Finalmente los astrónomos que intentaron restituirle el titulo que le correspondía a la opaca compañera de los dos soles murieron todos, y los colonos siguieron con su nombre. Con toda la razón, puesto que esa débil estrella, aunque en la actualidad esté un pelo más próxima, pronto se alejará de nosotros… simplemente contengan la respiración unos cuantos milenios. El hecho de estar «balísticamente ligadas» entre sí hace que su distancia de la Tierra sea por término medio la misma que los otros dos componentes del tripleto.
Observen el segundo esquema, el que tiene la «ascensión recta» arriba y los «años luz» a un lado.
Puede que yo sea la única persona de los centenares que ocupan esta nave que no supiera que nuestra primera parada en este viaje no iba a ser Próxima. El señor López (que estaba enseñándome el puente) me miró como si fuera un niño retrasado mental que acababa de cometer otro desafortunado desliz. (Pero eso no importa porque él no está interesado en mi cerebro). No me atreví a explicarle que había sido metida a bordo en el último momento; eso destruiría mi coartada. Además, no se supone que la Señorita Mucho Dinero tenga que ser además lista.
Normalmente la nave se detiene en Próxima tanto a la ida como a la vuelta. El señor López me explicó que esta vez llevaban poca carga y tan sólo unos cuantos pasajeros para Próxima, no los suficientes como para merecer una parada. Así, tanto carga como pasajeros habían sido dejados de lado hasta que partiera la Maxwell el mes próximo; en este viaje la Adelantado se detendrá en Próxima a su regreso a casa, con carga y, probablemente, pasajeros de los otros siete puertos. El señor López me explicó (y yo no lo comprendí) que viajar muchos años luz en el espacio no cuesta prácticamente nada — únicamente las raciones de los pasajeros —, pero que detenerse en un planeta es terriblemente caro, de modo que cada parada debe mostrar su valor en la hoja del balance.
Así que este es el recorrido de este viaje (vean de nuevo el cuadro de arriba): primero a Frontera, luego a Botany Bay, luego a El Reino, y al regreso a Intermedio, Halcyon, Bosque, Fiddler’s Green, Próxima (¡por fin!), y de vuelta a casa, a la Tierra.
No me sentí disgustada por eso… ¡antes al contrario! Me libraría de ese «cargamento más valioso de toda la galaxia» menos de un mes después de abandonar la Estación Estacionaria… y luego todo el viaje de regreso a casa sería un auténtico viaje turístico.
¡Divertido! Sin responsabilidad. Montones de tiempo para observar esas colonias acompañadas por ansiosos oficiales jóvenes que olían bien y eran siempre educados. Si Viernes (o la señorita Mucho Dinero) no se divertía con esas perspectivas, entonces es mejor que la incineren: está muerta.
Ahora veamos el tercer dibujo, la declinación arriba, los años luz al lado. Este hace que la ruta parezca completamente razonable… pero si miran el cuadro que hay en la página siguiente, verán que la línea que va de Botany Bay a Frontera, que parece en el tercer cuadro rozar la fotosfera de sol de Bosque, de hecho pasa a varios años luz de distancia.
Representar este viaje necesita realmente un esquema en tres dimensiones. Pueden tomar los datos de los dibujos y de la tabla de abajo y teclearlos en su terminal y extraer un holograma tridimensional; visto de ese modo las cosas tienen más sentido. Hay uno de esos hologramas en el puente, congelado para que una pueda examinarlo con todo detalle. El señor López, que me hizo esos dibujos (todos excepto Joe Centauro y el lobo triste) me advirtió que una representación plana simplemente no puede reflejar la cosmonáutica tridimensional. Pero ayuda el pensar en esos tres dibujos como otros tantos planos, vista frontal, vista lateral y vista superior, del mismo modo que uno puede visualizar una casa por sus planos; es exactamente análogo.
Cuando el señor López me entregó esa tabla, me advirtió que los datos tenían una exactitud aproximada de escuela elemental. Si apuntan ustedes un telescopio a esas coordenadas, descubrirán la estrella correcta, pero científica y cosmonáuticamente se necesitan muchos más decimales, y luego hacer las correcciones oportunas de «época»… una forma de decir que hay que actualizar todos los datos porque las estrellas se mueven constantemente. El sol de Frontera es el que menos se mueve; casi se mantiene en el mismo sitio en nuestra parte de la galaxia. Pero la estrella de Fiddler’s Green (Nu(2)Lupi) tiene un vector de 138 kilómetros por segundo… lo cual quiere decir que Fiddler’s Green se habrá movido más de mil quinientos millones de kilómetros entre las dos visitas que en cinco meses le habrá hecho la Adelantado. Esto puede ser preocupante… según el señor López lo es al menos para el capitán, ya que el beneficio o no de un viaje depende en buena parte de cuán cerca de un planeta puede surgir la nave del hiperespacio sin golpear contra algo (¡por ejemplo una estrella!). ¡Como conducir un VMA con los ojos vendados!
Pero yo nunca pilotaré una nave hiperespacial, y el capitán van Kooten tiene un sólido historial que inspira confianza. Le pregunté acerca de ello en la cena de aquella noche.
Asintió.
— Lo encontraremos. Sólo en una ocasión tuvimos que enviar a uno de los chicos abajo en una nave de desembarco a comprar algo a la pastelería del lugar y de paso tomar desde allí las indicaciones.
No supe si él esperaba que me echara a reír o pretendiera creerle, de modo que le pregunté qué era lo que había comprado en la pastelería. Se volvió hacia la dama que tenía a su izquierda y pretendió no haberme oído. (La pastelería de la nave hace los mejores pasteles que jamás he probado; deberían mantenerla cerrada con siete llaves).
El capitán van Kooten es un hombre gentil y paternal… aunque no tengo ninguna dificultad en visualizarlo con una pistola en una mano y un machete en la otra, conteniendo a una multitud de cortacabezas amotinados. Hace que la nave parezca un lugar seguro.
Shizuko no es la única guardia que tengo situada sobre mí. Creo que he identificado a cuatro más, y estoy preguntándome si los he localizado a todos. Casi lo más seguro es que no, puesto que a veces he mirado a mi alrededor y no he descubierto a ninguno de ellos… cuando cabe suponer que el procedimiento es que siempre haya alguien a mi alrededor, en cualquier momento.
¿Paranoia? Puede que lo parezca, pero no me siento paranoide en absoluto. Soy una profesional que ha permanecido con vida a través de todo, por inusitado que haya sido.
Esta nave transporta a seiscientos treinta y dos pasajeros de primera clase, unos sesenta y tantos oficiales uniformados, una tripulación también uniformada, y el equipo habitual de camareros y camareras y parejas profesionales de baile y entretenedores y cosas así.
Estos últimos visten como los pasajeros pero son jóvenes y siempre están sonriendo y hacen constantemente su trabajo para que los pasajeros no dejen de ser felices.
Los pasajeros: en esta nave un pasajero de primera clase por debajo de los setenta años de edad es una rareza… yo, por ejemplo. Tenemos a dos chicas quinceañeras, un muchacho adolescente, dos mujeres jóvenes, y una pareja rica en plena luna de miel.
Todos los demás que viajan en primera clase son candidatos a un asilo geriátrico. Son muy viejos, muy ricos, y extremadamente egoístas… salvo un escaso puñado que han conseguido envejecer sin avinagrarse.
Por supuesto ninguno de esos viejos tambaleantes son mis guardianes, y tampoco lo son los más jóvenes. Tuve clasificado a todo el personal de la nave a las cuarenta y ocho horas, fueran músicos o cualquier otra cosa. Hubiera podido sospechar que algunos de los oficiales jóvenes habían sido asignados a vigilarme si no fuera porque todos ellos tenían turnos de guardia, normalmente de ocho horas cada veinticuatro, y por ello no podían tomar ningún otro trabajo a tiempo completo. Pero mi nariz no me engaña; sé por qué mariposean a mi alrededor. No les presto mucha atención en este aspecto pero hay una absoluta carencia de mujeres jóvenes que llevar a la cama en esta nave… treinta oficiales jóvenes masculinos contra cuatro únicas mujeres jóvenes en primera clase, además de Viernes. Con esas perspectivas una mujer núbil tiene que tener muy mal aliento para no conseguir arrastrar tras ella a toda una procesión.
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