tanis! Los habitantes de Solace lo necesitaban, y no le importaba trabajar día y noche. Talaba árboles, cargaba haces de leña desde las montañas, erigía casas con los troncos que él mismo transportaba y hasta hizo de herrero, ya que Theros no estaba entre nosotros. Lo cierto es que no poseía una gran habilidad en este último menester —confesó esbozando una nostálgica sonrisa—, pero a nadie parecía inquietarle. Le satisfacía confeccionar cualquier tipo de instrumentos, herraduras o ruedas de carro, y los lugareños aceptaban todo cuanto podía proporcionarles. Fue un año espléndido: nos casamos y él olvidó por completo, o al menos así lo creímos quienes lo rodeábamos, a… a…

Tragó saliva, incapaz de pronunciar el fatídico nombre. Tanis, que sobrentendió a quién se refería, le dio unas palmadas en la mano y la joven, tras beber en silencio unos sorbos de vino, se sintió con ánimos de proseguir.

—El año pasado, en primavera, se operó un cambio brusco en su talante. Algo grave le ocurrió, ignoro qué fue exactamente, si bien estoy convencida de que guardaba relación con… —Una vez más calló, y meneó la cabeza—. La ciudad vivía un momento de prosperidad. Un forjador que estuvo cautivo en Pax Tharkas se mudó a Solace y se ocupó del establecimiento que hasta entonces regentara Caramon, privándole de esta distracción. Aún quedaban casas por edificar, pero todos se habían instalado de un modo u otro y no había prisa. Y, para colmo de males, yo me puse al frente de la posada. —Se encogió de hombros antes de conjeturar—: Me temo que, después de tanto ajetreo, mi pobre esposo no sabía qué hacer con su tiempo.

—Nadie precisaba su ayuda —colaboró el semielfo apesadumbrado.

—Ni siquiera yo —admitió Tika, tragando aire y enjugándose los ojos—. Quizá su derrumbamiento fuera culpa mía…

—No —la atajó Tanis como si le prohibiera la mera mención de esta posibilidad. Sus pensamientos, y sus recuerdos, se perdieron en las brumas de un triste pasado—. Todos conocemos al responsable de su desgracia.

—Sea como fuere intenté ayudarle, a pesar de mis múltiples obligaciones, sugiriéndole mil tareas a las que podía dedicar sus horas de ocio —explicó Tika con hondo pesar—. Y se esforzó, me consta que hizo cuanto estuvo en su mano. Rastreó a varios draconianos renegados a petición del alguacil, y se convirtió en guardián bajo contrato de los viajeros que se internaban en la azarosa senda de Haven. Sin embargo, pronto me di cuenta de que nadie alquilaba sus servicios por segunda vez. —Su voz se hundió ahora en un susurro quejumbroso—. A finales de invierno regresó al pueblo uno de los grupos que debía proteger, arrastrándolo en unas parihuelas… ¡Se había emborrachado, y fueron ellos quienes tuvieron que cuidar de su maltrecho cuerpo! Desde entonces no ha hecho más que dormir, atiborrarse de comida o deambular en compañía de mercenarios de dudosa procedencia por los alrededores de «El Abrevadero», ese mugriento local que se yergue en el otro extremo del pueblo.

Mientras deseaba para sus adentros haber contado con la presencia de Laurana para aconsejar a su amiga, Tanis intentó adivinar lo que ella habría sugerido:

—Quizás un hijo sería la solución.

—Quedé embarazada el verano pasado —le reveló Tika, apoyada la cabeza en la palma abierta—. Pero perdí la criatura. Caramon ni siquiera se enteró, y desde esa época hemos dormido en habitaciones separadas.

Tanis se ruborizó y se agitó en su asiento, sin atinar más que a acariciar la mano de la muchacha con un nudo en la garganta.

—Hace un instante has insinuado que la metamorfosis de Caramon se debe a alguien o algo en concreto —indagó, más para cambiar de tema que para constatar lo que ya sabía.

Tika se estremeció y, tras sorber otro trago de mosto sin adivinar que el semielfo ya conocía la respuesta, aclaró:

—Se propagaron ciertos rumores, oscuros por supuesto, acerca del mago al que tú y yo tuvimos por compañero de andanzas. —Se obstinaba en no pronunciar su nombre, como si fuera un presagio de terribles hecatombes—. Caramon decidió escribirle en secreto, Tanis. Descubrí la carta y me tomé la libertad de leerla; me destrozó el corazón. No contenía una sola palabra de reproche, respiraba amor por los cuatro costados. Le suplicaba que viniera a vivir con nosotros para, de ese modo, liberarse de las artes arcanas que le atraen hacia la negrura.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El templo de Istar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El templo de Istar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Margaret Weis - Die Brüder
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenzauber
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenjäger
Margaret Weis
Margaret Weis - Ámbar y Sangre
Margaret Weis
Margaret Weis - La Torre de Wayreth
Margaret Weis
Margaret Weis - The Magic of Krynn
Margaret Weis
Margaret Weis - The reign of Istar
Margaret Weis
Margaret Weis - The War of the Lance
Margaret Weis
Отзывы о книге «El templo de Istar»

Обсуждение, отзывы о книге «El templo de Istar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x