Juan Aguilera - El refugio

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Aguilera - El refugio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El refugio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El refugio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

2024 d.C.: Un heterodoxo arqueólogo jesuita descubre en Marte los ruinas de una civilización desaparecida.
2029 d.C.: Sobre el lecho seco del mar de Aral, en el centro de la meseta de Ustyurt, aparece una forma de vida vegetal no terrestre.
2034 d.C.: Una inimaginable catástrofe cósmica se abate sobre la Tierra.
2039 d.C.: La humanidad diezmada se esfuerza en salir adelante, mientras una expedición espacial parte en busca de los culpables del Exterminio. En el curso de su viaje descubrirá una amenaza que empezó millones de años atrás.

El refugio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El refugio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ambos descendieron con dignidad por la escalerilla, sin bajar las manos. Fueron cacheados de pies a cabeza. Acto seguido, un vapuleado camión militar escoltado por jeeps, les condujo hasta Varsovia. En la caja les ¿escoltaban? varios soldados con el armamento listo, aunque aquellos tipos se apartaban de los dos hombres como si éstos fuesen a explotar, o a salirles tentáculos en cualquier momento.

– ¿Podemos bajar los brazos? -preguntó Casanova.

– No -dijo un árabe de mirada recelosa, con un rifle automático entre los brazos.

– Tenga cuidado, que las carga el diablo. -Casanova señaló al arma.

El tipo aferró su fusil, como si un sargento de Belcebú se hubiese presentado a revisar el cargador.

Llegaron a su destino, tras recorrer kilómetros de carretera vapuleada. Casanova advirtió que, en varios lugares, habían brigadas de trabajo parcheándola con asfalto traído a brazo. Por fin, una ciudad apareció a lo lejos.

La Varsovia que recordaba había desaparecido por completo, dejando únicamente unos campos de cascotes. Sólo los nazis fueron destructores más concienzudos que los Primigenios.

En su lugar, se había construido una ciudad de casas prefabricadas, nueva pero nada atractiva. Se trataban de módulos de forma más o menos prismática, que encajaban uno sobre otro como un juego de construcción. Todos iguales; pudieron ver ropas colgadas en los balconcitos, y gente asomada para ver pasar el convoy.

– No parece un paraíso -comentó el piloto-, pero al menos ha quedado atrás lo peor del infierno.

– Lo que ha caído aquí es el fuego del infierno, sí.

– En mi país, conocimos ese infierno por primera vez. En 1945.

– Ya.

No llegaron a entrar en la ciudad; se desviaron, tomando una senda apenas asfaltada que les llevó hasta unas instalaciones que tenían todo el aspecto de un cuartel militar.

Casanova y el piloto fueron entregados a un grupo de soldados que esperaban junto a las puertas de entrada. Los dos grupos hablaron entre ellos en una jerigonza mezcla de ruso, árabe y japonés, mientras conducían a los dos hombres hasta uno de los barracones. Una vez allí, se olvidaron de ambos durante un par de horas. Al parecer no tenían muy claro qué hacer con ellos.

Pasado este tiempo, un hombre con las insignias de coronel, entró en el barracón acompañado de dos guardias. Se dirigió a los recién llegados en ruso:

– Soy el coronel Antón Petrovich Andreiev. ¿Necesitan alguna cosa?

Casanova suspiró.

– Varias cosas, coronel. Primero, algo de comer, si no le importa.

– Les traerán comida. ¿Qué más?

– Segundo, hablar con quien esté al mando de esta fuerza.

– Estamos aguardando instrucciones. Esperen aquí.

Y esperaron.

La espera duró la mitad del día. Les trajeron pan, agua, un par de platos de lentejas guisadas con carne, y unas manzanas arrugadas. Casanova se preguntó si los musulmanes de aquella fuerza comerían lo mismo; la carne parecía de cerdo.

Por fin, vieron llegar un gran cóptero con las insignias blancas y amarillas del Vaticano pintadas en sus flancos.

Se acercó un hombre, vestido con pantalones grises y camisa de manga corta, rodeado por un pequeño séquito. El coronel se cuadró.

– Su Santidad Alejandro IX -dijo como presentación.

El Papa sonrió.

– Bienvenido a la Tierra, Jaime. Coronel, puede suspender la vigilancia sobre estos hombres -dijo Enrique Kramer.

Una vez a solas, Kramer simplemente dijo:

– Así que… habéis vuelto. Al fin.

Casanova asintió.

– La verdad es que la bienvenida no ha sido demasiado cálida.

– ¿Qué esperabas? Recientemente hemos tenido algunos problemas con Monstruos llegados del Espacio Exterior. Nos hemos vuelto muy cuidadosos con lo alienígeno. Pensé que lo sabíais.

– Algo he oído.

– Ésa es la frase más modesta que te he oído decir en mi vida.

Kramer guió a Casanova al interior del enorme cóptero. Descubrió con sorpresa que la bodega de carga del aparato había sido transformada en una oficina.

Kramer cerró la puerta tras él y se sentó a su mesa. Aquel lugar parecía una cancillería, atiborrada con terminales, impresoras, fax, teléfonos, fotocopiadoras, equipos de imagen virtual…

– Estás en mi puesto móvil de mando -explicó Kramer-. Mi oficina ambulante. En los tiempos que corren, hay mucho que organizar y poco tiempo.

Al menos una docena de teléfonos tenían luces encendidas.

– ¿Puedo preguntar cómo…? -dijo Casanova.

– ¿He llegado aquí? Bueno, era uno de los pocos cardenales que quedaron tras el Exterminio… no había muchos donde elegir.

– Comprendo.

– No, no comprendes -dijo Kramer-. No hubo una elección por otros cardenales. Me eligió un consejo ecuménico de obispos.

– Eso no es lo establecido por la tradición eclesiástica.

Kramer se encogió de hombros.

– Para empezar, no quedaban cardenales ni para llenar un taxi. Así que les dije: no podemos decidir el futuro de la Iglesia. Debemos recurrir a una base más amplia. Tan pronto como logramos restablecer las comunicaciones, reunimos a todos los obispos que pudimos, y les dijimos que los sucesores de los apóstoles eran ellos y que la decisión era suya.

– Y decidieron elegirte a ti -dijo Casanova-; quiero decir, a Su…

– Oh, está bien, dejemos el protocolo de lado -sonrió-. Me pone nervioso que se dirijan a mí en tercera persona. Siempre pienso que hablan de otro.

– De acuerdo.

– Y… vamos al asunto. ¿Dónde habéis estado escondidos estos últimos años? -preguntó Kramer. La pregunta estaba hecha en forma juguetona, pero Casanova percibió el acero bajo la seda.

– Hemos tenido mucho trabajo transformando a Marte en una colonia viable.

– Y ahora os habéis acordado de nosotros. ¿Te imaginas lo que fue mi situación aquí? Me enviaste para ayudar a los terrestres, y luego nos olvidasteis. Hubo momentos en que los terrestres odiaban todo lo relacionado con Marte. Incluso temí por mi vida.

– Veo que supiste guardarla muy bien.

– ¡No gracias a vuestra ayuda! -restalló Kramer.

– Han sido tiempos difíciles para todos, Santidad. Al principio calculamos que las colonias marcianas tendrían potencial suficiente para salvarse, y salvar la Tierra. Nos equivocamos. A pesar de todo lo que íbamos encontrando en las pirámides de Elysium, lo pasamos realmente mal. Dependíamos de la Tierra en demasiadas cosas, más de las que admitimos en un principio. Nos replegamos y luchamos por nosotros mismos. Pensamos que si Marte no sobrevivía, difícilmente lo haría la Tierra.

– Y ahora habéis regresado, con más naves, y más tecnología marciana. Bien, Dios sabe que la necesitamos.

– Con naves como ésas -Casanova señaló con el pulgar el cielo-; son enormes, en su interior hay hábitats acondicionados para recibir a miles de personas.

Kramer se inclinó sobre la mesa. -¿Y armamento? Necesitaremos todos los robots de combate que podáis proporcionarnos. Hemos rechazado el ataque, y esos demonios no nos olvidarán.

– Entiendo. Pero ahora sabemos que luchar por este planeta resultará inútil…

Y, ante su cara de perplejidad, Casanova, empezó a contarle toda la historia.

Kramer la escuchó en silencio, con los ojos semicerrados y la frente apoyada en su mano derecha. Su rostro no reflejaba ninguna emoción.

Casanova se preguntó hasta qué punto comprendía lo que le estaba diciendo, y hasta qué punto lo creía.

Todos nosotros somos Taawatu -resumió-. Tú, yo, el más miserable de los ratones. Todos los vertebrados hemos evolucionado a partir de esta criatura, y estamos en guerra con los Primigenios… la civilización de la nube de Oort. Una guerra que empezó hace más de quinientos millones de años. Y, por fin, tras millones de años de aislamiento, en Júpiter, hemos restablecido el contacto con una parte de Taawatu.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El refugio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El refugio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El refugio»

Обсуждение, отзывы о книге «El refugio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x