Juan Atienza - La Maquina De Matar

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Atienza - La Maquina De Matar» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Maquina De Matar: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Maquina De Matar»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La Maquina De Matar — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Maquina De Matar», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los hombres de las máquinas de matar tuvieron miedo a salir de sus escondrijos. La oscuridad era casi completa y temían una emboscada. Rad, desde el muro donde se había ocultado, les vio durante largo rato asomar medrosos las cabezas y atisbar entre las sombras. Todavía esperó un largo rato antes de decidirse a salir.

Luego, deslizándose entre las ruinas de la aldea, se dirigió hacia donde había visto correr vacilante a Hank. Le encontró -casi tropezó con él- tendido en el suelo, inmóvil, con el rostro hundido en un charco y la sangre manándole abundante de las heridas de la espalda. La máquina estaba a un costado, aún fuertemente sujeta por la mano rígida. Rad se inclinó lentamente, hasta tocar el cuerpo de su compañero. Sin duda, debía de estar muerto. Y allí, junto a él, estaba la máquina de matar: ahora podía ser suya. Pero tenía que darle vuelta al cuerpo y apoyar su mano en el corazón de Hank y comprobar que había dejado de latir. Y, si latía, debía llevarle consigo, cargar con él hasta donde aguardaba Wil aunque, de todos modos, aquellas heridas en la espalda de Hank significaban su muerte. O estaba muerto o iba a morir en unos instantes. Pero debía volverle y comprobarlo…

Sus ojos pasaron dudosos del cuerpo a la máquina fuertemente agarrada en la mano rígida. Tan fuertemente sujeta que sólo con un tremendo esfuerzo consiguió arrancarla. Pero ahora, bajo la lluvia, contempló por primera vez la máquina entre sus manos. Suya. Era suya. La máquina de matar sería ahora para él, y él, Rad, sería el todopoderoso, el amo de la comunidad del Valle de las Rocas y de otras comunidades. Con aquella máquina en sus manos iniciaría la conquista. Y luego, el Mundo… Rebuscó en la bolsa que Hank tenía colgada al hombro. Tuvo que mover un poco el cuerpo para poderla sacar. Pero el cuerpo pesaba mucho, Hank debía de estar muerto. Registró en la bolsa, sacó las veinte cápsulas que quedaban y las metió en su propia bolsa. Luego echó a correr sin mirar atrás.

El cuerpo inmóvil de Hank se empapaba lentamente de lluvia y se hundía en el charco.

– ¿Dónde está Hank? -Muerto. Lo han matado. -¿Dónde?

– Junto a las rocas. Salieron muchos hombres con máquinas de matar… No tuvo tiempo de dispararles… -Pero tú… Tú sí has podido escapar. -No sé cómo pude. He corrido…

– Con la máquina de Hank. -Pude recogerla antes de huir. -Estabas con él, entonces… -Cerca… -Y tuviste tiempo de…

– Vamonos. Nos perseguirán en cuanto despunte el día.

– ¿Quiénes?

– Los de las rocas. Eran muchos. ¡Vamos, Wil!…

Luego, la larga noche de camino. La lluvia incesante. Las continuas miradas atrás de Wil, dominado por la oscura esperanza de ver aparecer a Hank entre las sombras. La mano de Rad aferrada a la máquina, como si la máquina hubiera pasado a formar parte de su cuerpo. Y la marcha continua, pesada, entre los charcos formados en el viejo cemento saltado de la carretera. Y el barro. Y los ojos de Rad que, inconscientemente, se apartaban de los de Wil cada vez que Wil le lanzaba una mirada muda e interrogante. ¿Qué había hecho con Hank?…

– ¡Está muerto!… ¡Muerto, me entiendes!… -gritó, sin poder contenerse.

Luego, con la amanecida, las nubes se disiparon y salió un sol caliente, dispuesto a secar los cuerpos ateridos de los dos caminantes.

En cuanto hubo luz suficiente para ver, Rad se dedicó, sin abandonar su paso rápido, a comprobar el funcionamiento de la máquina, tal como, desde lejos, en la ciudad, había visto hacer a Hank. ¡Hank, Hank, siempre Hank volviendo a apoderarse de sus pensamientos!… Pero ahora la máquina era suya y tenía que aprender a utilizarla.

Sin detenerse, observó luego el contenido de la bolsa, las escasas veinte cápsulas que quedaban. Veinte cápsulas de matar eran pocas. Durarían… Rad no lo sabía. Pensaba que tendría que matar a alguien, siquiera fuera para demostrar el poder que tenía. Pero matar… Se había detenido sin darse cuenta, contemplando las cápsulas atentamente. De pronto, sintió que le miraban. Levantó los ojos y vio a Wil frente a él, preocupado.

– ¿Qué miras? -Te miro a ti, ya lo ves…

– ¿Y qué? -preguntó de nuevo Rad, amenazador. -Nada… Ahora tienes tú la máquina. Eres el más fuerte, ¿qué quieres que diga? -Nada, claro…

– ¿Qué piensas hacer ahora? Con esas cápsulas puedes matar veinte veces…

– ¿Quién ha hablado de matar? -Nadie… Te lo digo sólo… ¿Sabes ya cómo hacerlo?

Rad asintió con la sangre golpeándole las venas a borbotones. Apretó fuertemente los dientes e hizo una rápida señal hacia adelante. – ¡Vamos!… -Lo que tú digas…

Volvieron a caminar en silencio durante toda la mañana. Wil delante, inseguro, con miedo a aquella máquina que llevaba Rad y que, insensiblemente, sentía fija en su espalda. Sin volverse, procurando no hacer ningún movimiento que pudiera poner en sospechas a Rad, le dijo:

– Rad, yo no quiero quitarte la máquina… -Por lo menos -contestó Rad-, procuraré que no lo hagas.

– No, no… No quiero hacerlo. La máquina es tuya. -Eso, al menos, es cierto.

– Te lo digo para que no estés en continua sospecha conmigo.

– Ya sé que lo dices por eso. Para que me confíe…

– Sí.

– …y quitármela entonces…

– No, Rad… Sólo quiero saber qué piensas hacer con ella.

Hubo un silencio largo. Wil no se atrevía a detenerse, ni a volver la cabeza y mirar por encima del hombro a su compañero. Pero sentía cada vez más evidente el cañón del arma sobre su espalda. Dejó trascurrir un instante.

– ¿Quieres que nos detengamos a comer? Estoy cansado.

– Yo también. Vamos ahí, detrás de las jaras.

Se detuvieron a la sombra de unos arbustos casi secos que habían comenzado a rebrotar. Una hondonada daba sombra y relativo frescor. Comieron en silencio, dirigiéndose rápidas miradas que se apartaban cada vez que los ojos de uno y otro se encontraban. Se hablaron apenas lo suficiente para indicar su lamentable estado físico, después de toda la noche de marcha incesante.

– ¿Quieres que durmamos un rato? -apuntó Wil-. Así podremos caminar luego toda la noche y llegar al valle al amanecer.

Rad se estremeció imperceptiblemente. La decisión tenía que ser suya, porque él, el amo de la máquina, era el jefe.

– Sí, descansaremos…

Wil fue a tumbarse lejos de su compañero. Cerró los ojos. El sueño le había abandonado, a pesar de la noche de marcha incesante. Su cerebro había entrado en fase de absoluta actividad. «Rad es muy joven. Demasiado. No puede. No puede ser jefe. Aunque tenga la máquina. La máquina mata. Y Rad matará, no podrá evitarlo, no sabrá contenerse. Gobernará con el miedo en las manos. Con la amenaza. Matará al Viejo, seguro, y a quien se le oponga. Hasta que se le agoten las cápsulas y le maten entonces a él. Con piedras o con palos, no lo sé. Pero habrá que matarle y tal vez sea yo quien tenga que hacerlo. No quiero. Rad no es malo. Es la máquina, la máquina de matar. Como Hank. Hank habría sido un buen jefe. El Viejo lo decía. Pero encontró la máquina y no pensó, desde entonces, más que en matar, para probar que él podía hacerlo. Y, sin embargo… Ahora, Rad y yo solos. Phil fue muerto por las máquinas. Y Hank. Y tal vez yo, si Rad sigue con ella en las manos. Tengo que quitársela. Quitársela y enterrarla muy hondo en el suelo, donde no pueda encontrarla nadie. Solo yo… ¡no, no!… Yo tampoco. Yo tampoco quiero nada de la máquina, sólo que desaparezca, para siempre.»

Abrió lentamente un ojo. Allá, al otro lado de la hondonada, lejos, estaba sentado Rad.

Rad, tratando de no dormir. Tenía la máquina sobre sus rodillas, firmemente sujeta. Una cápsula en el tubo. Y los pensamientos confusos de la duermevela. «Hank está muerto… No podía vivir con aquellas heridas en la espalda, aunque yo le hubiera arrastrado hasta la cueva. Pero Wil no me cree. ¡No me cree!… Y tendré que matarle, como tendré que matar a quien se me oponga. No, no se opondrán… En todo caso, tal vez el Viejo, pero el Viejo vivirá poco… Tienen que reconocerme… Yo soy mejor que Hank. Al fin y al cabo, Hank vivía sólo para vengarse del hombre de la roca… Pero me quedan veinte cápsulas. Una para Wil, otra para el Viejo, serán suficientes… O tal vez otra para Rick, que querrá apoderarse del mando, y para sus hermanos, para David, para Isaac, para Gorel… ¿Cuántas van? Cinco… No, seis; seis cápsulas solamente, si acierto a la primera con cada uno, aún me quedarán… ¿O son siete? No, no, seis… Me quedarán catorce cápsulas, que ya no serán necesarias más que para que sepan que las tengo… ¡Y otra para Law!… Siempre creyó que, por ser un año mayor que yo, podría conmigo… Yo le demostraré que… Wil se ha dormido, pero yo no debo dormirme. Puede despertar antes que yo y, entonces… No, no despertará antes, porque antes de que despierte… Pero ha pensado en quitarme la máquina y, si le mato dormido, nunca sabrá que yo lo sabía… No, no dormiré y, cuando despierte… No dormiré, no, no quiero dormir, tengo que mantenerme despierto y…»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Maquina De Matar»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Maquina De Matar» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Maquina De Matar»

Обсуждение, отзывы о книге «La Maquina De Matar» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x