—Como si la primera vez no hubiese hecho sospechar bastante a algunos de los otros humanos. Pero no importa. Si esperamos, no sabremos cuánto tiempo tardará, ya que ni siquiera conocemos si hay algún camino posible por tierra desde la colonia hasta aquí. Tú viniste desde las minas por el aire y nosotros flotamos gran parte del camino.
—Si decidimos no esperar, podemos hacer dos cosas. Una es trasladarnos por etapas hasta el Kwembly, llevando el equipo vital tan lejos como nos lo permitan los trajes y parándonos después otra vez para recargarlos. Supongo que llegaríamos allí en algún momento. El otro es trasladarse hacia la colonia de la misma forma, hasta encontrar el vehículo de rescate, si viene uno, o llegar hasta allí a pie, si no lo hace. Supongo que tarde o temprano también llegaríamos allí. Aunque alcanzásemos al Kwembly, no tendríamos la seguridad de que podamos repararlo. Si los seres humanos han retransmitido adecuadamente los sentimientos de Beetchermarlf, parece bastante dudoso que podamos hacerlo. No me gusta ninguna de las dos cosas, a causa del tiempo que se pierde con cualquiera de ellas. Hay otras mejores que reptar a pie sobre la superficie de este mundo.
—En mi forma de pensar, utilizar tu dirigible para rescatar a mis timoneles, si se decidiese abandonar el Kwembly, o comenzar a transportar allí mi tripulación y mi equipo es una idea mejor.
—Pero eso…
—Eso, por supuesto, hundiría todo el cuento sobre el Esket. Incluso utilizar el helicóptero de Reffel tendría el mismo efecto; no podríamos explicar lo que le sucedió al equipo visual que llevaba, sin que ellos lo adivinen, no importa qué mentira nos inventemos. No estoy seguro de que valga la pena sacrificar deliberadamente esas vidas a causa de tal engaño, aunque admito que quizá haya que arriesgarse a hacerlo. No hubiese accedido a esto de otra forma.
—Eso he oído —contestó Kabremm—. Nadie ha sido capaz de hacerte ver el riesgo de depender completamente de unos seres que no nos consideran como verdadera gente.
—De acuerdo. Recuerda que algunos de ellos son tan distintos entre sí, como respecto a nosotros. Me decidí sobre los alienígenas en cuanto uno de ellos contestó mi pregunta sobre una cabria diferencial clara y detalladamente y me dio gratis la primera lección sobre el uso de las matemáticas en la ciencia. Comprendo que los humanos son tan distintos entre sí como nosotros; ciertamente el que persuadió a Barl de no enviar ayuda al Esket debe ser lo más distinto posible de la señora Hoffman o de Charles Lackland, pero no desconfío de ellos como especie. Nunca lo haré en la forma que vosotros parecéis intentarlo. No creo que Barlennan lo haga; ha cambiado el tema más de una vez, en lugar de discutirlo conmigo, y ése no es Barlennan cuando está seguro de tener razón. Sigo pensando que sería una buena idea arriar las velas en este asunto y pedir directamente la ayuda humana para el Kwembly o arriesgarse a que ellos se enteren, utilizando allí los tres dirigibles.
—Ya no son tres —Kabremm sabía que aquello no importaba, pero se alegraba de tener una oportunidad de cambiar de tema—. Karfrengin y cuatro hombres más han desaparecido en el Elsh hace dos días.
—Por supuesto, no me habían llegado estas noticias —dijo Dondragmer—. ¿Cómo ha reaccionado el comandante? Creo que hasta él sentiría la tentación de pedir ayuda a los humanos, si comenzamos a perder gente por todo el mapa.
—El tampoco lo sabe. Hemos enviado grupos a pie en su búsqueda, utilizando las ruedas que cogimos del Esket, y no queríamos hacer un informe hasta que estuviese completo.
—¿Podría ser más completo? Karfrengin y sus hombres tienen que haber muerto ya. Los dirigibles no llevan equipo de soporte vital para dos días.
Kabremm se encogió de hombros.
—Eso es asunto de Destigmet. Yo tengo bastantes problemas.
—¿Por qué no se utilizó tu vehículo para la búsqueda?
—Se hizo hasta esta tarde. Hay otros problemas en la mina. Una especie de río de hielo se acerca muy lentamente, pero pronto cubrirá la segunda colonia si no se detiene. Ya ha llegado hasta el Esket y ha comenzado a volcarlo. Esa es la razón de que pudiésemos coger las ruedas tan fácilmente. Destigmet me ha enviado para que siguiese al glaciar e intentase averiguar si hay probabilidades de que no se detenga, o si era sólo algo temporal. En realidad, no debería haber llegado tan lejos, pero no pude pararme. Durante toda la distancia es el mismo río, a veces sólido y a veces líquido a lo largo de su curso; es la cosa más extraña que he visto en este extraño mundo. No hay ninguna probabilidad de que el hielo se detenga. La colonia del Esket está condenada.
—Por supuesto, Barlennan tampoco sabe nada de esto.
—No hay forma de decírselo. Sólo descubrimos que el hielo se movía justo antes del anochecer.
Hasta entonces era simplemente un acantilado a unas cuantas docenas de cables de la mina.
—En otras palabras: no sólo hemos perdido a mi primer oficial y un helicóptero, sino también un dirigible con cinco hombres y, de paso, todo el proyecto del Esket, con mi Kwembly seguramente en la misma lista. ¿Y todavía piensas que no deberíamos terminar este engaño, contar a los humanos toda la historia y conseguir su ayuda?
—Más que nunca. Si supiesen que tenemos tantos problemas, seguramente decidirían que no les serviríamos de mucho y nos abandonarían aquí.
—Tonterías. Nadie abandona así una inversión como la de este proyecto; pero no importa discutir; de todas formas, es un punto sin importancia. Me gustaría…
—Lo que te gustaría en realidad es tener una excusa para descubrir toda la historia a tus amigos que respiran oxígeno.
—Sabes que no haría eso. Estoy completamente dispuesto a utilizar mi propio juicio, pero conozco bastante historia para temer decisiones rápidas que signifiquen cambios en la política básica.
—Gracias a la suerte. Está bien que te gusten algunos humanos, pero no todos son como Hoffman. Tú mismo lo admitiste.
—Pienso —dijo Barlennan a Bendivence— que nos apresuramos demasiado enviando a Deeslenver al Esket con órdenes de obturar sus equipos visuales. Toda la cuestión del Esket parece haberse aquietado, y eso le traerá de nuevo a la vida. Todavía no estamos preparados para el truco principal, y no lo estaremos durante un año o más.
No me pareció mal tener una oportunidad de hacer que los seres humanos comenzasen a pensar siguiendo las líneas de la idea de una amenaza nativa, pero la tripulación de Destigmet no será capaz de representar su parte hasta que tenga muchos más aparatos mecánicos y eléctricos hechos por ellos mismos, evitando que los humanos sepan que los tenemos. A menos que la amenaza nativa parezca real, los seres humanos no seguirán los pasos que queremos.
»Si hubiese alguna forma de ir ahora detrás de Dee y cancelar sus órdenes, lo haría. Me gustaría haberte permitido continuar adelante con tus experimentos de radio y tener ahora mismo un equipo en el Deedee.
—No debiera ser demasiado arriesgado, y me gustaría mucho intentarlo —contestó Bendivence—. Por supuesto, las ondas podrían ser detectadas por los seres humanos, pero si nos limitásemos a pocas transmisiones que fuesen cortas, utilizando un código sencillo, probablemente no comprenderían el origen. No obstante, es demasiado tarde para llamar a Deeslenver.
—Cierto. Me gustaría saber por qué nadie ahí arriba ha dicho nada más sobre Kabremm. La última vez que hablé con la señora Hoffman, tuve la impresión de que no estaba tan segura como antes de haberle visto. ¿Supones que, en realidad, fue un error? ¿O los seres humanos están intentando probarnos en la forma en que quería hacerlo yo con ellos? ¿Habrá hecho algo Dondragmer para sacarnos de este aprieto? Si ella se equivocó, tendríamos que comenzar a pensarlo todo otra vez más.
Читать дальше