Robert Silverberg - Muero por dentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - Muero por dentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1988, Издательство: Martínez Roca, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muero por dentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muero por dentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Muero por dentro es un clásico de referencia y una de las más inspiradas historias de su autor: en ella aborda un tema tan clásico como es la telepatía de manera sutil, ahondando en el lado oscuro del ser humano, rebosa soledad, devastación interior y sensibilidad.
Nombrado para el premio Nebula a la mejor novela en 1972.
Nombrado para el premio Hugo a la mejor novela en 1973.
Nombrado para el premio Locus en 1973.

Muero por dentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muero por dentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¡Oye, Joe Louis!—gritó mi padre—. ¡Oye, Willie Pep!

El organizador me sugirió que me acercara a Jimmy, le ayudara a ponerse de pie y le diera la mano. Cuando se levantó detecté claramente que tenía la intención de darme con la cabeza en los dientes, y yo simulé no estar prestando atención hasta que, cuando vino al ataque, me hice a un lado con toda tranquilidad y le di con los puños en su encorvada espalda. Eso le destrozó.

—¡David hace trampa!—gimió—. ¡David hace trampa!

¡Cómo me odiaron todos por mi destreza! O lo que interpretaron como mi destreza. Mi don astuto de adivinar siempre lo que iba a ocurrir. Bueno, eso no sería un problema ahora. Todos me querrían. Y queriéndome, me molerían a palos.

Judith me abre la puerta. Lleva puesto un viejo suéter gris y unos pantalones azules con un agujero en la rodilla. Extiende sus brazos hacia mí y la abrazo con cariño, apretándola contra mi cuerpo durante unos segundos. Oigo música desde adentro: el Idilio de Sigfrido, creo. Música dulce, apacible, propicia para la aceptación.

—¿Ya está nevando? —pregunta.

—Aún no. Cielo gris y mucho frío, eso es todo.

—Te traeré un trago. Ve a la sala.

Me detengo junto a la ventana, ya están cayendo algunos copos de nieve. Aparece mi sobrino y me estudia desde una distancia más que prudencial. Para mi asombro, me sonríe. Se dirige a mí en tono afectuoso:

—¡Hola, tío David!

Judith debió de haberle dicho que fuera amable. Sé bueno con tío David, debe de haberle dicho. Ultimamente ha tenido muchos problemas, no se siente bien. Así que ahí está el chico, siendo bueno con tío David. Creo que es la primera vez que me sonríe. Ni en la cuna me dedicó gorjeos y risitas. Hola, tío David. Muy bien, jovencito, aprecio tu gesto.

—Hola, Pauly, ¿cómo te va?

—Muy bien —dice.

Y con eso finaliza toda su cortesía social, ni siquiera se digna preguntar cómo me encuentro, se limita a coger uno de sus juguetes y se enfrasca en sus intrincamientos. Sin embargo, de vez en cuando sus grandes y oscuros ojos brillantes siguen examinándome y en su mirada no parece haber hostilidad.

Wagner se acaba. Miro los discos y, de entre todos, selecciono uno que coloco en el giradiscos. Schoenberg. Verklaerte Nacht. Música de angustia tempestuosa seguida de calma y resignación. De nuevo, el tema de la aceptación. Muy bien. Muy bien. Me envuelve el torbellino de cuerdas. Exquisitos y sensuales acordes. Aparece Judith con un vaso de ron en la mano. Ella se ha servido algo suave, jerez o vermut. Aunque está algo demacrada, se la ve muy amistosa, muy abierta.

—Salud —dice.

—Salud.

—Me gusta la música que has puesto. A mucha gente le resultaría imposible creer que Schoenberg podía ser dulce y sensual. Claro que es el Schoenberg de las primeras épocas.

—Sí —digo—. Los jugos románticos tienden a secarse a medida que se envejece, ¿no? ¿Qué has hecho últimamente, Jude?

—Nada en especial, más o menos lo mismo de siempre.

—¿Cómo está Karl?

—Ya no veo a Karl.

—¡Ah!

—¿No te lo había dicho?

—No —le contesto—. Es la primera noticia que tengo sobre eso.

—No estoy acostumbrada a necesitar decirte las cosas, Duv.

—Mejor será que te acostumbres. Tú y Karl…

—Se puso muy insistente y pesado con el tema de la boda. Le dije que era demasiado pronto, muy precipitado, que no le conocía lo suficiente, que me daba miedo estructurar mi vida de nuevo cuando era posible que ésa no fuera la estructura indicada para mí. Eso no le sentó demasiado bien. Comenzó a sermonearme sobre los que retrocedían ante un compromiso, sobre la autodestrucción y cosas como ésas. Mientras hablábamos de eso le miré a la cara y de repente comprendí que le veía como a una especie de padre. Ya me entiendes, grande, pomposo y severo, más que un amante le veía como un mentor, un profesor, y no era eso lo que yo quería. Y empecé a pensar cómo sería dentro de unos diez o doce años. Él tendría más de sesenta años mientras yo sería joven aún. Me di cuenta de que juntos no teníamos ningún futuro. Se lo dije con la mayor suavidad posible. Desde hace más de diez días no tengo noticias suyas, supongo que no me llamará.

—Lo siento.

—No es preciso que lo digas, Duv. Hice lo que creí que era más inteligente, de eso no tengo la menor duda. Karl fue bueno para mí, pero no podría haber sido algo permanente. Mi fase Karl, una fase muy saludable. Cuando se sabe a ciencia cierta que una fase se ha terminado, lo mejor es cortar por lo sano y no dejar que se prolongue inútilmente.

—Sí —digo—. Sin duda.

—¿Quieres más ron?

—Dentro de un rato, ahora no, gracias.

—¿Y tú? —pregunta—. Háblame de ti. Cómo te va, ahora que… ahora que…

—¿Ahora que ha terminado mi fase de superhombre?

—Sí —dice—. Se ha ido de verdad, ¿eh?

—De verdad, por completo. No hay duda.

—Y entonces, Duv, ¿cómo te has sentido desde que ocurrió?

Justicia. Se oye hablar mucho de justicia la justicia de Dios. Él vela por los justos. Castiga a los maivados. ¿Justicia? ¿Dónde está la justicia? O lo que es lo mismo, ¿dónde está Dios? ¿Está realmente muerto, o sólo de vacaciones, o simplemente distraído? Miren Su justicia. Envía una inundación a Paquistán. Zas, un millón de muertos, tanto el adúltero como la virgen. ¿Justicia? Quizá. Es posible que las presuntamente inocentes víctimas no fueran, después de todo, tan inocentes. Zas, la devota monja de la leprosería contrae lepra y sus labios se caen de la noche a la mañana. Justicia. Zas, la catedral que los feligreses han estado construyendo durante los últimos doscientos años queda reducida a escombros por un terremoto la víspera de Pascua. Zas. Zas. Dios se ríe en nuestras caras. ¿Esto es justicia? ¿Dónde? ¿Cómo? Por ejemplo, piensen en mi caso. No estoy tratando de obtener su compasión, me limito a ser simplemente objetivo. Escuchen, no pedí ser un superhombre. En el momento de mi concepción se me entregó ese don. Un incomprensible capricho de Dios. Un capricho que me definió, me moldeó, me deformó, me dislocó, y no me lo gané, no lo pedí, no lo deseé para nada, a no ser que quieran pensar en mi herencia genética en términos del mal karma de otro, y al diablo con eso. Fue algo casual. Dios dijo: Que este chico sea un superhombre, y ¡hete aquí! el joven Selig era un superhombre, en un sentido limitado de la palabra. Pero, de todos modos, sólo por un tiempo. Dios me preparó para todo lo que me ocurrió: el aislamiento, el sufrimiento, la soledad, incluso la compasión de mí mismo. ¿Justicia? ¿Dónde? El Señor da, quién diablos sabe por qué, y el Señor quita. ¿Qué es lo que ha hecho ahora? El poder ha desaparecido. Soy una persona normal y corriente como todos los demás. No me interpreten mal: acepto mi destino, estoy absolutamente resignado. No les estoy pidiendo que sientan lástima por mí. Sólo intento explicarme todo esto.

Ahora que el poder ha desaparecido, ¿quién soy? ¿Cómo me defino a mí mismo ahora? He perdido un aspecto especial de mi persona, mi poder, mi herida, la razón de mi aislamiento. Todo lo que me queda ahora es el recuerdo de haber sido distinto. Las cicatrices. ¿Qué se supone que debo hacer ahora? Ahora que la diferencia no existe y sigo estando aquí, ¿cómo me relaciono con la humanidad? El murió. Yo sigo viviendo. ¡Qué cosa tan extraña me has hecho, Dios! Espero que comprendas que no me estoy quejando, me limito a hacer preguntas, con un tono de voz tranquilo y razonable. Estoy tratando de comprender la naturaleza de la justicia divina. Creo que el viejo arpista de Goethe estaba en lo cierto con respecto a ti, Dios. Nos has conducido a la vida, has dejado que el pobre hombre cayera en el pecado, y luego le has abandonado en su desgracia. Porque todo pecado es vengado en la Tierra. Es una queja razonable. Tú tienes el sumo poder, Dios, pero te niegas a tener la suma responsabilidad. ¿Eso es justo? Creo que yo también tengo una queja razonable. Si hay justicia, ¿por qué tantas cosas de la vida parecen injustas? Si realmente estás de nuestro lado, Dios, ¿por qué nos entregas una vida de dolor? ¿Dónde está la justicia para la criatura que nace sin ojos? ¿La que nace con dos cabezas? ¿La que nace con un poder que se suponía que no debían tener los hombres? Sólo estoy preguntando, Dios. Acepto tu mandato, créeme, me inclino ante tu voluntad, porque da lo mismo: (después de todo, ¿qué alternativa tengo?) pero, aun así, tengo derecho a preguntar, ¿no es así?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muero por dentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muero por dentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - He aquí el camino
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Rządy terroru
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Poznając smoka
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Yokel with Portfolio
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Push No More
Robert Silverberg
Robert Silverberg - La porte des mondes
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Morire dentro
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Por el tiempo
Robert Silverberg
Pablo Paredes M - Los animales por dentro
Pablo Paredes M
Отзывы о книге «Muero por dentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Muero por dentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x