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Stanislaw Lem: Retorno de las estrellas

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Stanislaw Lem Retorno de las estrellas

Retorno de las estrellas: краткое содержание, описание и аннотация

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La nave interplanetaria Prometeo llega a la Tierra tras un viaje científico de diez años, aunque por la relatividad, en el planeta han pasado ciento veintisiete. Los supervivientes llegan a un mundo en que se ha implantado la betrización, operación que hace imposible concebir la agresividad. Es una sociedad segura, cómoda, pero en la que han desaparecido las ansias de aventura. El protagonista, Hal Bregg, se siente como un cavernícola en un mundo que no entiende, tras dedicar su vida a algo que al resto de la gente le parece una locura. Compra una casa apartada y se dedica a estudiar y a boxear con su compañero Olaf, hasta que se enamora de su vecina, con la que acaban juntos tras un inicio en que él intenta suicidarse y ella le teme. Cuando descubre que el resto de astronautas se prepara para otra misión, él decide quedarse.

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«Estaba inclinado, enterrado a medias en aquel polvo infernal. Es algo extremadamente blando, extremadamente fino, lo más fino de todo el mundo, ¿sabes? Una sustancia casi intangible…, el plumón más ligero de la Tierra ofrece mayor resistencia. Las partículas son tan increíblemente minúsculas… Miré hacia el interior: no estaba en el cohete. He dicho que yacía inclinado; no podía tener en absoluto esta seguridad, pues allí era imposible determinar la posición vertical sin aparatos especiales, y eso hubiese durado alrededor de una hora. Un peso sencillo, ligero como una pluma, oscilaría al extremo de una cuerda como una mosca, en lugar de caer en línea recta… Así pues, no me sorprendió que no hubiese intentado el despegue. Me arrastré hacia el interior. Vi en seguida que había intentado confeccionar una plomada con objetos que tenía a mano, sin conseguirlo. Quedaban bastantes alimentos, pero nada de oxígeno. Debía de haber llenado la botella de su traje espacial y salido del cohete.

— ¿Por qué?

— Sí, yo también me formulé esta pregunta. Hacía tres días que estaba allí dentro. En estos cohetes hay un solo asiento, una pantalla, algunas palancas y una escotilla a la espalda.

Permanecí sentado allí unos momentos. Ya adivinaba que no le encontraría. Por un segundo pensé que tal vez había salido cuando yo aterricé, utilizado la pistola de retropropulsión para volver al Prometeo y ahora ya estaría allí, mientras yo vagaba por aquellos escombros sin vida…

Salí del cohete con tanta energía que volví a elevarme y a volar. Sin ningún sentido de la orientación, nada. ¿Sabes lo que es ver una chispa en la oscuridad total? ¿Cómo los ojos empiezan a fantasear sobre ella? Cuántos rayos y visiones vislumbran en ella… pues bien, algo parecido ocurre con el sentido del equilibrio. Donde no existe la gravedad, uno llega a acostumbrarse a su falta. Pero cuando la gravedad es muy escasa, como en aquellos escombros, el oído se irrita y reacciona de modo defectuoso, por no decir loco. Ora te imaginas que te elevas en candelero, ora que te caes en un abismo, y así una y otra vez. Por añadidura, hay los giros y los movimientos desmañados de brazos, piernas y tronco, como si todos hubieran cambiado de lugar y como si la cabeza ya no estuviera en su sitio…

«Así volé, pues, hasta que choqué contra una pared, reboté de ella, me quedé colgado de algo y tuve tiempo de agarrarme de un saliente de las rocas. Alguien yacía allí. Thomas.

Ella guardó silencio. El océano Pacífico susurraba en la oscuridad.

— No, no es lo que estás pensando. Vivía. Incluso se sentó en seguida. Yo conecté la radio.

A una distancia tan pequeña podíamos entendernos perfectamente.

«-¿Eres tú? — empezó.

«— Sí, soy yo — dije. Una escena de comedia barata, realmente imposible. Pero era la realidad. Ambos nos levantamos —. ¿Cómo te sientes? — inquirí.

«— Estupendamente. ¿Y tú?

«Esto me confundió un poco, pero así y todo contesté:

«— Muy bien, gracias. Y todos los de casa están bien.

«Era idiota, pero pensé que él lo hacía adrede para demostrarme que estaba tranquilo, ¿comprendes?

— Sí.

— Cuando estuvo muy cerca de mí, vi su silueta a la luz de la linterna que llevaba sujeta al brazo; parecía una especie de oscuridad más densa. Toqué su traje espacial; estaba intacto.

«-¿Tienes oxígeno? — le pregunté. Esto era lo más importante.

«— Oh, eso no tiene importancia.

«Reflexioné sobre lo que debíamos hacer. ¿Despegar con su cohete? No, era demasiado arriesgado. A decir verdad, yo no me sentía muy aliviado. Tenía miedo, o estaba inseguro; es difícil explicarlo. La situación era irreal, yo encontraba algo singular en ella, pero no sabía qué era ni veía nada claro. Sólo que aquel milagroso reencuentro no me había alegrado. Pensé en cómo salvar el cohete. Pero esto no era lo más importante, me dije. Primero tenía que averiguar cómo se encontraba él. Mientras tanto permanecíamos allí, bajo la noche negra, sin estrellas.

«-¿Qué has hecho aquí todo este tiempo? — le pregunté. Quería saberlo, porque también esto era importante. Si había intentado hacer algo, aunque fuera buscar minerales, sería una buena señal.

«— Varias cosas — repuso —. ¿Y tú, Tom?

«-¿Cómo, Tom? — interrogué, sintiendo escalofríos, pues hacía un año que Arder había muerto, y él lo sabía muy bien.

«— Eres Tom, ¿verdad? Conozco tu voz.

«No dije nada, y él rozó mi traje con el guante y añadió:

«— Un mundo demente, ¿no crees? Nada digno de verse y tampoco nada especial. Me lo había imaginado muy diferente. ¿Y tú?

«Pensé que el hecho de que me confundiera con Arder no significaba gran cosa; a fin de cuentas… esto les había pasado ya a varios.

«— Sí — repuse —, es una región poco interesante. ¿Nos vamos, Thomas? ¿Qué te parece?

«-¿Irnos? — se asombró —. Pero ¿cómo… Tom?

«Su tono había dejado de gustarme.

«-¿Es que quieres quedarte aquí? — pregunté.

«-¿Y tú no?

«"Se hace el loco — pensé —, pero ya basta de tales tonterías."»-Vamos — dije —, hemos de volver. ¿Dónde está tu pistola?

«— La he perdido al morirme.

«-¿Qué?

«— Pero no importa — dijo —. Un muerto no necesita pistola.

«— Claro, claro — asentí —. Ven, te pondré el cinturón y nos marcharemos.

«-¿Estás loco, Tom? ¿Adonde?

«— Al Prometeo.

«— Ya no está aquí…

«— Está algo más lejos. Vamos, déjame ponerte el cinturón.

«— Espera — dijo, apartándome —. Hablas de un modo extraño. ¡Tú no eres. Tom!

«— Claro que no. Soy Hal.

«-¿Tú también has muerto? ¿Cuándo?

«Ahora yo ya sabía más o menos de qué iba, así que empecé a darle la razón.

«— Pues, mira — contesté —, hace algunos días, Ven, déjame ponerte el cinturón.

«Pero él no se dejaba, y empezamos a pelear, al principio como en broma y después en serio; traté de agarrarle, pero no lo conseguía por culpa del traje espacial. ¿Qué hacer? No podía dejarle solo ni un momento, pues ya no le encontraría por segunda vez; un mismo milagro no se produce dos veces. Y él quería quedarse allí como si hubiera muerto. Y entonces, durante nuestra disputa, cuando ya me parecía que le había convencido y estaba de acuerdo, permití que me cogiera la pistola… Acercó mucho su rostro al mío, de modo que yo casi vi por el doble cristal y gritó:

«-¡Cerdo, me has engañado! ¡Estás vivo! — y me disparó.

Hacía mucho rato que sentía el rostro de Eri apretado contra mi hombro. Al oír mi última palabra se estremeció como si hubiese recibido un golpe, y cubrió mi cicatriz con la mano.

Callamos durante argo rato.

— Era un buen traje espacial — dije —. No se rompió, ¿sabes? Cedió hasta el fondo, me rompió algunas costillas, las metió dentro, me aplastó algunos músculos, pero no se rompió. Ni siquiera perdí el conocimiento, sólo tuve inutilizado el brazo derecho durante un rato y sentí el calor de la hemorragia bajo el traje.

«Estuve aturdido algún tiempo, y cuando me levanté, Thomas ya no estaba allí y yo no tenía ni idea de cuándo había desaparecido o hacia dónde. Le busqué a tientas, y en vez de encontrarle a él, di con la pistola. Debió de tirarla en seguida después de disparar. Y fue con su ayuda que pude salir de allí.

«Ellos me vieron inmediatamente cuando salté sobre la nube. Olaf acercó más la nave y me recogieron. Dije que no le había encontrado, sólo descubierto el cohete vacío, y mi pistola se me cayó de la mano y se disparó cuando tropecé con algo. El traje espacial tiene doble grosor. Se desprendió un trozo de chapa de la parte interior, y lo tengo aquí, bajo las costillas.

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